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  • La Andalucía «moderada» de Juanma Moreno

    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/02/2025 17:58

    En las elecciones del 19 de junio de 2022, el Partido Popular de Juanma Moreno obtuvo 58 escaños de los 109 que componen el Parlamento andaluz: mayoría absoluta. Ya venía gobernando la comunidad desde principios de 2019, tras el pacto con Ciudadanos y Vox. Esta es, pues, su segunda legislatura, entrando en el séptimo año de gobierno, por lo que sería conveniente hacer un balance. Cuatro son, en mi opinión, los ámbitos en los que hay que enfocar el juicio sobre un gobierno autonómico: economía y empleo, sanidad, educación y clima político, pues son sobre los que tiene, en mayor o menor medida, competencias y capacidad de influencia. Los demás aspectos (articulación territorial o asuntos sociales, por ejemplo), siendo importantes, no caben en un primer análisis. La Junta de Andalucía es una administración muy grande. El presupuesto de la Junta para este año 2025 es de 48.836 millones de euros, lo que supone alrededor del 22,3% el PIB andaluz. La Junta, además, emplea a 292.000 personas, un 8,3% del total del empleo en la región, de los cuales 115.000 trabajan en Sanidad; 106.000 en Educación; y 46.000, en Administración general. Una administración muy grande con un peso muy importante en la economía de la comunidad, lo que refleja la debilidad estructural de la economía andaluza y de su empleo, al tiempo que subraya la importancia que una buena gestión de la Junta tiene en el bienestar de los andaluces. El desempeño económico de Andalucía en los últimos cuatro años, en la post-pandemia, ha sido muy parecido al de la media de la economía española y con los mismos componentes. Las bases del crecimiento económico andaluz, en el entorno del 3% en el último año, han sido las mismas que las del conjunto nacional: un sólido tirón de las exportaciones (principalmente turismo), un crecimiento del gasto público (por encima de lo prudente, dado el nivel de deuda pública) y un crecimiento inercial del consumo privado, debido al crecimiento poblacional. La inversión sigue en clara atonía y la inversión residencial no despega, generando los problemas de vivienda que se mantendrán la próxima década. En este contexto, la renta per cápita andaluza sigue en el 75% de la media española, en el 65% de la catalana y en el 55% de la madrileña, a pesar de las iniciativas y el optimismo que derrocha el Gobierno andaluz (pues es su obligación y la cumplen), en parte por el déficit de financiación que arrastra Andalucía, en clara desventaja con Cataluña o Madrid, en la media nacional, y que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no va a resolver. Y el problema de fondo sigue siendo ese paro estructural andaluz (doble que el nacional) que las políticas de la vicepresidenta Yolanda Díaz solidifica, a pesar del buen trabajo de la consejera Rocío Blanco en Empleo. Sanidad y educación La sanidad andaluza adolece también de los mismos problemas de la sanidad española. El crecimiento de la población, su envejecimiento y el crecimiento de algunas patologías (especialmente mentales) genera una mayor presión sobre un sistema andaluz de salud saturado por la falta de previsión en la dotación de profesionales sanitarios (de lo que habría que pedir cuentas a las universidades públicas andaluzas) y una organización conceptualmente obsoleta, que le resta eficiencia. El esfuerzo presupuestario de los últimos años es loable en su intención, pero no deja de ser una política insuficiente. De todas formas, los 15.200 millones de euros presupuestados para el sistema público (el 31,2% del total) en 2025 muestran la preocupación del Gobierno, si bien, en mi opinión, le está faltando imaginación para abordar los problemas. Unos problemas que serán dramáticos cuando, a partir del año que viene, se empiece a jubilar la cohorte médica nacida en los sesenta. Una intervención en el hospital Reina Sofía. / CÓRDOBA Las ratios de la educación andaluza están mejorando por encima de la media española. La caída de la tasa de abandono escolar temprano (personas que no terminan la ESO) ha caído desde el 21% de 2021 a menos del 15%, pero se debe tanto a la mejora del rendimiento escolar, cuanto a las nuevas normas de titulación (se puede titular con suspensos). Sin embargo, la ausencia de un proyecto educativo moderno (Primaria y Secundaria tienen objetivos y contenidos similares), así como el fracaso de las didácticas dependientes de los ordenadores (y del bilingüismo), la burocratización de las tareas docentes (los métodos de calidad de «recorta y pega») y la continua improvisación (que desmotiva al profesorado) están lastrando la mejora académica que la menor ratio estudiantes/docente posibilitaría. Los más de 9.000 millones de euros presupuestados no son suficientes si no van acompañados de un nuevo discurso educativo y menos ocurrencias (la Formación Profesional dual, por ejemplo). La rotación en la consejería tampoco ayuda, pero no es el único problema. Dos docentes en un colegio de Córdoba. / A. J. González Por su parte, haber aprobado una universidad on-line y tres sucursales de universidades privadas de Madrid de dudosa calidad no es, ciertamente, un logro en la mejora del sistema universitario. Por su parte, el sistema universitario público, el grueso de la educación universitaria andaluza (más del 90% de los estudiantes), sigue con su inercia, lastrado por unas leyes estatales y una gobernanza que no favorecen su evolución. Balance razonablemente positivo Con un crecimiento económico y del empleo significativo (a pesar de la falta de financiación), con proyectos sectoriales interesantes (muy bien las ideas del consejero Paradela en Industria), con problemas comprensibles en Sanidad y mucha inercia en Educación y en Universidades (a pesar del activismo en ambas consejerías), el balance de mitad de mandato es, en mi opinión, razonablemente positivo. No tanto por los logros, limitados en las áreas más grandes, o por el discurso (la oposición tampoco lo tiene, pues sólo repite mantras de ideología obsoleta de «privatización» y no puede presumir de haberlo hecho mejor en sus casi 40 años de Gobierno), sino por el tono racional del presidente Moreno y muchos de sus consejeros (Sanz, España, Nieto, por ejemplo). Un tono moderado y responsable que contrasta con el grandilocuente de una oposición descabezada y sin ideas. El balance de mitad de mandato refleja la inercia que tienen las organizaciones grandes, especialmente las administraciones públicas del tamaño de la Junta, así como el carácter poco rupturista del Gobierno del presidente Moreno. Quizás ahí esté su éxito. Aunque, en mi opinión, Andalucía necesita más, mucho más. Suscríbete para seguir leyendo

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