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» Elterritorio
Fecha: 02/03/2025 12:22
A pesar de nulos avances en la causa, la hermana de la joven estudiante de Capioví asesinada en 2013 expresó que “hay esperanzas de encontrar al que le hizo esto” domingo 02 de marzo de 2025 | 6:05hs. Felicitas lleva consigo el mensaje de justicia por Lucía en cada manifestación que se realiza. Foto: archivo Por Mariangeles Robles policialeselterritorio@gmail.com Cada 6 de abril que se aproxima acarrea espesos y dolorosos recuerdos para la familia y amigos de Lucía Maidana, joven estudiante de Comunicación Social y de Gastronomía que fue encontrada sin vida en su departamento en el barrio Villa Urquiza de Posadas en una fecha como esa, pero en 2013. Su memoria y el pedido de justicia siguen intactos, a pesar de las pocas certezas sobre la identidad del posible femicida. Se había mudado a la capital misionera para estudiar y compartía alquiler con su hermana mayor Felicitas, que con nostalgia recordó a Lucía y se refirió al trabajo que les requirió como familia tener que “aprender a convivir con esto”, a pesar de los tantos interrogantes sin resolver. Felicitas dialogó con El Territorio y reconoció que “la causa se movió poco y nada en este último tiempo, quizás hubo alguna notificación o nos enterabamos de algo por los medios y ahí lo consultábamos, pero no hubo más respuestas”. En el expediente acompañan como querellantes la letrada Roxana Rivas. Aunque la frustración gana terreno algunos días más que otros, la familiar contó: “Tuvimos que aprender a convivir con esto y dejamos de estar tanto detrás, un poco por nuestra salud mental también. Hay muchas cosas que todavía no entendemos, pero intentamos seguir adelante”. Pero sin dudas “uno no se olvida nunca de lo que pasó, sobre todo en fechas especiales como aniversarios y cumpleaños, uno recuerda mucho”. Ataque en residencia estudiantil De acuerdo a las primeras investigaciones que se hicieron entonces, se supo que el último contacto que mantuvo Lucía fue con sus amigas, cerca de las 20.50 de esa noche. La joven iba a encontrarse con un muchacho, pero por diferentes cuestiones la cita se suspendió y quedó en reunirse con sus amigas para salir. Pasaron las horas y el grupo no supo más de ella. Esa noche la propietaria del edificio en el que alquilaban las hermanas Maidana -sobre la calle Estado de Israel- advirtió que salía humo de uno de los departamentos. Los bomberos arribaron y lograron entrar al lugar, que no se logró consumir por completo por las llamas, pero Lucía yacía en el suelo al lado de su cama. Los informes revelaron inmediatamente que la joven fue atacada: tenía traumatismo de cráneo y quemaduras en varias partes del cuerpo. Murió por inhalación del monóxido de carbono que liberó un colchón. Además se identificaron restos de semen, que confirmaron el ataque sexual. El atacante inició el fuego con intenciones de borrar sus huellas. Rastros que años después se lograron identificar. Pero aunque los peritos determinaron el código de ADN de los restos en la escena, a casi 12 años aún no se sabe quién fue el femicida de Lucía. Varias hipótesis surgieron entonces, principalmente porque la puerta del departamento no había sido forzada. Las primeras sospechas apuntaron a Nicolás Sotelo -otro inquilino del edificio- al que Felicitas recuerda como “un mal vecino, tenía muchas actitudes que no nos gustaban de él”. El joven fue detenido en 2013 por ser el principal sospechoso del ataque -incluso un testigo reconoció que él arrojó un juego de llaves al techo de un edificio sobre calle Tucumán que correspondían a la cerradura del hogar de Lucía-. Pero fue liberado por falta de mérito porque el cotejo de las muestras de ADN en la escena no coincidieron con el suyo. Desde entonces, no hay sospechosos ni posibles implicados identificados con nombre y apellido. “Nos dijeron que tenemos los códigos de ADN, pero no tenemos el nombre. Es un rompecabezas”, lamentó Felicitas. A pesar de los pocos avances, se mostró conforme con la investigación llevada a cabo hasta el momento. “No tengo quejas de los investigadores, siempre nos explicaron todo para que pudiéramos entender y sentí que tuvieron la necesidad de entender lo que pasó con Lu”, al tiempo que confesó que “a veces uno no entiende los tiempos de la Justicia y piensa por qué es todo tan lento”. Memoria y justicia Lo sucedido generó indignación, pero también movilizó a la comunidad, provocando que estudiantes, mujeres y otros desconocidos de Lucía hagan suyo el reclamo de justicia. “Muchas cosas pasaron en el barrio después, la Justicia tiene que dar respuestas de algún modo a las chicas, sobre todo a las que se van a vivir solas por primera vez. Algo tiene que haber para ellas”, consideró Maidana, que confesó que, después del ataque de su hermana, decidió regresar a Capioví. Con el tono de quien recuerda con amor, Felicitas compartió: “Me cuesta imaginarme a mi hermanita con 36, que es la edad que tendría hoy. Yo la sigo pensando como era, me quedé con esa imagen”. Su familia sigue pendiente de posibles novedades que surjan en la causa, aunque intentan que lo sucedido no les impida continuar con su vida. “Decidimos no quedarnos tanto con lo que pasó, sino con quién era Lu, con recuerdos de cómo fue ella”. ¿Dónde está el femicida? Hace al menos cinco años se supo que el ADN de una persona fue cotejado en tres casos de abuso sexual en Posadas, entre ellos el de Lucía. La posibilidad de que hubiera un atacante serial en libertad en la ciudad alertó a la comunidad. Sin embargo, Felicitas juzgó que “lo de Lu no está relacionado con un caso de violador serial, yo creo que eso lo dijeron como para intentar cerrar la investigación”. Entre ausencia de respuestas e incertidumbre, la familiar expresó con calma y fortaleza que “la persona culpable de esto va a aparecer: tengo esperanza de que aparezca algún día”. Compartí esta nota:
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