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  • Oscar Ghillione y la reforma educativa en CABA: “Era clave que las escuelas se sintieran parte desde el principio”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/02/2025 04:32

    Oscar Ghillione, subsecretario de Planeamiento e Innovación Educativa del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (Foto: Cortesía Ministerio de Educación CABA) La escuela secundaria en la Ciudad de Buenos Aires mostraba datos preocupantes: sólo tres de cada diez alumnos terminaban la cursada en tiempo y forma, mientras que cuatro de cada diez no alcanzaban los niveles esperados en Lengua y, al considerar Matemática, el número ascendía a seis. Además, el 32% de los estudiantes faltaba al menos dos veces cada diez días y, en promedio, cada uno tenía cuatro materias previas. Con este diagnóstico como punto de partida, el Ministerio de Educación porteño planteó una reforma educativa con el objetivo de generar un cambio profundo en la escolaridad del nivel medio. Secundaria Aprende aborda desde los modos de organización institucional y las dinámicas de enseñanza, hasta la forma en que se acompaña a los estudiantes a lo largo de su recorrido. El nuevo modelo va a tener este año una fase de implementación, que se inicia con 33 “escuelas pioneras” en una experiencia piloto. La intención es recoger métricas y aprendizajes para escalar la reforma y que todas las escuelas secundarias de la ciudad —tanto las de gestión pública como las de gestión privada— la apliquen desde 2027. Con esta reforma se busca que los estudiantes recuperen el sentido de pertenencia en la institución y de pertinencia de sus saberes. “La cultura del aprendizaje tiene que ver con la motivación, con sentirse desafiado, con que te den ganas de ir a la escuela”, decía ayer la ministra de Educación Mercedes Miguel. En el camino de la transformación, durante todo el 2024 se realizaron diagnósticos, se analizaron otras experiencias del país y del extranjero, y se realizaron encuentros con directivos y docentes. “Era clave que las escuelas se sintieran parte desde el principio”, dice Oscar Ghillione, subsecretario de Planeamiento e Innovación Educativa, en diálogo con Ticmas, “para co-construir Secundaria Aprende”. Desde hace casi un año, el Ministerio de Educación de la Ciudad viene trabajando con las 33 escuelas pioneras que impulsarán la reforma Secundaria Aprende (Foto: Cortesía Ministerio de Educación CABA) El plan de este año se sostiene en tres líneas de acción. La primera tiene que ver con la presentación de diferentes documentos que se han ido elaborando, tanto en el orden de lo normativo como de la orientación, para que las escuelas tengan un marco de previsibilidad que les permita proyectar su propio recorrido. A partir de esos textos, cada institución trabajará en su “Proyecto Escuela” con el que definirá los pasos hacia la transformación. La segunda línea de trabajo es la formación docente. A través de espacios colaborativos, con talleres y planificación conjunta, la idea es que los docentes experimenten el tipo de prácticas que se espera que lleven a sus aulas. El tercer eje es el acompañamiento territorial. “No es que dejamos un manual y volvemos a fin de año”, dice Ghillione, “estamos ahí para sostener el proceso”. —¿El rol de los directivos cambia? ¿Cómo va a ser el trabajo con los rectores de las 33 escuelas piloto? —En términos de rol y de responsabilidad no. Pero en cuanto a cómo llevarlo adelante en un contexto con otras condiciones de posibilidad, es distinto. Uno de los ejes de Secundaria Aprende es que los docentes tengan cargos con más horas en la institución. Eso significa que el directivo va a trabajar con docentes que estén más tiempo y que van a desarrollar un mayor sentido de pertenencia, que van a hacer proyectos inteareales o interdisciplinares, que van a acompañar más —y por lo tanto conozcan mejor— a sus estudiantes. El liderazgo aplicado probablemente cambie mucho. Van a poder trabajar mejor en equipo, con más instancias de encuentro, con más idas y vueltas. Van a enriquecer el desempeño docente. —¿Cómo se va a notar ese cambio? —Uno de los ejes que más nos entusiasma de Secundaria Aprende es que los estudiantes logren mayor autonomía progresiva en su recorrido de aprendizaje. Eso implica que los espacios de enseñanza y aprendizaje no sean los que típicamente hay en una escuela, con horarios y días fijos para cada materia. Al generar otro tipo de flujo de los estudiantes y de los docentes en los distintos espacios y temas, se le devuelve al director y a su equipo la posibilidad de ejercer su autonomía en términos de la planificación. ¿Qué quiero que pase? ¿En qué espacios? ¿En qué momentos? ¿Con qué tipo de interacción? ¿Con qué vínculo con los estudiantes? El model Secundaria Aprende fue un largo trabajo de co-construcción entre el Ministerio de Educación de CABA, docentes, directivos y estudiantes (Foto: Cortesía Ministerio de Educación CABA) —Pero en esa libertad de movimientos de los estudiantes, ¿cómo van a encontrar el equilibrio? Los adolescentes también buscan límites. —Yo lo entiendo como una cultura institucional distinta. Entiendo el punto de los límites, y la propuesta de Secundaria Aprende no es, por supuesto, que no los haya. Pero la organización escolar es otra. Genera un proceso de participación con la autonomía progresiva de los estudiantes, de manera tal que los límites son distintos. Hoy en la escuela se da la lógica de las materias, los horarios, los espacios físicos: los límites están marcados por el timbre, por la pared, por una clase de 40 minutos. Si reconfigurás eso, te vas a encontrar con otras reglas. Lo que hay que trabajar con los estudiantes, los docentes, con el director y con toda la comunidad es definir cuáles son esas reglas que hacen que el aprendizaje suceda. —¿Un nuevo pacto académico? —Absolutamente. Pero olvidate por un segundo de Secundaria Aprende: si vas a una escuela técnica, en el horario de taller vas a ver que no todo está tan —entre comillas— reglamentado como en una clase. ¿Por qué? Porque hay un proyecto, hay herramientas, los chicos van y vienen, prueban, y no están haciendo cualquier cosa. El orden en la secundaria va a estar cuidado porque van a tener una motivación intrínseca. Hoy es extrínseca. Lo que queremos es que esa motivación intrínseca se transforme en aprendizaje, en cultura institucional. Eso es algo que los propios estudiantes nos piden. Cuando el año pasado hicimos las encuestas, decían: quiero ir más allá del aula, quiero acreditar contenidos que ya sé, quiero trabajar en procesos donde mis emociones estén incluidas, quiero un aula más flexible. —¿Cómo es la recepción de los profesores? —Yo veo gente con muchas ganas. Primero, porque fue voluntario. Al principio a nivel institucional, y después hablamos con cada profe y les ofrecimos concentrar sus horas en la escuela. Vuelvo un segundo a lo de los estudiantes: los profes también lo ven. Un docente también quiere que sus propuestas sean valoradas, que los chicos se enganchen, que los aprendizajes se den. A ningún profe en la ciudad le gusta que un chico se quede atrás. La gran mayoría de los profesores tiene una ética muy grande. Están comprometidos con hacer bien su trabajo. Y también es desafiante en el mejor de los sentidos: es atractivo ser parte de algo que se está construyendo y que busca resolver nudos a los que no les veníamos encontrando la vuelta. Obviamente hay dudas, porque es una forma de enseñar distinta. Al principio había preguntas sobre lo laboral, pero una vez que eso se fue trabajando y aclarando, aparecieron las ganas de participar, de aprender, de ser protagonistas. No recojo otra cosa. —¿Cuánto tiempo llevan trabajando con los docentes y directivos de las 33 escuelas pioneras? —Más o menos un año. Partimos de un diagnóstico común y buscamos entender el punto de llegada: que todos aprendan, que haya inclusión, que se enseñen los saberes fundamentales. Y trabajamos dimensión por dimensión. Los documentos que ahora están en la web son los finales, pero durante meses tenían una aclaración que decía “Esto es parte de un proceso de construcción”. Queríamos que las demás escuelas vieran el proceso, que va a seguir este año y el que viene, y que se irán sumando más escuelas. Hay dos formas de hacer política: una es la que baja línea, que típicamente es muy resistida. Nosotros propusimos construir esto juntos, pero a la vez había que ir dando pasos, porque si no tardás cien años en cambiar algo que es urgente. Creo que Mercedes Miguel hizo un trabajo muy importante liderándonos a nosotros, como equipo, y conduciendo la conversación hacia afuera. Siempre que llevás adelante un cambio hay gente que no está de acuerdo, y tenés que ser transparente y mostrar el por qué y el hacia dónde y qué vas a hacer en el medio. Cuando hicimos la evaluación del año, la gente valoró mucho ese proceso de construcción de confianza. Para mí, las reformas políticas son reformas de confianza. —¿Cómo se asegura la calidad educativa y el compromiso de los estudiantes, sabiendo que la forma de aprobación es distinta? —Nuestro trabajo fue entender cómo nos aseguramos de que todos los chicos aprendan lo que tienen que aprender. Y encontramos que eso tiene que ver con la planificación de los distintos espacios curriculares desde el punto de vista del docente, y con los materiales y el acompañamiento que el ministerio te ofrece. Pero también hay que garantizar que nadie pase al siguiente nivel sin haber aprobado el anterior. Esa es la propuesta en términos de régimen académico: que no pases al siguiente nivel o año de Matemática si no aprobaste el anterior. Cambia el régimen académico actual, donde vos podías pasar a la Matemática de 4° y tener pendiente la de 3°. Eso es lo que queremos romper. Al mismo tiempo queremos romper con la idea que tengas que repetir contenidos que sí aprobaste. Si me llevé Matemática pero aprobé Historia, por qué tengo que volver a cursarla. No tiene sentido. —¿No va a ser muy complicado el manejo del colegio si un chico tiene que volver al primer nivel de Matemática, pero pasa al segundo de Lengua? Lo pienso en el movimiento de las aulas, en el armado del horario. —La respuesta es: no. Por dos motivos. Primero, porque vamos a hacer un seguimiento y un apoyo mucho más cercano de las trayectorias durante el año. No vamos a esperar a fin de año para ver qué pasó. Si acompañás el proceso durante el año vas a ir trabajando para dar una mejor respuesta. No te vas a encontrar con la sorpresa al final. Y segundo, vas a asegurarte de que todos aprendan lo que tienen que aprender. Volviendo al punto del liderazgo, de la conducción y del equipo docente: van a estar dadas las condiciones para acompañar mejor ese proceso. La idea es que nos enfoquemos en que pases del nivel uno al nivel dos, o de esta unidad a la siguiente, de una manera mucho más pertinente en tiempo y forma.

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