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» Data Chaco
Fecha: 22/02/2025 17:02
Juan Carlos Tuyaré. Existe en el mundo variedad de odio hacia los judíos y se manifiesta de diversas maneras. Algunos sienten envidia por su pasar económico, sin saber que no todos son ricos. Otros no están de acuerdo con lo que definen como intolerancia; es decir, el que ellos no quieran juntarse con quienes no son de su misma religión. Otros, los que se exceden, lo hacen por un problema ancestral. Ellos quieren destruir a Israel y su población porque son portadores de violencias hereditarias de generación en generación. Esta última opción es la más peligrosa porque desea la muerte de ellos y no dudan un solo instante en concretarlo. Queremos hacer énfasis en esta última opción: el odio que los lleva a matar. Conflicto ancestral Decimos que es un problema ancestral porque deriva de una mala decisión de Abraham, conocido en el mundo espiritual como el "padre de la fe". Él fue un gran hombre, portador de un testimonio de vida que nadie podría poner en tela de juicio, sin embargo, como todos los hombres, un día nos equivocamos. Dios lo había elegido como el iniciador de una nueva era, como el iniciador de un pueblo nuevo. Pero cuando es avisado sobre este plan divino para con su vida, ya tenía casi 100 años y su esposa Sara una edad parecida. Aun en esas condiciones Dios le promete que le daría un hijo, del cual saldría un linaje o descendencia tan grande como la cantidad de estrellas en el cielo. Ese nuevo pueblo se llamaría Israel. "Ayudar" a Dios Pero ese hijo prometido, en el simbólico reloj de Abraham, tardaba en llegar; entonces decide "ayudar" a Dios, y como Sara no quedaba embarazada, resolvieron que debía mantener relaciones con su sierva egipcia Agar, quien cumplido el tiempo da a luz a Ismael. Pasado un tiempo, también Sara queda embarazada, y nace Isaac, el hijo que Dios les había prometido al matrimonio. A esa altura de la historia, Ismael ya era un muchacho y maltrataba a su medio hermano Isaac; también Agar, tal vez por sentirse importante, dejó de respetar a Sara. Esta, cansada por este tipo de conductas, le exige a su marido Abraham que los expulse al desierto. Él no estaba tan de acuerdo con esa idea, pero se le aparece un ángel y le dice que haga lo que Sara le pidió. Apesadumbrado en su corazón, les prepara una pequeña vianda y agua, y expulsa a Agar y su hijo Ismael al desierto. Las inclemencias del lugar acabaron con las fuerzas de ambos pero mientras se apagaban antes de morir, aparece un ángel que le dice que no morirán porque Dios también había dispuesto construir un pueblo a partir de Ismael; así lo hizo, e Ismael se transformó posteriormente en el padre de los árabes. Solo uno es pueblo de Dios Los descendientes de los judíos y los árabes reclaman a Abraham como padre de ellos, y en realidad, desde el punto vista humano, tienen parte de la razón. Pero desde el punto de vista divino solo Israel es pueblo de Dios; no los árabes. Porque nacieron de los lomos de Abraham por cuestiones de equivocación humana, pero eso no los habilita para reclamar ser pueblo de Dios. La misericordia divina los alcanzó, pero no les alcanza para ser llamados pueblo de Dios. Esta pelea ancestral se reedita desde entonces y jamás habrá paz entre Israel y Arabia. El ataque de Hamas ocurrido el 7 de octubre de 2023, y la respuesta de Israel, solo es una muestra de ese combate sin fin. Pero Hamas transgredió el límite y se trasformó en un monstruo asesino que no dudo en torturar y matar a dos niños argentinos y a su madre secuestrados aquel 7 de octubre. Asesinos a sangre fría La Nación, publicó: "Los niños Ariel y Kfir Bibas "fueron asesinados a sangre fría por terroristas" de Hamas, aseguró este viernes el portavoz de las Fuerzas de Defensas de Israel, Daniel Hagari, y aseguró que luego "cometieron actos horribles" para encubrir los crímenes. Según la autopsia a sus cuerpos "Los terroristas no dispararon a los dos niños: los mataron con sus propias manos", remarcó en una conferencia de prensa que ofreció en inglés el funcionario." Robar, matar y destruir no son rasgos que provienen de Jesús; al contrario, él dijo que vino para que las personas tengan vida y la tengan en abundancia. Esa es la diferencia entre quienes roban, matan y destruyen por sus ideas y quienes mueren víctimas de sus atrocidades. Desde el punto de vista humano, el aterrador silencio de las organizaciones internacionales ante tremendo crimen, demuestra una vez más, que son solo eso: organizaciones que poco o nada sirven para beneficio de la humanidad.
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