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Chajari » Chajari al dia
Fecha: 25/02/2025 22:31
Sucedió el 22 de febrero de 1814. Es ésta una fecha fundamental para entrerrianos y para el federalismo. En años en que tanto se habla de federalismo y tan poco se hace, es bueno recordar esta fecha y lo que sucediera en aquella jornada. Estamos mencionando una fecha muy cercana a otra importante y que fue el 25 de mayo de 1810. A menos de cumplirse cuatro años de aquella gesta, los porteños ya manejaban a su antojo las cuestiones relacionadas con el poder y el gobierno. Con Mariano Moreno aislado de la Primera Junta, separado de su cargo, enviado a Europa y según algunos afirman asesinado en alta mar, la denominada Revolución de Mayo era otra cosa. Moreno murió el 4 de marzo de 1811. O sea, antes que se cumpliera un año de la gesta de mayo. Las figuras porteñas y sus intereses tomaron cuerpo entonces, quedando a la vista de todos. Gervasio Antonio Posadas presidía el Directorio, porque la Junta había dejado de existir. Además, ya se había reunido la Asamblea del año XIII, la que crearía un poder ejecutivo unipersonal, el Director Supremo de las Provincias Unidas. El primero fue Posadas. Hay que recordar aquí que el Litoral y la Banda Oriental no participaron de esa Asamblea. Los porteños no lo permitieron. Eso también hace más importante la fecha que mencionábamos al principio: 22 de febrero de 1814. Aquél 22 de febrero de 1814, las fuerzas federales vencían a los porteños. La Batalla del Espinillo fue de primordial importancia, porque los hombres que defendían las ideas artiguistas vencieron a quienes defendían el centralismo porteño, pero además porque con esa batalla y el triunfo federal se establecía de hecho la autonomía de la provincia de Entre Ríos. No solamente es importante recordar la fecha y los hechos, sino que es fundamental para la entrerrianía conocer los sucesos, ya que tras esa victoria Artigas extendió su idea, afirmó su influencia en las provincias del litoral y formó la Liga de los Pueblos Libres, impulsando otro hecho de primordial importancia: el Congreso de Oriente, primer grito de independencia realizado en Arroyo de la China en junio de 1815. Por supuesto que los porteños rechazaron la decisión de este Congreso, como rechazaron cualquier idea que provenga de alguien que enfrente el centralismo porteño, quienes manejaban el poder mayor y el dinero proveniente del puerto, ignorando abiertamente al interior, salvo porque varias provincias, como las del litoral por ejemplo, los picaneaban para revertir esa situación. Es importante también precisar que la Batalla del Espinillo se olvida a sabiendas, ya que la historia oficial suele recordar sólo lo que fuera positivo para Buenos Aires. Pero lo cierto es que aquél día, el 22 de febrero de 1814, fue más que importante. A 211 años de aquél triunfo federal producido junto al arroyo El Espinillo, a 25 kilómetros de Paraná cerca de la actual ruta 18, hay que insistir en esto para que el olvido impulsado por algunos quede de lado. Hay otro dato de fundamental importancia: la batalla que nos ocupa no sólo dio la independencia a Entre Ríos, sino que unió en ese objetivo la sangre de entrerrianos y orientales contra el ejército porteño. Esto es bueno destacar porque es fundamental hablar de una región histórica y cultural que nos une, más allá de los límites geográficos que algunos impusieron. Por supuesto que Artigas veía en el Directorio porteño un enemigo de la causa grande, nacional, sudamericana, la causa de igualdad de libertad de criollos, indios y negros. Era la causa de los pueblos federales enfrentados a la gran metrópoli. Ésta necesitaba para su existencia y provecho los fondos proveniente del comercio con Europa. Artigas era un indeseable para Buenos Aires. Fue por eso que cuando el jefe militar de la Baxada del Paraná, Eusebio Hereñú, reconoció la autoridad artiguista y destituyó al alcalde Andrés Pazos, Posadas le respondió enviando un ejército al mando del coronel alemán barón Eduardo Kaunitz von Holmberg. Buscaba la sumisión de los federales al punto que las órdenes del porteño indicaban: “El primer objeto de su comisión es apoderarse de todos modos y a cualquier costa de la persona de don José Artigas (…) Luego que esté en disposición de hostilizar lo hará infatigablemente, cortando víveres, convoyes, estorbando la reunión de las familias y de gentes armadas o inermes, desmembrándole las que tenga reunidas ya por medios de dispersión, ya por premios que ofrecerá a los que lo abandonen y el de seis mil pesos al que lo entregue vivo o muerto al citado Artigas (…) Si llegara a apoderarse de éste o de las personas de Barreiro, Otorgués o Texo, los hará fusilar (…) Para que pueda proceder con la debida legalidad publicará el día 16, así en las divisiones militares como en los pueblos de Entre Ríos un bando en que se declare traidores a la Patria a Artigas y sus cómplices. El bando se remitirá oportunamente”. Si releemos con detenimiento las órdenes del Directorio, no costará nada entender dos actitudes. Por un lado la crueldad porteña, y segundo la traición, ya que autorizaba a fusilar y después justificar, sin hacer distinción entre armados y aquellos que no tenían armas ni defensa alguna. Hay que precisar, entonces, que primero había que fusilar a Artigas, a Otorgués, a Texo y los demás y, para que todo parezca legal se enviaba un bando que lo declaraba traidor. Es la misma actitud que le costó la vida a Manuel Dorrego años más tarde. Pero lo que los porteños jamás imaginaron es que Holmberg sería derrotado en El Espinillo por las fuerzas federales conformadas por entrerrianos y orientales, comandadas por Otorgués y Hereñú. Éste último le perdonó la vida a Holmberg y lo liberó. Esta actitud de Hereñú marca otra inmensa diferencia ente porteños y federales. Los primeros, como indicáramos, apuntaban a fusilar. Los segundos querían la libertad, no la muerte, y así lo demostraron. Peleaban por defender lo propio; no por quitarle nada a nadie. Es interesante prestar atención que a fines de enero de 1814, las tropas leales a Artigas habían abandonado el segundo sitio a Montevideo y se retiraron a la costa del río Uruguay. La razón por la que abandonaron el sitio es porque estaban convencidos que Buenos Aires pretendía gobernar el país como una dependencia propia. De manera que cuando se produjo la Batalla del Espinillo habían pasado pocos días del hecho que mencionamos, lo que ubicándonos en la época es menester observar la rapidez con que se movieron las tropas orientales. Artigas estudiaba los acontecimientos y fue así que Basualdo cruzó el río rumbo a Curuzú y triunfó sobre Genaro Perugorría. El paraguayo Matiauda fue hacia el Sur y Corrientes pasó a manos de grupo artiguista. El 20 de abril, el Congreso correntino lo nombró su Protector. A principio de 1815 Montevideo trató de convencer a Artigas. Más tarde, el General Pezuela, intentó hacer lo mismo. La respuesta de Artigas fue terminante: “Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi empeño que ver libre a mi Nación del poderío extranjero”. La Batalla del Espinillo fue la primera de la guerra civil del Río de la Plata. Fue la batalla inicial de la guerra que durante décadas dividió al país entre unitarios y federales. Por esa batalla los federales tuvieron el control de Entre Ríos. También por esa batalla Posadas, obligado, tuvo que admitir la soberanía entrerriana mediante un decreto que debe haber firmado con los dientes apretados. El 23 de abril se declaró la independencia de Entre Ríos y el Directorio inició negociaciones con Artigas, ya que no había podido apresarlo ni fusilarlo, y tampoco envenenarlo, misión que Sarratea le había encargado al mismo Otorgués a cambio de muchas monedas de oro. De manera que Buenos Aires, aunque no quería, tuvo que aceptar la independencia entrerriana, que luego se encargaría de anular en los hechos rechazando los planteos federalistas de los enviados de Artigas como antes había rechazado a los enviados a la Asamblea del año XIII. El profesor Mauricio Castaldo, de María Grande, afirmó que el 22 de febrero de 1814 nació políticamente Entre Ríos como territorio autónomo. No se equivoca este estudioso.
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