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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 13/02/2025 04:30
En un nuevo episodio de Espacio Único, el ciclo de entrevistas de Infobae y Banco Comafi que destaca a mujeres de trayectoria en negocios, industrias y tecnología, Alexia Keglevich, emprendedora, CEO y fundadora de Pax Assistance, compartió su inspiradora historia de lucha y resiliencia. Con más de 40 años de experiencia en la industria de asistencia al viajero, reveló cómo su carrera la ha llevado a transformar el sector. Tras una extensa trayectoria como CEO Global de Assist Card, Alexia se reinventó después de ser despedida durante la pandemia. Fundó Pax en 2021 y redefinió los estándares de la industria, priorizando la agilidad, transparencia y bienestar del viajero. Además de su rol en la compañía, es mentora de emprendedores. “El gran paso de la libertad de la mujer empieza por tener independencia económica”, explicó. Alexia Keglevich: "Lo más importante para una mujer es tener independencia económica". (Candela Teicheira) — Tu historia parece sacada de una serie de Netflix porque te ha pasado de todo y seguís en pie como el ave fénix. Sos hija de un conde húngaro que escapó de la guerra y fundó una empresa en Argentina. ¿Cómo impactó ese legado en tu vida? — Mi padre escribió un libro que se llama Nobleza obliga, con todo lo que eso significa. Ser hija de un conde obliga a ciertas costumbres, por ejemplo. También me permitió ser viajera desde muy pequeña y escuchar historias de la guerra que tocaron muy de cerca tanto a mi padre como a mi madre. Los dos salieron de la guerra y tienen recuerdos de haber perdido todo, de haber sido desterrados, literalmente. Mi padre a los 6 años, hijo de un conde muy renombrado de Hungría, que tenía castillos por todas partes, nannys y todo lo que uno se puede imaginar en la realeza, perdió todo de un momento a otro. Salir escondidos en camiones de la Cruz Roja, haber perdido en su momento contacto con su padre y su madre, haber estado en países donde no conocían los idiomas y no tenían casa, todo esto hizo que yo creciera con historias de resiliencia desde muy temprana edad. — Con un espíritu de lucha... — Cien por ciento. Creo que si hay algo que me enseñó mi padre especialmente es que la vida es una cruzada y por eso también me cuesta mucho disfrutar. — Trabajaste durante 34 años en la empresa que fundó tu papá dedicada a la asistencia al viajero. ¿Te pesó ser “la hija de”? — Sí. Yo a los 16 años quise salir a trabajar y mi primer trabajo fue en una agencia de viajes, siempre relacionada con el rubro del turismo porque desde chica hablo muchos idiomas y viajo. Me presenté en una agencia de viajes y me tomaron enseguida. Mi padre se enteró y me dijo: “¿Por qué no venís a trabajar conmigo? Pero vas a tener que dar el ejemplo: ser la primera en presentarse y la última en irte”. Todo esto que para mí en ese momento fue muy duro, hoy lo agradezco. En ese momento las mujeres no existíamos en el mundo laboral y yo era inquieta. Empecé mi carrera y seguía trabajando, me casé, tuve a mis hijas y seguía trabajando en búsqueda de esta identidad propia, tratando de sacarme el título de “la hija de” y pasó algo muy increíble en el año ‘95, con un crédito me pude comprar una casa y, en ese momento, enamorada, me fui a vivir con una persona que se llevaba muy mal con mi padre. Decidí irme de Assist Card y hacer mi propio camino. Esos cuatro años fueron muy difíciles para mí porque cuando iba a las entrevistas, yo ya tenía 10 años de experiencia laboral, había viajado por Asia, había abierto sucursales por el mundo entero y era agente de marketing. Pasaba todas las entrevistas y en la última me preguntaban: “¿Quién era tu jefe?”. “Mi padre”, respondía yo y me sacaban. Fue duro porque tuvimos que refinanciar la casa tres o cuatro veces, yo tenía a mi hija de 2 años y no tenía plata para la obra social. — Estabas con una hipoteca y con deudas. — Sí. Hasta que un día me llamaron del Banco Río cuando en la cuenta nos quedaban 100 dólares, me acuerdo perfecto. Fui a trabajar al banco, me encantó, estuve en el área de tarjetas de crédito y arrancó una nueva Alexia, una nueva identidad. Me fue bien, crecí, me ascendieron, ganaba muy bien y en el año 2000 o 2001 mi padre me pide que vuelva. Tiró mucho la sangre, la pasión por la asistencia, por ayudar y por este rubro que amo desde chica, así que volví. Unos meses más tarde pasó el atentado de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre del 2001, donde obviamente el mundo se paró y la industria de viajes fue a cero. Así que fue una reinvención de la compañía. Yo ya era CEO, junto a mi padre, era la mano derecha de él. En el año 2011 mi padre decide vender su compañía y la condición del nuevo comprador fue que yo me quede liderando la empresa. Así fue que mi padre se retiró y yo me quedé. Ahí comenzó una nueva etapa. En ese momento ya tenía 36 países y 1600 personas a cargo. — Y un día llegó la pandemia. Era 2020 y el mundo entero se detuvo, incluidos los viajes. Recibís un llamado y te dicen: “Te vas de tu propia empresa”. ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo viviste ese momento? — Fue terrible. No sabía qué estaba pasando, no entendía, sentía una impotencia enorme. Yo estaba en mi casa. Me llamaron y me dijeron: “No tenés más mail, no podés comunicarte con nadie. Estás afuera”. — ¿Te lo veías venir? — No, para nada. Jamás. Después con el diario del lunes, entendí el complot, la traición de los más cercanos. Fue muy difícil porque soy una persona que, por naturaleza, confía, entrega y aquellos a quienes les había dado una mano muy fuerte cuando los elegí como equipo, fueron los mismos que me dieron la espalda en ese momento. Fue difícil. Yo puedo aceptar, como buena corporativa, las decisiones. Pero las formas no las puedo aceptar y fue lo que más me dolió. No pude volver a mi oficina y perdí todo. Yo tenía un solo mail, que era el de la corporación. No podía entrar ni a mis cuentas personales del banco, no podía hacer absolutamente nada. Mi vida se paralizó. No solo eso, todas mis cosas personales estaban en mi oficina: desde mamografías, historias clínicas, escrituras de mis casas, presentaciones a la AFIP, todo lo tenía en mi oficina y nunca más pude volver. Fue algo realmente muy doloroso, me hizo tocar fondo y estuve muy deprimida. Después fui enterándome con el tiempo que mi equipo más cercano hizo su jugada. Aquellos que eran hermanos para mí, gente con la que compartía cumpleaños en mi casa... "Cuando estás trabajando en coherencia con tu propósito, no hay chance de que te vaya mal", explicó Alexia. (Candela Teicheira) — ¿Cómo fue el día después de que fuiste echada de tu propia empresa? ¿Cómo afrontaste esa incertidumbre? — Era la primera vez en 34 años que no tenía trabajo. Era la primera vez que me levantaba y no sabía qué hacer. También mucha gente desapareció porque ya no tenía el título de Alexia de Assist Card y mucha gente está con vos por el título. Pero muchas otras personas aparecían, entonces eso también fue un gran aprendizaje. Me quedo con todos esos que eran incondicionales y que aparecían de la nada. Yo perdí mi identidad de golpe y dije: “Me quedé casi sin vida”. Mis hijas eran grandes y habían decidido irse a vivir afuera. Era la primera vez que me encontraba en mi casa con un silencio ensordecedor y tenía dos opciones: seguir llorando y ser víctima o hacer algo con todo eso. — ¿Cómo manejaste la sed de venganza? — El gran desafío fue transformar todas esas malas emociones en amor. Lo acepté una vez que dije: “No puedo cambiar el pasado, pero sí mi futuro”. Ahí hice el clic cuando sentí paz y dije: “Ya está. Ahora quiero hacer algo con todo este amor que yo tengo y este propósito de ayudar que siempre lo tuve en claro”. Sentí paz, por eso la compañía se llama pax, que significa paz. La fundé el 22 de febrero del 2021, cuatro meses más tarde. — ¿Cómo hacés para salir de ese pozo en el que te sentís completamente desolada? ¿Cómo se emerge de esa situación? — El desafío es, con todas las cosas en contra que puede haber respecto de si sos o fuiste una víctima, tratar de pegar la vuelta porque siempre hay un camino. Yo siempre digo que lo más importante siempre es la voluntad de uno de querer salir de esa situación. La clave es no rendirse nunca. Para mí el mensaje es no bajar los brazos porque en el momento que uno baja los brazos, está perdido. — Sos mentora de emprendedores y de mujeres líderes. ¿Qué consejo le das a quienes están iniciando? — Cuando tenés un emprendimiento no busques dinero, buscá tu propósito. Cuando estás trabajando en coherencia con tu propósito, no hay chance de que te vaya mal. Vas a tener que luchar y trabajar, por supuesto, porque nada viene de arriba ni es fácil. Si vos tenés claro tu propósito, cuando te caes, buscas otro camino, pero no bajas los brazos. No es fácil encontrar el propósito, pero para mí esa es la clave. — Te voy a hacer la pregunta Comafi. ¿Consideras importante la educación financiera de las mujeres para lograr el empoderamiento y autonomía? — Creo que lo más importante para una mujer es tener independencia económica. Es clave. Definitivamente creo que el gran paso de la libertad de la mujer empieza por tener independencia económica.
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