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  • Primero la palabra, luego la firma, ahora el WhatsApp

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 24/02/2025 22:23

    “No hace falta ningún vigor para conquistar algo, lo que sea, ya que todo está podrido y se deja someter” “El Mago del Kremlin”, Giuliano da Empoli No sé si todo tiempo pasado fue mejor. Si no lo fue, tal vez sea aplicable la “teoría del eterno retorno” de Nietzsche, todo lo que acontece es la repetición de lo ya determinado y, por lo tanto, no hay lugar para el accionar humano; o la del “corsi e ricorsi” de Giambattista Vico, dónde la historia es un retorno cíclico de las épocas. Un determinismo pesimista. Sin embargo, no lo creo así. Creo que la humanidad ha ido en progreso en muchas áreas. Obviamente, en otras no, porque el comportamiento humano no es lineal. En este último caso, tengo para mí que la palabra, el cumplimiento de la palabra dada, es el instrumento que más se ha devaluado con el correr de los tiempos. Eso de “con la palabra basta” quedó lejos y demodé, obsoleto, rancio, antiguo. El que acepta un compromiso de palabra, se quedó en el tiempo, está condenado a tener una experiencia frustrante. Para asegurar el cumplimiento de las promesas, se creó el compromiso escrito y firmado. La firma estampada en un documento era palabra santa, podía acudirse a los tribunales si no era respetada por el suscriptor. Hoy, en ciertos ámbitos, la firma también quedó también en el tiempo, no es garantía de nada, puede incumplirse como si no hubiera sido estampada apenas unas horas antes. Uno de esos lugares es el Congreso de la Nación. Mientras esto escribo, me remonto a los tiempos analógicos, ésos en que la palabra era sagrada, y me veo escuchando en un viejo wincofon, un vinilo del morocho del abasto: “lari, lara, hoy un juramento, mañana una traición, amores de estudiante, flores de un día son”. Vuelvo en mí, me ubico en el universo digital de estos tiempos, y, nuevamente, el Spotify me repite la canción remasterizada, con la magnífica voz de Carlos Gardel. Vaya, sí, ahí está: la firma de un legislador, de un representante constitucional de las provincias y de sus ciudadanos, no vale un cobre, firmar un proyecto tiene menos valor que los “amores de estudiante”, “hoy un juramento, mañana una traición”. Lo sucedido en el Senado, especialmente con algunos senadores de la Unión Cívica Radical, sobre la constitución de una comisión investigadora para el presidente de la nación sobre la estafa cripto, es verdaderamente patético, aunque no por ello menos repetitivo. Casi se está volviendo una costumbre. Pasó con los jubilados, que fueron apuñalados a traición por un grupo de “héroes” (tránsfugas), que cambiaron su voto. Fueron agasajados por el presidente por la transfugueada, claro una condecoración que no se animan a exhibir. Lo propio aconteció con el pliego de Lijo. Lo extraordinario de todo esto, es que sucede en tiempos en que un líder de cabellera desordenada levanta las banderas de la pureza política, mientras negocia, “en un toma y daca”, con la casta que dijo venía a borrarla de la política. Amenazas, promesas de fondos, no sé si algún dinerillo extra para las alicaídas finanzas personales o provinciales, son fuertes incentivos para dar una vuelta de campana y acceder a los deseos presidenciales. No fue la palabra, tampoco la firma estampada unas horas antes, fue la lluvia de whatsapp con amenazas y promesas, los que hicieron el milagro: lo que apenas instantes antes era la formación de una comisión investigadora, se convirtiera en el archivo del proyecto. El triángulo funcionó. No me refiero al triángulo de hierro, hoy devaluado, sino al que forman la casa rosada, los gobernadores “amigos” y los senadores. No importa lo que firmé, lo que prometí, mis convicciones política y morales, no importa que mi credibilidad se vaya al tacho, en defensa de los intereses de mi gobernador, estoy dispuesto a inmolarme en el altar de las promesas falsas. Y, así, ese Milei que nos había traído el viento fresco de la nueva moralidad en política, consiguió que fracasara la formación de una comisión senatorial que lo iba a investigar por la estafa $LIBRA. Mirá si tiene suerte el libertario. El fiscal a cargo de la investigación judicial, Eduardo Taiano, tiene un hijo, Federico Taiano, que fue designado por el presidente en agosto de 2024, en un importante cargo en el área de Jefatura de Gabinete a cargo de Guillermo Francos. ¡Oh! (fuente: La Política On Line.com). Por suerte, queda la investigación de la Oficina Anticorrupción, dependiente del presidente de la nación. Están a tiro de decreto, ¿investigarán a su jefe? Hay bingo en la sala. Hoy, se tiene más temor a la investigación yanqui que a la criolla. Por si las moscas, un viajecito a los EEUU sirve para desaparecer de escena, chuparle las medias al mandamás del norte, y mostrar cara de “nada” ante el tesoro estadounidense y el FBI. Nunca se sabe. Una motosierra de regalo no viene nada mal. Hay que decirlo, para demostrar que la coherencia en política es un bien muy apreciado. Ni el Pro, menos la UCR, nunca dejan tirado a Milei, siempre están comedidos y ofrecidos para hundir a los jubilados, aprobar el pliego del candidato a la Corte más cuestionado de la historia, Ariel LiJo, o evitar que el libertario sea investigado. Una mano lava a la otra.

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