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  • Alcoholizado, a contramano y más rápido que lo permitido: el asesinato al volante que no logró generar conciencia vial

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/03/2025 06:16

    Según la OMS, mueren 1.300.000 personas al año en el mundo por siniestros viales. Foto: Mercedes Benz AG/dpa Gabriela Fernández estaba parada en la esquina de la Diagonal 74 y la calle 47, en el centro de La Plata. No estaba sola: la acompañaban su hermana Marisel y una amiga de las dos. Tenía 18 años, esa edad a la que el imaginario colectivo le atribuye eso de tener toda la vida por delante. Era la noche del 5 de marzo de 1995, hace exactamente 30 años. Eduardo Cañas estaba a punto de asesinarla con su auto. Como Gabriela, Cañas también vivía en la capital bonaerense. Tenía 21 años y manejaba su Coupé Fuego a 76,5 kilómetros por hora, borracho y a contramano. Atropelló a las tres: Gabriela murió en el acto, las otras dos jóvenes sufrieron heridas por las que hubo que trasladarlas inmediatamente al hospital. Después de arrollar a sus víctimas, Cañas huyó de la escena: se bajó del auto, caminó algunas cuadras y se tomó un taxi para refugiarse en su casa. El siniestro en el que murió Gabriela Fernández fue juzgado en primera instancia como un homicidio simple, es decir, un escenario en el que Cañas podía representarse el potencial mortal de sus acciones. Nunca antes la Justicia bonaerense había considerado esa imputación por una muerte en un siniestro de tránsito. En esa primera instancia, el hombre que conducía la Coupé Fuego fue condenado a dos años y ocho meses de prisión, una pena excarcelable. Como cumplía prisión preventiva al momento de la sentencia, recuperó la libertad al día siguiente. Lo que no recuperó fue la posibilidad de conducir un auto: fue inhabilitado por diez años. Uno de cada dos siniestros se producen en rutas Un tiempo después, en 1997, la Sala II de la Cámara de Apelaciones emitió un nuevo fallo y consideró que no podía probarse el dolo en la actitud del imputado. La condena fue entonces por homicidio culposo, es decir, un delito en el que la persona que lo comete no puede representarse el potencial mortal de sus acciones. La pena máxima, en ese caso, también resultaba excarcelable. Un día para tomar conciencia Aunque la apelación resultó en una imputación menor para Cañas, el siniestro en el que Gabriela, su hermana y su amiga fueron atropelladas resultó un antes y un después en el debate judicial. Nunca antes la Justicia de la Provincia, el distrito más poblado de la Argentina por lejos, había considerado que una persona al volante podía ser contemplada como un potencial asesino con capacidad de anticipar la fatalidad de sus acciones y, aún así, cometerlas. Cañas acumulaba faltas gravísimas a la hora del atropellamiento mortal. Estaba alcoholizado, circulaba a una velocidad mayor a la máxima permitida y, por si algo faltara para representar un peligro enorme, lo hacía a contramano. Así que, aunque la Justicia bonaerense terminó por aminorar la responsabilidad adjudicada al conductor -de cualquier manera, en todos los casos la condena era excarcelable-, esa noche platense fue la que impulsó que cada 5 de marzo sea en la Argentina el Día de la Conciencia Ciudadana y Respeto por el prójimo en el tránsito. Es en conmemoración a la noche en que Gabriela Fernández perdió la vida en manos de Cañas. Un relevamiento del ex Ministerio de Transporte reveló que en 2022 murieron 3.828 en siniestros viales Primero fue una ley bonaerense, la provincia en la que vivía y murió Gabriela. Y rápidamente el alcance de esa conmemoración cobró alcance nacional. Según el texto de la ley bonaerense 13.193, se estableció el 5 de marzo porque “en esa fecha se produjo un siniestro en la ciudad de La Plata que cobró la vida de Gabriela Fernández a manos de un conductor que actuó imprudente e irresponsablemente por manifiesta desidia, sin importarle la vida de los demás. Ello quedó ampliamente comprobado, ya que ni siquiera se detuvo y continuó su marcha como si su terrible acto no hubiera significado nada; convirtiéndose de este modo en un caso paradigmático de cuales son las causas y las consecuencias de quienes conducen en forma irresponsable”. Muertes evitables que siguen ocurriendo Treinta años después de la noche en que Eduardo Cañas mató con su auto a Gabriela Fernández, el 5 de marzo se conmemora en Argentina el Día de la Conciencia Ciudadana y Respeto por el prójimo en el tránsito pero queda mucho por hacer en las calles y en las rutas. Es que en la Argentina, según estadísticas de 2022 elaboradas por el Ministerio de Transporte -ahora degradado a Secretaría-, en Argentina murieron 3.828 personas durante un año a causa de algún siniestro vial. Fueron las víctimas fatales de los 3.415 siniestros más graves de ese año, en los que hubo al menos un muerto. Ese relevamiento reveló que el 75% de los fallecidos fueron varones menores de 35 años y que la mitad de los siniestros ocurrieron en rutas. Uno de cada dos siniestros fatales fueron a partir de una colisión y los motociclistas son las víctimas mortales más frecuentes: cuatro de cada diez fallecimientos son de esa población. Según la asociación civil Luchemos por la Vida, que desde hace más de tres décadas busca concientizar sobre la importancia de la educación vial, 17 personas mueren al día en la Argentina -prácticamente 7.000 personas al año-, como consecuencia inmediata o mediata de un siniestro en las calles o las rutas. Cuatro de cada diez víctimas fatales son motociclistas - crédito AFP Siempre de acuerdo a esa organización y sus relevamientos, en 1992, primer año de su seguimiento, murieron 7.075 personas en siniestros viales. En 2019, casi 25 años después del asesinato de Gabriela Fernández, esa cifra prácticamente no había mejorado: perdieron la vida 6.627 personas por un siniestro de tránsito. Nueve de cada diez muertes en el tránsito son en siniestros provocados por un error o falta humana, mientras que casi el 9% se vinculan al estado de las calles o de las rutas. El estado del vehículo es el motivo menos frecuente en los siniestros viales: ocurre en el 2% de los casos. Argentina, que según la organización Luchemos por la Vida apenas redujo en menos de un 10% la muerte en siniestros viales entre 1992 y 2019, tiene una mortalidad en ese tipo de hechos significativamente más alta que otros países, si se compara su población y el número de vehículos que circulan. En estados como España, Canadá u Holanda, las estadísticas de siniestralidad vial pueden ser hasta ocho veces más bajas que en Argentina. Aún así, se trata de un problema que impacta en el mundo entero, en mayor o en menor medida. La Organización Mundial de la Salud asegura que en el último lustro, alrededor de 1.300.000 personas murieron anualmente en un siniestro de tránsito. Es una cifra equivalente a que la Ciudad de Buenos Aires perdiera al 42% de su población de un año para el otro. Gabriela Fernández, esa joven que tenía todo por delante y lo perdió por la irresponsabilidad fatal de Eduardo Cañas, impulsó que la Provincia y la Nación declararan un día de concientización en su memoria. Pero la toma de conciencia es todavía una cuenta sin saldar para un número significativo de automovilistas, motociclistas e incluso peatones. De todos ellos, y de las políticas públicas, depende que cada vez mueran menos personas en el tránsito.

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