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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/03/2025 04:44
Kai Pacha y uno de los pumas rescatados (Mateo Silvestri) Kai Pacha creció alimentando animales y desde niña aprendió a ser respetuosa con el entorno natural que la rodeaba. Aunque su padre tuvo un pasado como cazador, él mismo entendió lo que estaba haciendo y fundó una reserva en Villa Rumipal, Córdoba, para proteger a los animales que sabían corrían peligro bajo una lluvia de balas. A ese pedido de perdón con la vida animal lo llamó “El Edén Flora y Fauna” y lo fundó en 1991, cuando había iniciado su camino en el conservacionismo. Allí albergó a centenas de animales. Pero la inclemencia de los incendios forestales del 2009 no tuvo piedad y devastaron el lugar. Acompañado por Kai, de las cenizas nació Pumakawa, un espacio que tiene el objetivo de rehabilitar a las especies rescatadas, la restauración del monte nativo y la educación. Allí viven actualmente 23 pumas salvados de criaderos ilegales, del mascotismo y de cotos de caza. Aunque su tarea inició hace más de tres décadas, su vida dio un giro cuando llegó Estanislao Monte, un puma rescatado en 2017 tras ser atropellado por una cosechadora. El accidente lo dejó ciego y con severas secuelas. Desde la reserva, Kai impulsa programas de educación ambiental y estrategias de convivencia entre productores y fauna silvestre. Propone medidas no letales para evitar que los ganaderos maten a los pumas, como el uso de perros guardianes y luces intermitentes. También impulsa un proyecto de ley para que se prohíba la importación de trofeos de caza en Argentina. Unelen fue amputada luego de quedar atrapada en una trampa y para liberarse se desgarró (Susana Torres) La historia “Mi infancia fue linda y la base de toda mi vida. Y fue linda por la familia que tuve. Tuve los padres y los hermanos que necesité y lo demás me pareció muy difícil. El mundo para mí era injusto”, recuerda Kai Pacha (56) sus primeros años en los que sus padres le inculcaron el amor por la naturaleza en cada uno de sus áreas. Esta relación temprana con el entorno natural sentó las bases de su pasión y el compromiso asumido con la conservación de las especies, que hoy es el eje de su vida. “Nuestra crianza fue aprender a darles de comer a los animales y estar con ellos. Yo aprendí a jugar y a cuidar a los animales”, recuerda. Cuando, en 1991, su padre fundó la reserva, Karina Maschio tenía 22 años, era trabajadora social y mimo; a los cuatro años, en 1995, agobiada por verlo solo con todo, decidió irse a vivir al lugar. A los cinco años de su llegada, en 2000, llegó una puma, la que comenzó a darle un giro a su vida: cambió su nombre a Kai Pacha, una palabra de raíz quechua que hace referencia al mundo de aquí y está representado por un puma. Kai Pacha trabaja desde hace 27 años protegiendo y revalorizando el rol del puma en Argentina. Fundó Pumakawa, un centro de rescate ubicado en la provincia de Córdoba, allí viven pumas que, lamentablemente, no pueden ser reinsertados en su hábitat natural (Sebastián López Brach) “Si bien el contacto con la naturaleza para mi es lo más grande que le puede pasar a una persona, saber que mi papá enfrentaba desafíos económicos y laborales en soledad, hizo que me mudara a la reserva. Pero cuando llegó Cacuma y tuve que criarla, todo cambió. La quise desde la media hora de nacida”, dice con tono amoroso sobre su vínculo con “la Cacu”, como la llama cariñosamente. Esta experiencia fue transformadora para Kai, ya que, sin conocimientos previos sobre el cuidado de pumas, asumió la responsabilidad desde los primeros momentos de vida de la cachorra. A pesar de los diagnósticos veterinarios que sugerían la eutanasia debido a problemas de salud, Kai decidió luchar por la vida de la pumita, confiando en la voluntad de vivir que percibía en el animal. “Yo veía en su mirada, en su gesto, que sí quería vivir. Los veterinarios me decían que yo era egoísta porque ella sufría, y sin embargo superó el sufrimiento”. Esta experiencia reforzó su convicción sobre la importancia de la conexión entre humanos y animales, y consolidó su pasión por la protección de los pumas. “Aprendí que la conexión es algo que se puede practicar y es mucho más que un juego, es una verdad. El juego fue en mi infancia, cuando crié a ‘la Cacu’, me apasioné por el mundo de los pumas”, admite. Kai Pacha fundó la reserva Pumakawa, que significa “el que cuida con el sigilo del puma” (Susana Torres) Pese al gran trabajo a pulmón que realizaba junto a su padre, Kai sentía que no era suficiente lo que hacían. “Podíamos salvar a un mono, a tres pumas, con mucho esfuerzo, pero eso era poco para toda una vida. En cambio, educar es como recuperar animales dentro del corazón de cada persona y cada persona se vuelve brazos y ahí somos muchos. Entonces, decidí darle un giro a la reserva y convertirla en un lugar de rescate de la fauna, del monte y, sobre todo, un lugar de rescate del espíritu de cada persona”. La trayectoria de Kai en Pumakawa — que significa “el que cuida con el sigilo del puma”— no estuvo exenta de desafíos. Uno de los más significativos ocurrió en 2009, cuando los incendios forestales de Córdoba arrasaron con el 90% de la reserva. “Tuve que volver a empezar”, dice. Este desastre natural representó un golpe devastador, pero Kai, demostrando una resiliencia admirable, decidió reconstruir todo desde los cimientos. Además de los obstáculos ambientales, le tocó enfrentar constantes dificultades económicas y la exigencia física y emocional que conlleva el cuidado de los animales y la gestión de la reserva. “Todavía sigue siendo un desafío cuidarme y tener un tiempo para mí. Por eso busco no ser tan incoherente en relación a que no quiero que se desgaste el monte, que se desgaste la naturaleza ni desgastarme yo misma”, reconoce. Estanislao Monte vive en la reserva desde 2017 (Mateo Silvestri) Estanislao Monte Entre las numerosas historias que marcaron el trabajo de Kai, destaca la de Estanislao Monte, un puma rescatado en 2017 tras ser atropellado accidentalmente por una cosechadora, que pasó por encima del cachorro. El accidente le dejó las dos patas traseras trituradas y a una pata delantera le faltaba un pedazo, además tuvo pérdida total de la visión. “Tenía un tajo grande debajo de su mandíbula”, recuerda sobre cómo estaba el puma al que en pocos días nombró Estanislao Monte. “Creemos que este cachorro fue una metáfora del monte arrasado por una cosechadora que le pasa por encima y nos hace repensar la relación de poder destructivo que tenemos como habitantes del planeta, con su flora y su fauna nativas”, describe. Al notar las alteraciones en el cachorro, comenzaron a hacerle estudios. “Creíamos que era algo neurológico y con un oftalmólogo se confirmó que tenía ceguera total e irreversible. A partir de ahí se comenzó un trabajo con él de confianza, de sonidos y de rutinas, para que pudiera desarrollar su bienestar. Hoy tiene 7 años y recorre un espacio, que es muy grande. También sabe sus horarios para comer”, cuenta orgullosa por los logros del animal. "Estanislao no es una mascota. El mascotismo de pumas es ilegal y peligroso" (instagram/pumakawareserva) Pese a eso, Estanislao “no puede vivir en un recinto con otro pumas ni por la ceguera ni por las convulsiones”, advierte y cuenta que su vivienda está dentro de la reserva. Aunque tiene mucho contacto con él, aclara: “¡No es mi mascota! El mascotismo de pumas es ilegal y peligroso”, y cuenta que como ella pasa su vida en la reserva, él tiene acceso a cada sector donde Kai está. “Tenemos un conocimiento uno del otro muy importante, pero cuando lo ves, por cómo se mueve, no parece un animal ciego, por la confianza que tiene aunque a veces se da golpes o choca”, asegura y consternada reflexiona: “Si no hubiera sido rescatado, hubiera muerto. Es un sobreviviente”. Educación y legislación Todo el camino recorrido y el que falta por emprender no sería posible, admite Kai, sin educación y el trabajo en conjunto con los agricultores de la zona que ven al puma como enemigo. “Pensé que iba a encontrar mucha más resistencia, pero el encuentro cotidiano, el tomar un mate, el compartir un almuerzo, el ir hasta su campo para decir que yo quiero cuidar su ganado antes que al puma, sin juzgar, hizo que se abran muchas puertas”, destaca. Actualmente, Pumakawa está involucrada en dos proyectos. El primero, “Proyecto Cacu”, busca promover la coexistencia entre depredadores y actividades agrícolas mediante técnicas que protegen tanto a los pumas como a las vacas. El segundo está orientado a la prohibición de la caza de trofeos en Argentina. El puma que fue atropellado de cachorro por una cosechadora en un campo (instagram/pumakawareserva) “Ya presentamos un proyecto de ley a la Cámara de Diputados para obtener la prohibición de la importación de trofeos de caza. Y esto queremos que sea ley”, afirma Kai. Hace unos días, Pumakawa junto a otras organizaciones ambientalistas advirtieron que la derogación de algunas normativas (como la que prohíbe la importación, exportación y tránsito interjurisdiccional de trofeos de caza de especies de la fauna silvestre autóctona) podría facilitar la caza y el comercio de especies protegidas, poniendo en riesgo la biodiversidad del país. El 20 de enero último, desde el área de Ambiente se presentó un proyecto que busca “propiciar la derogación y modificación de reglamentos de fauna silvestre”, alegando que muchas de esas normas “están duplicadas” y que otras infringen o limitan la capacidad constitucional de las provincias de ejercer su “soberanía sobre sus recursos naturales”. Esas normas regulan la llamada “caza deportiva”. “Es importante que todos estemos conscientes de que no podemos volver atrás. Hay muchísimas personas que luchamos para que haya mejoras en la protección y en el cuidado de la naturaleza. Las legislaciones que se pretenden cambiar van a desproteger a muchas especies si no las detenemos”, finaliza.
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