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» Diario Cordoba
Fecha: 18/02/2025 03:59
España se ha convertido en los últimos años en uno de los grandes centros mundiales de reventa de gas natural, impulsada por el terremoto histórico de la crisis energética y por la sacudida al tablero geopolítico y comercial global tras la invasión militar de Rusia sobre Ucrania. España exprimió su amplia red de plantas regasificadoras y armó un enorme negocio de reventa de gas durante la crisis disparando las reexportaciones hasta máximos históricos, aunque el año pasado ya se desinfló y se perdió más de la mitad el volumen de exportaciones de gas. Durante este tiempo, España ha tenido y aún tiene a Rusia como uno de sus principales proveedores de gas. Las energéticas que operan en España han colocado Rusia como segundo mayor suministrador del gas que pasa por el país, sólo por detrás de Argelia, según los datos de Enagás y de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores). La Unión Europea ha dejado fuera las importaciones de gas de la batería de sanciones económicas y vetos comerciales que ha ido armando contra Rusia. Sólo el año pasado dio un tímido paso prohibiendo la reventa a países de fuera de la UE dle gas natural licuado (GNL), el que se transporta por barco, si éste procedía de Rusia. La realidad es que Europa ha seguido importando gas ruso en grandes cantidades, alimentando las arcas de Rusia en los últimos años con la guerra de Ucrania ya en marcha. Y España no ha sido una excepción. Tras la invasión militar de Ucrania, los grupos energéticos que operan en España han importado desde Rusia gas natural por barco por un importe de más de 8.200 millones de euros, según los registros del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés). España ejecutó compras de GNL ruso por importe de 4.111 millones de euros en 2022, en lo peor de la crisis energética y con los precios del gas en máximos históricos desbocados; las compras ascendieron a otros 2.311 millones en 2023; y la inyección de fondos a Rusia ascendió a 1.840 millones de euros entre enero y noviembre de 2024, según los datos del último informe del IEEFA publicado este martes. España, segundo mayor comprador de la UE Las importaciones europeas de gas natural licuado cayeron un 19% el año pasado, gracias a conseguir mantener el consumo continental de gas en su nivel más bajo desde 2021. Sin embargo, las importaciones lde la UE del gas ruso por barco aumentaron un 18% a pesar del objetivo de la Comisión Europea de ir reduciendo la dependencia de los hidrocarburos rusos. Los Veintisiete gastaron el año pasado hasta noviembre 36.000 millones de euros en importaciones de GNL, casi la mitad destinados a compras de gas de Estados Unidos (16.200 millones) pero aún con Rusia como segundo mayor proveedor continental (con transferencias por 6.300 millones). La tendencia general de la UE no se repite exactamente en España, que el año pasado fue desbancada por Francia como principal comprador europeo de GNL ruso. Las importaciones de gas natural a través de los gasoductos de Argelia, Francia y Portugal crecieron un 12,5% (hasta más de 134.200 gigavatios hora equivalentes, GWh) mientras que las llegadas de gas por barco cayeron más de un 26% (hasta casi 204.900 GWh). Sin embargo, frente al fuerte crecimiento de compras de GNL ruso de la UE, las importaciones españolas desde el país euroasiático se mantuvieron prácitcamente estables (con una ligera caída del 0,5%, con 72.360 GWh). Aún así, España fue el segundo mayor importador europeo de GNL ruso en 2024. Las plantas regasificadoras de Bilbao, Mugardos y Huelva estuvieron entre las terminales continentales que más GNL ruso importaron el año pasado. “Dado que la UE planea poner fin a su dependencia de los combustibles fósiles rusos para 2027, debería comenzar por eliminar gradualmente el comercil de GNL ruso desde Francia, España y Bélgica”, recomienda IEEFA en su informe. España se convirtió desde el inicio de la crisis energética en un gran receptor de gas ruso por barco para luego reexportarlo en parte a otros países. Con la red de gasoductos entre Rusia y Europa en punto muerto, España se erigió en un destino prioritario para hacer llegar gas ruso por barco gracias a su enorme parque de plantas de regasificación (que concentra un tercio de toda la capacidad de la UE), para su posterior reventa a otros destinos. Con las últimas sanciones de la UE, las empresas energéticas que operan en el mercado español podrán seguir reexportando el gas ruso, pero sólo si el destino final está dentro de la UE. España se adelantó a sus socios europeos y puso en marcha el pasado verano el sistema para rastrear todo el gas ruso importado con el objetivo de impedir su reventa fuera de la UE y cumplir las nuevas directrices comunitarias. Enagás, el gestor del sistema gasista español y de la red de gasoductos y plantas nacionales, comunicó el pasado 12 de agosto a todas las compañías energéticas que operan en el mercado español la fórmula de aplicación de las restricciones y su entrada en vigor en esa misma fecha. Desde entonces Gobierno y Enagás no han encontrado rastro de reventas ilegales de gas ruso y no han decretado la prohibición de ninguna operación de reexportación desde la extensa red de plantas del país. Sistema único en España España cuenta con un modelo de gestión de las entradas y salidas de gas de sus plantas que particular y que hace funcionar todo el sistema gasista nacional como si fuera un solo almacén gigantesco. Todo el gas que una compañía trae a España por gasoducto o por barco es como si se metiera a una hucha común y esa empresa puede sacar esa misma cantidad para revenderla por cualquier otro punto del país, por cualquier otro gasoducto o en barco desde otra planta de regasificación. Un modelo que dificulta el rastreo efectivo del gas ruso para impedir su reexportación fuera de Europa. En otros países, el vendedor y el comprador de gas deben contratar el servicio de entrega en una misma planta de regasificación. El modelo de tanque agrupado, que así se llama el sistema español, permite que en España se pueda descargar un barco en una planta en Galicia y que otra compañía recoja esa misma cantidad en la planta del Puerto de Barcelona, a cientos de kilómetros de distancia. O el gas puede entrar en barco en Sagunto (Valencia) y acabar siendo comercializado a través de los gasoductos que unen España y Francia.
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