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» Diario Cordoba
Fecha: 18/02/2025 04:41
El aislamiento occidental de Rusia está a punto de pasar a mejor vida. Por primera vez desde que comenzara la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, un secretario de Estado de Estados Unidos se reunirá formalmente con su homólogo ruso para tratar de mejorar las relaciones bilaterales entre ambos países y abordar fórmulas para alcanzar un alto el fuego en Ucrania. La reunión entre el estadounidense Marco Rubio y el ruso Sergei Lavrov, prevista para este martes en la capital de Arabia Saudí, es fruto del acercamiento al Kremlin impulsado por Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca, un golpe de timón que ha ido acompañado en paralelo de una indisimulada hostilidad hacia sus aliados europeos. El nuevo orden impuesto por Washington quedará escenificado en la reunión de Riad, a la que no han sido invitados ni representantes de Ucrania ni de la Unión Europea. El cónclave en la capital saudí ha avivado las alarmas en Bruselas, todavía entumecida por la mala resaca de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Los altos cargos de la Administración Trump aprovecharon la cita para dejar en el aire el compromiso de EEUU con la seguridad del Viejo Continente y adoptar muchas de las posturas rusas en Ucrania antes incluso de empezar a negociar. La sonora bofetada ha movilizado a los líderes europeos, que este lunes se reunieron en París para buscar una posición común frente al órdago de la Casa Blanca, que no ha tenido reparos en enviar un cuestionario a sus socios europeos para sondear su disposición a proporcionar garantías de seguridad a Kiev como parte de un eventual acuerdo y enviar tropas de paz al país para mantener el alto e fuego. Todo ello después de que el general Keith Kellog, enviado especial para Ucrania, dejara claro en Múnich que su Administración no pretende contar con Europa en las negociaciones. La crudeza de Kellog ha sido matizada este martes por Rubio. El canciller ha asegurado que tanto Kiev como Bruselas participarán en el diálogo una vez comiencen “las verdaderas negociaciones”, palabras que llegan después de que Ucrania mostrara su rechazo enérgico a quedar al margen de las conversaciones que pretenden decidir el futuro de su país. “Nunca aceptaremos un acuerdo firmado a nuestras espaldas sin nuestra participación”, dijo el domingo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, tras aclarar que su gobierno no fue informado de la cumbre ruso-estadounidense en Riad. Sin precedentes en tres años Esa reunión será la primera a alto nivel desde que los jefes del espionaje de ambos países se citaran en Turquía a finales de 2022 para prevenir una escalada nuclear en Ucrania. Desde entonces, solo ha habido otro encuentro reseñable: la reunión de informal de apenas 10 minutos que mantuvieron Lavrov y Anthony Blinken, el predecesor de Rubio, en el G20 de la primavera de 2023. Ahora el contexto ha cambiado. Washington ya no pretende aislar a Rusia, sino rehabilitarla, como trascendió de la llamada entre Trump y Putin de la semana pasada, el gesto que puso en marcha el deshielo. “La reunión se centrará en restaurar todo el espectro de las relaciones entre EEUU y Rusia, así como en preparar las posibles conversaciones sobre un acuerdo en Ucrania y organizar un encuentro entre ambos presidentes”, ha dicho el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, sobre la cita de Riad. El propio Trump dijo el domingo que podría reunirse con Putin “muy pronto”, siguiendo la estela de su enviado especial a Oriente Próximo, Steve Witkoff, quien ya lo hizo recientemente durante cuatro horas, según el líder estadounidense. Como primer paso Washington quiere comprobar si, como ha dicho Trump, el Kremlin está abierto a embarcarse en una negociación seria para acabar con la guerra. “Obviamente, el objetivo de todos es determinar si podemos avanzar en este sentido”, dijo Rubio al aterrizar en Arabia Saudí. La Administración Trump ya ha dicho que Ucrania no podrá entrar en la OTAN y tendrá que hacer concesiones territoriales para acabar con la guerra, unas posiciones de salida que han escocido en Kiev y en Bruselas. Algunos allí no han tardado en comparar al republicano con Neville Chamberlain, el primer ministro británico que pasó a la historia por su acuerdo de apaciguamiento con la Alemania nazi en Múnich. “Es ciertamente un planteamiento innovador hacer grandes concesiones antes de empezar a negociar. Ni siquiera Chamberlain cayo tan bajo en 1938. Aquel Múnich ya sabemos lo mal que acabó”, dijo hace unos días el estadista sueco, Carl Bildt.
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