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  • La poesía de Juan A. Bernier

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/02/2025 18:05

    Juan Antonio Bernier (Córdoba, 1976) es poeta, traductor, profesor, cineasta y gestor cultural. Ha recibido premios como el Ojo Crítico de RNE, el Premio Nacional al Fomento de la Lectura y el Manuel Alcántara. ¿Influyó su apellido en su decisión de hacerse poeta? Mi inclinación fue absolutamente natural; mi decisión de dedicarme a la literatura sí estuvo muy afectada por el hecho de que existiera un precedente familiar de éxito. ¿Diría que eso le ha beneficiado? Sí, sin duda, es un apellido sonoro y que conlleva una serie de connotaciones normalmente positivas. Por otra parte, me ha supuesto una gran responsabilidad. Yo he construido mi nombre desde algo preexistente y eso genera una serie de turbulencias tanto en tu propia visión sobre ti mismo como en la visión que los demás tienen de ti. Su poesía adulta nació a caballo entre Cabra y Sofía. Pues sí, es una poesía hecha desde la periferia. Primero en Córdoba, luego cuatro años en un pueblo de la Subbética y otros cuatro en los Balcanes. Cuando vivía en Cabra o en Burgás, no me relacionaba absolutamente con nadie del mundo literario. De mi libro ‘Árboles con tronco pintado de blanco’ no hice ninguna presentación en España. Aunque, cuando uno está fuera, sus lecturas le traen de vuelta. Totalmente, la lectura más intensa que he hecho de ‘El Quijote’ fue a -20º, rodeado de nieve, en Sofía. En ese silencio uno puede enfrentarse con cuestiones que son, además, muy espirituales, que tienen que ver, más que con el género o la disciplina literaria, con la vivencia real de la literatura, con la forma en que la literatura te afecta en tu forma de estar en el mundo. Mucha gente descubre que es española cuando se va fuera. No solamente he descubierto que soy muy español en el extranjero, sino también muy andaluz. Que no es una cosa que yo la piense todos los días, pero es pasar de Despeñaperros y constantemente me lo recuerdan. ¿Y su relectura de la lírica medieval? La intensidad de esa la lectura de ‘El Quijote’ fue paralela a la de releer toda la poesía española desde los primeros vagidos de la lengua, que son los de la lírica tradicional de tipo popular. Lo que hice fue una relectura en clave posmoderna de la lírica tradicional, su fragmentariedad, cierta imperfección anticlásica... muy guiado también por la canción intelectual de Juan Ramón Jiménez, que hizo una lectura menos folclórica que la de Lorca y Alberti, y yo he seguido ese camino. No le tembló el pulso a la hora de reintroducir la rima. Estaba proscrita completamente. Pero, para mí, cualquier opción, aunque se inscriba en la poética dominante, es una opción fracasada. Puede que luego ese fracaso no sea tal, pero yo siempre parto del fracaso. Eso me libera muchísimo. ¿Se considera un poeta tradicional? Me considero un escritor que hace poesía de autor. Autor es quien consigue imprimir una serie de rasgos que lo hacen inconfundible y difícil de imitar. Para mí son pocos los poetas autores. Más que ser moderno o tradicional, me interesa escribir una literatura en la que me reconozca plenamente. Se le señaló también como «neosimbolista». En realidad, lo que se quería señalar era mi influencia de la poesía de Luis Muñoz. Luis Muñoz ofrecía, a finales de los noventa, algunas formas de salir del laberinto de la poesía experiencial, realista, en la que nos habíamos educado, y el simbolismo era una de ellas, no la más extrema precisamente. ¿Cómo se incardina el pensamiento lógico y la plasticidad de la imagen en su poesía? La imagen plástica tiene una importancia capital, porque pienso en imágenes, más que en ideas. De hecho, mis libros se han caracterizado por la ausencia de ideas, lo que hay son demostraciones estéticas de las ideas que subyacen. Solamente a partir de ‘Fruto previo’ he empezado a expresar ideas. Con anterioridad, son afloraciones del pensamiento a través de imágenes plásticas y sonidos. En mi poesía, el pensamiento es, más bien, un pensamiento asociativo, ni lógico ni antilógico, sino de otro orden. ¿Qué significa ‘Fruto previo’? Proviene de un verso: «Fruto previo a su flor/ mi odio reflexivo». Es un ejercicio de violencia, porque en el ciclo de la naturaleza lo normal es que la flor preceda al fruto, mientras que aquí es el fruto el que precede a la flor. Lo resumiría en un ejercicio de violencia verbal que contraviene lo que es habitual en la naturaleza y un rechazo moral de cómo se obtienen resultados. Es una expresión irracional también, porque normalmente la relación entre un sustantivo y su atributo, o entre sustancia y accidente, imita los procedimientos de la naturaleza, pero en la poesía es posible pervertir esa relación especular. Normalmente no nos cuestionamos esas relaciones, pero incluso lo que se nos ha dado de forma natural es cuestionable, si no nos satisface. Entonces, lo que hay es una protesta honda, una especie de revelación, pero también de rebeldía. ¿Cómo ha influido su labor docente en su poesía? Me ha ayudado a tener los pies en la tierra, me ha salvado de encerrarme en la torre de marfil. Y también, estar en contacto con niños y adolescentes, año a año, es una gran fuente de inspiración, te posibilita estar cerca de una pureza renovada. Es exactamente lo mismo que me atrae de la poesía popular de hace mil años, lo que está en el albor. ¿Y ‘Breves erizos verdes’? Algo que tienen en común los estudiantes de Secundaria y las personas que no tienen un trato directo con la poesía es que siempre me preguntan las mismas cosas, qué es un poema, para qué sirve un poema... y ‘Breves erizos verdes’ fue mi intento de contestar de la manera más llana y personal posible a esas cuestiones. En algunos poemas se apunta el tema de la trascendencia. Para mí es una cuestión trascendental, nunca mejor dicho. Eugenio Montale decía que el poema es escala hacia Dios y, bueno, la experiencia más directa de la divinidad que yo haya podido tener ha provenido siempre de la naturaleza y del arte. El arte es una especie de trampolín. El arte y la poesía, para mí, tienen esa función, y es algo que comparto con poetas como Rafael Antúnez y Raúl Alonso. Y es algo que, al igual que la rima, cuando lo he puesto en práctica tampoco estaba de moda, no era posmoderno. Es arriesgado, sí, pero el tiempo de la conversación es limitado, si no lo empleamos adecuadamente, mejor que conteste una inteligencia artificial. ¿A cada época le corresponde un tipo de poesía? La estética del momento es una construcción que se realiza siempre a posteriori. Lo que hay es una conversación exaltada entre distintos creadores. Cuando era más joven, sí creía que el trabajo de un artista era descubrir cuál era la estética de su momento. Ya no comparto esa opinión en absoluto. Suscríbete para seguir leyendo

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