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    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/02/2025 04:52

    El pasado no siempre vuelve. De hecho, gran parte de él lo lacera el olvido, que por cierto hace un trabajo impecable. Por eso nos fascinan tanto esos pulsos que borbollan desde el pretérito; unas conexiones que al mismo tiempo pueden ser telúricas y amoldarse a las convenciones de los hombres. Vuelve, por ejemplo, el obispo Osio, con el proceso de canonización más largo que vieron los siglos. Mil setecientos años ha tenido que aguardar el gran teólogo cordobés para subir a los altares de la Iglesia católica; una decisión que congratula a los ortodoxos, que ya hace tiempo lo incorporaron a su santoral. La conmemoración del concilio de Nicea favorece este desagravio y nos aviva aquella época de turbulencias doctrinales que marcaron la senda del cristianismo y dejaron extinto al arrianismo, igual que desaparecieron los neandertales. Más reciente es la figura de Rafael de la Hoz, con esa concatenación de actos que arrancaron el año anterior para celebrar el centenario de su nacimiento. Seguimos siendo un país de exaltaciones funerarias, aunque nuestro insigne arquitecto conoció en vida muchos reconocimientos. Fue presidente de la Unión Internacional de Arquitectos; y la Cámara de Comercio de Córdoba, uno de sus proyectos más señeros, figura en todas las antologías de la arquitectura española del siglo XX. Para Norman Foster, el edificio Castelar -en Madrid y en la Castellana por más señas- es el gran referente arquitectónico español del último tercio del pasado siglo. Las alturas estéticas casan en su obra con la funcionalidad, como es el caso del parque Figueroa. Vuelve de La Hoz gracias a las exposiciones que exaltan su perfil humanista, y al tesón de su comisario. Francisco Daroca ha desempolvado el viejo proyecto de construcción del ayuntamiento en los jardines de la Victoria, casi el arca de la alianza de las ensoñaciones de nuestro arquitecto. Hay en este proyecto un propósito de diafanidad y transparencia, para simbolizar el acercamiento a la cosa pública, precursor de la misma visibilidad de la cúpula del Reichstag diseñada por el propio Foster. Los arquitectos cordobeses han acogido con entusiasmo la posibilidad apuntada por el alcalde de retomar aquellos viejos planos. Bellido ha lanzado el órdago del viejo nuevo ayuntamiento, indisociablemente asociada al escepticismo del escarmiento. Para la oposición, las declaraciones del alcalde se parangonan a una ocurrencia mitinera, casi una ‘boutade’ que nos retrotrae al frustrado Palacio de Congresos de Koolhaas, auspiciado por Mellado. Está claro que la ciudad de los cuatro patrimonios no puede presumir de edificio consistorial, cuya cacofonía de miscelánea setentera se agiganta al hallarse a la vera del Templo Romano. Es posible que esta iniciativa more definitivamente en el reino de las maquetas, pero sigo apostando por los grandes sueños que benefician a la ciudadanía y atirantan la belleza de una ciudad. *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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