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Parana » Ahora
Fecha: 13/02/2025 13:09
Si fueses un caballo, serías el blanco La luna llena de luz esta noche, como un pan sobre la mesa, como la carcajada en la sala de cine, como la hostia en la manos de una mujer que se traga la fe con los ojos cerrados. Salimos y pisamos el pasto húmedo, olemos los azahares para contarnos la historia del limonero que teníamos en el fondo de la casa de nuestros padres, cuando no alcanzábamos a trepar la primera rama, cuando no sabíamos que la corteza tenía espinas. Hubo hormigas en la casa estos días mientras llovía, antes no nos dimos cuenta, pero los bichos dan sus señales. Un hombre que observa insectos y aves, sabe más que un hombre que sólo mira autos de carrera en la tv a la noche, con un bowl lleno de maní, la lata de cerveza sudando como su cuello a la vuelta del trabajo solo quiere no pensar, pero tampoco piensa mientras hace su trabajo. Fuerza y decir que sí, que ya, que está bien aunque manejar las máquinas, cargar el cemento, reir con los chistes obscenos en verdad no sea divertido, ni el sueldo estimulante. Pero necesita no pensar y ver cómo las curvas le doblan las rodillas, la adrenalina le sube hasta la ingle, más tarde el hombre se masturbará pensando en las promotoras con calzas blancas hundidas entre sus piernas como la boca de una iguana. La luz no es de la luna y sin embargo creemos que nos atrae su brillo, la claridad de las hojas que deberían estar en la penumbra. Nosotras que pisamos el pasto con cuidado de embarrar las suelas, de no estropear la ropa limpia con caca de perro, salimos a mirar esa cosa blanca igual que el techo de nuestra habitación, señalamos con el mismo entusiasmo que la niña. Cerca preparan hamburguesas y la grasa se huele en el aire espeso, seguro corre queso entre los dedos de quien engulle los tres medallones de carne con cheddar y panceta, cebolla frita, pan de queso. Las arterias cubriéndose lentas de residuos. El chico del delivery en la puerta ilumina su cara con la pantalla del celular, juega a rebotar una pelotita en la tabla que desliza hacia los lados. Es peligroso no suspender el pensamiento, mirarnos en el reflejo de un charco, ver la suciedad en la esquina de la pieza, la ropa hojaldrándose, las cucarachas más vivas que nuestra cara. Encendemos la primera vela del ciclo de las lunas después de refregar las zapatillas contra un trapo de piso. Una chica acomoda el alimento en los platos, equilibra colores, quiere formas, dibujar con las cosas que comerán junto a su madre, suspender el apuro, hablar de series, de las travesuras de la infancia, la vez que se rasuró la frente, el pelo creciéndole como pasto duro. Una noche juntas mientras olvida las hilachas, no tenía que creer, se dice, la luz tampoco era suya como esta luna que absorbe al sol y nos genera otra ilusión, piensa la madre. Son mentiras los brillos, pero a veces qué lindo caer como potrillos en el heno, lamer el pezón dulce, acomodarnos para siempre en la panza tibia, en el silencio de un campo claro que nos queda lejos. *
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