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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/02/2025 05:12
Malcolm X en 1963. Había recibido varias amenazas de muerte y era vigilado de cerca por el FBI (Foto AP/Robert Haggins) Nació en Omaha, Nebraska, en 1925, como Malcom Little. Fue un chico huérfano, junto a sus hermanos, porque su padre, un luchador por los derechos civiles de los negros, murió asesinado cuando él tenía seis años y su madre enloqueció y debió ser internada en un hospital psiquiátrico. Vivió en casas de familia que quisieron adoptarlo. Dejó el colegio porque un maestro le dijo que su idea, la de convertirse en un abogado, no era asunto de la gente de su raza, que mejor estudiara carpintería. Se metió desde muy chico en el hampa de Boston y de Nueva York. En 1945, a los veinte años, fue condenado a diez años de cárcel por robo, todos en casas de ricas familias blancas. En la cárcel su vida cambió. Y su nombre también. Se hizo llamar Malcom X porque esa letra, la X, era el símbolo de su verdadero apellido africano, el de sus antepasados, borrado para siempre. Tras las rejas descubrió el islam, se convirtió en un seguidor de las enseñanzas de Elijah Muhammad, por entonces líder de la llamada Nación del Islam, un movimiento afroamericano que combinaba la religión con el nacionalismo negro. Volvió a cambiar su nombre por el de El-Hajj Malik El-Shabazz. Pasó a ser un líder rebelde, contrario al pacifismo que predicaba en aquellos años, los venturosos años 60 que terminaron en tragedia de otro pastor negro, Martin Luther King. Su radicalización hizo que el islamismo entrara de lleno en la política de los Estados Unidos, y también del mundo, mientras era él mismo acusado de racismo y violencia. Abandonó la Nación del Islam embroncado con su mentor. Viajó a La Meca donde se convirtió al sunismo; se declaró comunista, el FBI le puso más ojos que los que ya tenía sobre él, lo mismo hizo la CIA. Tal vez esos pasos delinearon su propia firma debajo de una sentencia no dictada de muerte. Los últimos años de su vida transcurrieron en un país sacudido por el asesinato del presidente John Kennedy, en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. El 21 de febrero de 1965, Malcom X se disponía a hablar en nombre de su ahora propia organización, la Muslim Mosque, Mezquita musulmana, en el Audubon Ballroom de Manhattan. Llegó a saludar al público con el tradicional “Salaam Aleikum”. Oyó el también tradicional “Aleikum Salaam” como respuesta, estalló un alboroto, alguien arrojó una bomba de humo y Malcom X recibió varios balazos: al menos uno fue disparado por una escopeta, otros a punta de pistola. Según la policía, fueron más de ocho. Los testigos dijeron que fueron treinta. Malcom X murió convertido en uno de los líderes más importantes de los derechos civiles de los negros. Había vivido la vida de cien personas. Tenía treinta y nueve años. El nombre con el que había sido bautizado al nacer era Malcom Little. Reemplazó el Little por X. Esa letra simbolizaba el apellido africano de sus antepasados (EFE) El padre de Malcom X, Earl Little, tuvo diez hijos: tres con su primera mujer, siete con la segunda. El cuarto de esos siete hijos fue Malcom. En 1931, Earl Little murió en circunstancias muy extrañas en Michigan, adonde la numerosa familia se había mudado. La policía dictaminó que se trató de un accidente; al parecer, Earl cayó bajo las ruedas de un tranvía. Pero en su autobiografía, “The autobiography of Malcom X”, su hijo cuestionó la supuesta causa de la muerte de su padre y lo mismo hizo la comunidad negra: afirmaron que había sido víctima de un “accidente” planeado y ejecutado por la “Black Legion”, un grupo supremacista blanco que los había amenazado y a quienes acusaban de haber incendiado la casa de los Little en 1929. La madre, Louise Norton sufrió una crisis nerviosa y fue declarada legalmente insana en diciembre de 1938, cuando Malcom tenía trece años. Fue internada en un hospital psiquiátrico estatal y allí estuvo durante veintiséis años, cuando su hijo, junto a sus hermanos, se hizo cargo de ella. Malcom Little, que todavía no era X, fue un buen estudiante secundario hasta que chocó con el racismo de uno de sus profesores que echó por tierra su idea de ser abogado: el tipo le dijo que esa profesión no era “un objetivo realista para un negro”. Como sus hermanos, Malcom vivía entonces en las llamadas “casas de hospitalidad”, con familias que, por un subsidio estatal, se hacían cargo de un huérfano. En 1941 fue a vivir a Boston con una media hermana, según narró en su “autobiografía”, confesada a, y escrita por, Alex Haley, aquel célebre autor afroamericano que en “Raíces”, contó la odisea del chico Kunta Kinte y su vida en Estados Unidos. Malcom fue lustrabotas en Boston, decía con orgullo que alguna vez había hecho brillar los zapatos del célebre pianista Duke Ellington, entre otros consagrados músicos negros; repartió sándwiches en los vagones del New Haven Railroad, así conoció New York adonde iría a vivir; dejó Boston para regresar a Michigan con dieciocho años recién cumplidos. Volvió a New York, vivió en Harlem, y se metió en problemas. Fue mozo en un club de jazz, Small’s Paradise, trapicheó drogas en pequeña escala, gestionó apuestas, robó casas, se batió en peleas callejeras. El color cobrizo de su pelo le ganó el apodo de “Detroit Red”. En 1943, a los dieciocho años, fue declarado “mentalmente incapacitado para el servicio militar” y eludió ser enviado al Pacífico, cuando Estados Unidos estaba metido de lleno en la Segunda Guerra Mundial. Volvió a Boston en 1945 y junto a su novia, Sophia, una chica blanca, armó una banda de ladrones dedicada a esquilmar las mansiones de los blancos con dinero. Lo detuvieron el 12 de enero de 1946 y lo condenaron a entre ocho y diez años de cárcel en la prisión estatal de Massachusetts. Fue un preso complicado. Padecía ataques de furia, insultaba a las religiones, pasaba parte de sus días en las celdas de castigo, hasta que conoció a Elton Bembry, a quien citó como “Bimbi” en su autobiografía, que lo convenció de que se educara a sí mismo. Tiempo le sobraba. Desde entonces, Malcom, que todavía no era X, se convirtió en un lector voraz y poco a poco se interesó en el islam. Su hermano Philbert fue el primero que, en una carta, le habló de una organización llamada Nación del Islam. Otro de sus hermanos, Reginald, le dio un consejo sabio, también por carta: “Malcom: no comas más carne de cerdo ni fumes tabaco, te mostraré cómo salir de la cárcel”. Uno de los mejores boxeadores de la historia, Cassius Marcellus Clay Jr., quien adoptó el nombre musulmán de Muhhamad Ali, junto a Malcom X en Harlem, Nueva York, Estados Unidos, en 1964 En febrero de 1948, el condenado Malcom Little fue enviado a la cárcel experimental de Norfolk, también en Massachusetts, que cobijaba una biblioteca muy amplia en la que el nuevo interno pasó gran parte de sus días. Amplió su vocabulario, mejoró su sintaxis, transcribió a mano un diccionario entero, brilló como orador en los debates organizados por las autoridades del penal, ya había despuntado como tal en la prisión estatal y, en suma, encontró un motivo para vivir. Se ganó la libertad condicional el 7 de agosto de 1952, a los veintisiete años, después de pasar seis años detrás de las rejas. Luego, resumió: “Hubo meses en los que pensaba que no estaba encarcelado. De hecho, hasta entonces, nunca había sido tan verdaderamente libre en mi vida”. Lo primero que hizo como hombre libre, fue ponerse en contacto con el líder de la Nación del Islam, Elijah Muhammad, con quien se había carteado cuando estaba en prisión. Viajó a Chicago para conocerlo, Muhammad fue el máximo dirigente de la NOI (Nation of Islam) y, como muchos de sus miembros, Malcom Little cambió su apellido por el de Malcom X. “La X musulmana –confesó luego– reemplaza el apellido del amo blanco que algún diablo de ojos azules llamado Little impuso a mis antepasados paternos”. En 1953 se declaró comunista. De inmediato, el FBI que dirigía J. Edgar Hoover, le abrió un expediente y lo puso bajo vigilancia. El FBI tenía bajo la lupa a la Nación del Islam. Formaba parte de las organizaciones y personas a las que Hoover investigaba porque las consideraba peligrosas para la seguridad de Estados Unidos. Las tenía a su cargo el director del COINTELPRO, (Counterintelligence Program), William C. Sullivan, una de las manos derechas de Hoover. El FBI manejaba y cotejaba la información sobre Malcom X con la unidad de inteligencia de la Policía de New York, BOSSI, (Bureau of Special Service and Investigation), que había registrado las andanzas de Malcom en sus años jóvenes. En los años 70, cuando algunos de los programas secretos del FBI y de COINTELPRO fueron conocidos, se reveló algunas de las estrategias seguidas por esa agencia federal para desbaratar las organizaciones de derechos civiles en los años 50 y 60. La Nación del Islam había descubierto en los años previos al asesinato de Malcom X, que John Ali, secretario nacional de la NOI era una gente encubierto del FBI. Malcom X había confesado a un periodista que Ali había agravado las tensiones entre él y Muhammad, cuando ambos disputaban el liderazgo de la organización. La noche antes del asesinato de Malcom X, Ali se reunió con Talmadge Hayer, uno de los condenados por el crimen, conocido antes como Thomas Hagen. Malcom X, que en 1958 se había casado con Betty Shabazz, con quien tuvo seis hijas, creció velozmente en la estructura de la Nación del Islam. Su capacidad, y también sus ideas, lo colocaron en franca competencia con Muhammad. Promovió el islam, calificó a los blancos como “diablos”, predijo el ascenso de los negros en la escala social y fue responsable de alguna manera del crecimiento de la organización: el número de afiliados pasó de quinientos en 1952 a veinticinco mil en 1964. Fue Malcom X quien inspiró al campeón mundial de boxeo Cassius Clay a unirse a la Nación del Islam y a cambiar su nombre por el de Muhammad Ali. Malcom X fue el cuarto de los diez hijos que tuvo su padre con dos mujeres diferentes (Marion S. Trikosko/ U.S. News & World Report) Mediara o no la mano del FBI, el choque entre Muhammad y Malcom X era inevitable. El joven activista esgrimía posiciones más duras, proyectaba su figura fuera del movimiento, había alcanzado una gran popularidad y era el preferido de los medios de comunicación. En 1960, cuando Fidel Castro visitó New York para hablar ante las Naciones Unidas, Malcom X lo visitó en el hotel de Harlem, el Theresa, adonde el cubano eligió vivir después de ser rechazado por un lujoso hotel de la ciudad. Castro habló en privado con él, Malcom X fue invitado a muchas de las recepciones diplomáticas oficiales y se reunió en ellas con el entonces hombre fuerte de Egipto, Gammal Abdel Nasser, con Ahmed Sékou Touré, de Guinea y con Kenneth Kaunda, del Congreso Nacional Africano de Zambia. El 1 de diciembre de 1963, menos de diez días después del asesinato de Kennedy en Dallas, Malcom X fue interrogado sobre el magnicidio. Dio una respuesta extraña y escandalosa: “Son los pollos que vuelven a casa a dormir. Cuando los pollos regresan a casa a dormir, no me siento triste, siempre me alegro”. La parábola de los pollos incluía también a Patrice Lumumba, el líder negro del Congo que había sido asesinado, y al activista negro Medgar Evers, ligado al movimiento de Martin Luther King, asesinado también en junio de 1963, meses antes de Kennedy. Era la primera vez que un dirigente negro se alegraba de que “pollos” de su misma raza hubiesen sido asesinados. Sus comentarios originaron una protesta pública enorme. La Nación del Islam, que había enviado un mensaje de condolencias a la familia Kennedy, ordenó a sus ministros no hacer comentarios ni sobre el magnicidio ni sobre las declaraciones de Malcom, a quien se le prohibió hablar en público por noventa días. El 8 de marzo de 1964, Malcom X anunció su ruptura con la Nación del Islam. Criticó las rígidas enseñanzas religiosas de la institución y prometió crear una organización nacionalista negra que iba a “aumentar la conciencia política de los afroamericanos y trabajar con otros líderes de los derechos civiles, algo que le había sido prohibido por Elijah Muhammad. Latía otro conflicto en el enfrentamiento entre ambos. En su autobiografía, que quedó inconclusa por su asesinato, pero que Haley terminó de escribir de todos modos, Malcom X dijo al escritor que una de las razones de la ruptura había sido la creciente tensión con Muhammad por los rumores cada vez más abundantes que denunciaban que el líder de la Nación del Islam mantenía aventuras extramatrimoniales con las jóvenes secretarias del movimiento, lo que iba en contra de las enseñanzas de la Nación. El propio Muhammad confirmaría esos rumores y los justificó con abundantes referencias a los profetas bíblicos. Malcom X fundó la Muslim Mosque Inc., una institución religiosa, a la que adjuntó la Organización de la Unidad afroamericana, un grupo secular que impulsaba el nacionalismo negro. El 26 de marzo de 1964, en Washington, se vieron las caras con Martin Luther King. Fue sólo un minuto, durante una conferencia de prensa sobre la Ley de los Derechos Civiles que se debatía en el Senado: las diferencias entre Malcom X y Luther King eran tan profundas como las que habían llevado a la ruptura de Malcom con la Nación del Islam. Martin Luther King era entonces, lo había sido desde antes, una figura clave del movimiento por los derechos civiles a través de la lucha pacífica, de la resistencia civil para terminar, entre muchas otras cosas, con la segregación racial. Malcom X calificaba a Luther King como un reformista; no estaba de acuerdo con el camino pacífico de King, ni con la integración racial como objetivo para alcanzar la libertad de los negros: estaba convencido de que los “diablos” blancos nunca iban a considerar iguales a los negros. Malcom X se sumó a la Nación del Islam y cambió su nombre a El-Hajj Malik El-Shabazz. Cuando lo asesinaron tenía 39 años (Olycom/Lapresse) El momento de mayor éxito político de King, el gran discurso revelador que se conoce como “Yo tengo un sueño – I Have a Dream”, que King había pronunciado el 28 de agosto de 1963 en Washington, junto a la gran estatua de Abraham Lincoln, había sido juzgado con dureza por Malcom X: “¿Quién oyó hablar de revolucionarios furiosos cantando himnos tomados del brazo con la misma gente contra la que deberían rebelarse?” El 13 de abril de 1964 Malcom X viajó a La Meca en lo que constituye una peregrinación religiosa ritual para todo musulmán. El 19 dio las siete vueltas alrededor de la Kaaba, bebió del Pozo de Zamzam y corrió siete veces a través de las colinas Al-Safa y Al Marwah, según narró a Haley. Allí adhirió al sunismo, la facción musulmana mayoritaria de la comunidad islámica mundial, devotos de la sunna, la colección de dichos y hechos atribuidos al profeta Mahoma. Aprovechó ese viaje de profunda religiosidad para visitar Egipto. En noviembre de ese año, su proyección internacional estaba a pleno: se había reunido con los principales líderes destacados de África para unir a sus movimientos religioso y secular con el continente de sus antepasados, había hablado en París y había viajado a Gran Bretaña para participar de un debate en Oxford. El debate proponía una singular conclusión anticipada: “El extremismo en la defensa de la libertad no es un vicio; la moderación en la búsqueda de la justicia no es la virtud”. También las amenazas rodeaban la vida del líder negro. El 20 de marzo de 1964 la revista “Life” había publicado una foto de Malcom X con una carabina M1 en los brazos y junto a una ventana. Era un símbolo: el arma era la tradicional de la infantería estadounidense y el clima de la foto revelaba la intención de Malcom X de defenderse, y defender a su familia, de las amenazas que recibía que eran muchas y abiertas, públicas y privadas, y provenían de sus rivales de la Nación del Islam. Fue también en marzo de 1964, que Elijah Muhammad dijo a uno de sus ministros de Boston, Louis X, conocido luego como Louis Farrakhan, que “hipócritas como Malcom X” deberían tener “la cabeza cortada”. La edición del 10 de abril del periódico “Muhammad Speaks - Habla Mahoma”, incluía una caricatura de Malcom X sin cabeza, que rebotaba en el suelo. En julio, John Ali, el tipo sindicado como un agente encubierto del FBI que era secretario nacional de Nación Islámica, dijo a la prensa: “Cualquiera que se oponga al honorable Elijah Muhammad pone en peligro su vida”. El 4 de diciembre, en “Muhammad Speaks”, Louis X declaró: “Un hombre como Malcom es digno de muerte”. En junio de 1964, el FBI registró dos amenazas contra Malcom X. La primera el 8, un hombre llamó a la casa del líder negro y le dijo a su mujer: “De él dicen que es bueno como hombre muerto”. Cuatro días después un informante del FBI dijo que alguien lo había alertado por teléfono: “Malcom X va a ser liquidado”. En junio de 1964, la Nación Islámica demandó a la familia de Malcom X en reclamo de la casa en la que vivían en Queens. La familia recibió la orden judicial de desocuparla. El 14 de febrero de 1965, la noche anterior a una audiencia destinada a aplazar la fecha del desalojo y una semana antes del asesinato de Malcom X, la casa fue incendiada. Sus ocupantes salieron ilesos. Nadie fue acusado de ningún delito. El 21 de febrero de 1965, en una reunión de las dos entidades que dirigía, Muslim Mosque y de la Organización de la Unidad Afroamericana, Malcom X se disponía a hablar en el escenario del Audubon Ballroom de Manhattan, en la calle 165 Este. Llegó a saludar a su público con el tradicional “Salaam Aleikum” y oyó también la tradicional respuesta. Después, todo estalló. Según los testigos, alguien gritó: “¡Negro! ¡Quita la mano de mi bolsillo!” y hubo un forcejeo y alguna corrida. Los guardaespaldas del líder negro intentaron saber qué pasaba y un hombre le disparó en el pecho a Malcom X con una escopeta recortada. Otras dos personas le dispararon con pistolas unas dieciséis veces. Uno de los asesinos fue capturado, los demás huyeron. Malcom X estaba muerto al ingresar al Centro Médico de la Universidad de Columbia. El detenido era Thomas Hagan, conocido como Talmadge Hayer. Los testigos identificaron a otros dos sospechosos: Norman 3X Butler y Thomas 15X Johnson. Norman 3X fue conocido luego como Muhammad Abdul Aziz, Thomas 15X se llamó luego Khalil Islam; ambos pertenecían a la Nación del Islam y Thomas 15X era miembro de la guardia de elite de Elijah Muhammad. Los tres eran musulmanes negros y Malcom X se convirtió así en el primero de los líderes por los derechos civiles en ser asesinado por miembros de su raza. Muhammad A. Aziz y Khalil Islam dos de los condenados por el asesinato de Malcom X. Luego fueron exonerados Hayer negó su participación en el asesinato. Pero durante el juicio admitió haber disparado en el cuerpo a Malcom X, pero que Butler y Johnson no habían tenido nada que ver, aunque se negó a dar el nombre de quienes se habían unido a él en el asesinato. La justicia condenó a los tres a cadena perpetua. Entre 1977 y 1978, Hayer reafirmó su declaración que exculpaba a Butler y a Johnson. Esta vez nombró a cuatro personas, todos miembros de la Nación del Islam, que habían participado del crimen. Uno era Wilbur McKinley, que había arrojado una bomba de humo para crear confusión. Otro era un tal William Bradley, que empuñaba la escopeta y fue el primero en abrir fuego contra Malcom X. El tercero fue identificado como Leon David, que había disparado su pistola junto a Hayer. También mencionó a Benjamin Thomas como partícipe de la conspiración. Pero las autoridades no estuvieron convencidas de que la investigación merecía ser reabierta. Butler salió en libertad en 1985 y fue jefe de la mezquita de Harlem de la Nación del Islam. Mantuvo siempre su inocencia. Johnson fue puesto en libertad en 1987; en la cárcel rechazó las enseñanzas de la Nación del Islam y se convirtió al sunismo. También mantuvo su inocencia hasta su muerte, en 2009. Thomas Hagan, o Talmadge Hayer, fue puesto en libertad en abril de 2010, después de pasar cuarenta y cuatro años en la cárcel. En 2021, Abdul Aziz y Khalil Islam, (Norman 3X Butler y Thomas 15X Johnson) fueron exonerados de sus condenas por asesinato luego de que un documental titulado “¿Quién mató a Malcom X?”, de Abdur-Rahman Muhammad hallara evidencias de que el FBI y el Departamento de Policía de New York habían retenido evidencias claves durante el juicio.
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