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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/03/2025 08:31
Antiguos empleados de la Casa Real revelan el carácter exigente del rey Carlos III, las tensiones entre William y Harry, y las dificultades de Meghan para adaptarse a la monarquía, entre otros secretos de "los Royals" Tarde o temprano, suele suceder: el personal termina hablando... La familia real británica, más allá de su imagen pública de elegancia y tradición, es un entramado complejo de relaciones personales y normas de protocolo que, en ocasiones, generan conflictos internos. En el centro de esta dinámica se encuentran los empleados de la Casa Real, testigos de primera mano de los comportamientos, tensiones y expectativas de sus miembros. Desde el carácter exigente del rey Carlos III y el príncipe William hasta las dificultades de adaptación de Meghan Markle, el relato de los trabajadores del palacio ofrece una perspectiva privilegiada sobre la vida cotidiana dentro de la monarquía británica. Un choque de expectativas: Meghan y la realidad de la realeza La llegada de Meghan Markle a la familia real británica estuvo marcada por una serie de malentendidos y expectativas frustradas. Según un miembro del personal, la duquesa de Sussex tenía una idea “típicamente estadounidense” de la monarquía, asociada a “castillos, bailes de gala y riqueza ilimitada”. Sin embargo, la realidad era distinta: su esposo, el príncipe Harry, no era un multimillonario, y la vida palaciega estaba regida por un estricto protocolo y jerarquías inquebrantables. Uno de los mayores choques que experimentó Meghan fue la relación con el personal. A diferencia de Harry, quien creció rodeado de asistentes y aprendió a tratarlos con deferencia, ella veía a los empleados como simples subordinados. Meghan Markle enfrentó un choque cultural al tratar a los empleados del palacio como subordinados (REUTERS) “Para Meghan, cuando uno paga por un servicio, da órdenes, no pide las cosas con amabilidad”, explicó un excolaborador. Este choque cultural contribuyó a la percepción de que la duquesa era difícil y demandante, ganándose apodos dentro del palacio como “la duquesa difícil” o Mystic Meg, en alusión a su inclinación por filosofías “nueva era” y su actitud despierta frente a temas sociales. Además, su estilo afectuoso y espontáneo resultó incómodo para algunos miembros de la familia real. Meghan era dada a los abrazos y besos en la mejilla, un gesto común en California pero poco habitual en la realeza británica. William, Kate y el propio Carlos III se mostraban visiblemente incómodos con este nivel de cercanía. La salida de Harry y Meghan en 2020 fue vista como una traición dentro del Palacio (EFE) Un miembro del equipo recordó un episodio en el que Meghan intentó abrazar a un alto oficial del palacio, quien “se encogió como si le hubieran intentado meter un dedo en el ojo”. William y Kate: el equilibrio dentro de la monarquía El príncipe William y Kate Middleton han logrado proyectar la imagen de una pareja estable y funcional dentro de la realeza. Sin embargo, según el personal del palacio, William no está exento de episodios de mal humor. “Se irrita con facilidad, es muy exigente y perfeccionista”, comentó un antiguo trabajador. En privado, Kate incluso ha llegado a bromear diciendo que debe tratarlo como su “cuarto hijo”. Kate Middleton ganó confianza por adaptarse con cautela a las reglas de la Casa Real (REUTERS) A diferencia de Meghan, Kate sí logró adaptarse a la estricta estructura de la Casa Real. “Kate es alguien que absorbe lentamente el ambiente, observa las relaciones y entiende las reglas antes de intentar cambiar algo”, explicó un exmiembro del personal de Kensington Palace. Su capacidad para navegar las complejidades de la institución le permitió ganarse la confianza de los asesores y evitar los conflictos que enfrentó Meghan. El príncipe William equilibra su imagen pública estable con episodios de mal humor en privado (REUTERS) Carlos III y su vida de privilegios extremos El ahora rey Carlos III también ha sido señalado por su dependencia del personal y su obsesión con el protocolo. Un antiguo asistente reveló que el monarca tenía una rutina meticulosamente cronometrada y que cualquier alteración generaba molestias. “Se irrita rápidamente si las cosas no están hechas a su manera”, explicó un exmiembro de su equipo. Al rey Carlos III lo describen como exigente y obsesionado con el protocolo (Instagram/ @theroyalfamily) Carlos ha reconocido en privado que su crianza lo hizo dependiente del personal. Según una fuente, en una conversación con un empleado llegó a confesar: “Si tienes todo hecho para ti desde niño, terminas aterrorizado de que si algún día tuvieras que hacerlo por tu cuenta, estarías completamente perdido”. El carácter difícil de Andrés y Eduardo Entre los miembros más complicados de la familia real, según el personal, se encuentra el príncipe Andrés. Un exempleado recordó un episodio en el que Andrés ordenó el traslado de un miembro del equipo simplemente porque no le gustaba el lunar que tenía en el rostro. Otro recordó cómo el duque de York reprendió a un trabajador por usar una corbata de nylon en lugar de una de seda. El príncipe Andrés llegó a ordenar el traslado de un empleado por el lunar que tenía en el rostro (REUTERS) Por su parte, el príncipe Eduardo tampoco escapa a la lista de Royals temperamentales. Un exchofer contó que en una ocasión el conde de Wessex lo reprendió severamente por mirar demasiado su retrovisor durante un trayecto. Hermano del rey Carlos III, ha mantenido un perfil más discreto, pero su carácter exigente con el personal del palacio no ha pasado desapercibido (REUTERS) Harry: el más accesible, pero no sin defectos El príncipe Harry, según varios testimonios, era considerado uno de los miembros más fáciles de tratar, aunque no estaba exento de arrebatos de ira. Un antiguo sirviente recordó que en una ocasión movió unos papeles en su escritorio, lo que desató una reacción desproporcionada de parte del duque de Sussex. “Era un poco irónico que se molestara por el desorden cuando, en realidad, él era el más caótico de todos”, bromeó la fuente. Harry, aunque accesible, mostró arrebatos de ira por detalles como el desorden en su escritorio (REUTERS) Entre los empleados del palacio existía incluso una broma recurrente que comparaba a Harry con el Príncipe Regente en la serie de televisión Blackadder, un personaje torpe que necesitaría dos semanas para ponerse los pantalones sin ayuda de un sirviente. Las diferencias irreconciliables y el quiebre de los hermanos Los primeros tiempos de Meghan en la familia real fueron marcados por una relación armoniosa con William y Kate. En el palacio se recuerda con simpatía un momento en el que Meghan y William improvisaron un baile al estilo de los años cincuenta, reflejando la camaradería que en aquel entonces existía entre ellos. Sin embargo, con el tiempo, las diferencias se volvieron insalvables. Los príncipes crecieron unidos, pero las tensiones dentro de la familia real y la llegada de Meghan Markle marcaron una ruptura que parece irreversible (REUTERS) Uno de los detonantes del distanciamiento entre los hermanos fue la manera en que Meghan percibía el papel de Harry dentro de la realeza. Según un antiguo asesor, la duquesa de Sussex le hizo notar a su esposo que no tenía un rol central y que, en comparación con William, su vida dentro de la monarquía era insignificante. “Creo que Harry no había reflexionado tanto sobre su posición como ‘el repuesto’ hasta que Meghan se lo señaló”, aseguró la fuente. El punto de quiebre definitivo ocurrió con la decisión de Harry y Meghan de abandonar sus funciones reales en 2020. Dentro del palacio, esta medida se percibió como una traición, ya que rompía con el principio fundamental de la monarquía: la lealtad a la institución por encima de las ambiciones individuales. Los testimonios de los empleados del palacio muestran que la monarquía británica, pese a su imagen de estabilidad, está atravesada por tensiones, rivalidades y comportamientos difíciles. Desde la estricta disciplina de Kate hasta el temperamento volátil de William y Carlos, pasando por la difícil adaptación de Meghan y la excentricidad de Andrés, queda claro que ser miembro de la familia real es una tarea ardua, incluso para quienes han nacido en la cuna del privilegio. Volviendo al comienzo: siempre hablan...
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