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  • Palabras y autoritarios

    » Diario Cordoba

    Fecha: 24/02/2025 05:10

    Es fácil subirse a una peana y pontificar sobre el bien y el mal desde un salón apacible. Elevarse dos palmos del suelo y sentar cátedra sobre los horrores que ocurren a miles de kilómetros. Clamar por la bondad, la dignidad, la paz y la libertad cuando nada de eso se tambalea bajo los pies. Pero qué difícil es seguir alzado cuando se planta cara a los desmanes de la propia familia, comunidad o gobierno. El coraje de enfrentarse a los tuyos. Como esos 350 rabinos estadounidenses que, la semana pasada, pagaron una página de publicidad en The New York Times: «¡El pueblo judío dice no a la limpieza étnica!». En ella condenan la propuesta de Trump -aplaudida por Netanyahu- de obligar a los dos millones de palestinos que han sobrevivido a la masacre de Israel a abandonar Gaza El valor de seguir hablando. Como la poeta y activista rusa Daria Serenko (Jabárovsk, 1993). Empezó a escribir Deseo cenizas para mi casa (Errata Naturae, 2025) en la celda donde cumplía condena por difusión de «simbología extremista». El libro, un trenzado de novela, poesía y testimonio, es un puñetazo en la pared, una lágrima resbalando por la mejilla, una mirada inundada de nieve. Hay páginas tan bellas y tan terribles que es posible oler el miedo, el dolor y la lucha. Como ese relato de los cadáveres de los jóvenes soldados yaciendo junto a sus novias aún vivas: «Las mujeres suspiran y se acuestan a su lado, tratando de ocultar su asco; pobrecitos». O ese fragmento en el que la hija de un madero sale a la plaza junto a otros activistas y ve el rostro de su padre en el semblante de cada antidisturbios. Él, por su parte, también ve en cada activista a: «su hija, con el rostro de su patria / su patria, con el rostro de su hija». Serenko, actualmente exiliada en España, es hija de un militar. En estos días en que la política de la barbarie, la humillación y la muerte trata de imponerse, los que plantan cara a los autoritarios nos regalan palabras para superar el estupor y huir de la genuflexión. Al menos, no les fallemos. *Periodista

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