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» Diario Cordoba
Fecha: 13/02/2025 01:27
Dícese del buen profesor de aquel que te mete en las venas las ganas por aprender. Para mí esa es la definición de enseñante. Sin embargo, yo no lo sabía, desde la ESO hasta la Universidad hoy se ha extendido un método que no por nuevo es un progreso y que para mí no es didactismo científico, sino, como mínimo, vulgar pues parece buscar que los alumnos suspendan. La valía de un profesor como maestro, y creo también como buena persona, se vislumbra en el aprecio que cría entre el alumnado y en el gran número de estudiantes que acuden a sus clases. Pero nunca en el gran número de suspensos. Algunas personas, que bien pudieran tener complejos desde la niñez por motivos de su ámbito privado, quieren tener fama de profesores duros porque creen que así se cunde su intelecto excelente (piensan que la gente cree que si exigen tanto es porque ello se corresponde con el alto nivel que tienen). Pero eso no es ser profesor porque el auténtico nunca piensa en sí mismo; digo profesor en masculino porque no encuentro profesoras con esas extrañas tendencias didácticas (será que el estar capacitadas no solo para ser excelentes profesoras sino madres, les hacen tener en el alma la genética para abrir nuevos caminos a los que empiezan en vez de hacerlos tropezar). Y entrando al trapo, hoy los exámenes con test se han generalizado. Y buscan suspender porque esos exámenes de test están surtidos de respuestas muy parecidas, que por tanto reitero que no buscan enseñar sino cazar. Y les aseguro, porque he sido estudiante, que después de la carrera, de esos exámenes no te queda nada en la memoria a excepción del nombre del fulanito que te amargó el año. Y la realidad es que solo las grandes preguntas y las grandes respuestas quedan para siempre. Por tanto, esos exámenes de test, tipo carne de conducir, no sirven para nada, sino para liarte más. Y a todo lo dicho tengo que añadir que el examen por test tiene indicios del carácter perezoso del profesor porque para corregir solo tiene que meter el examen en una máquina. Pero el remate del tomate es cuando me cuentan que, tanto en la ESO como en la Universidad, los errores en esta prueba no es que no puntúen como toda la vida, ¡es que te restan los aciertos! ¡Que injusticia Dios mío y qué mala leche! Eso solo infunde miedo en el alumno, que en algunos casos, aun sabiendo la respuesta, por miedo a fallar, dejará la respuesta en blanco para que no reste nota. Y si en un examen una respuesta no solo no puntúa, sino que resta, se busca el suspenso tanto como el aprobado y eso no es de ser un buen profesor. Y creo que tampoco de buena persona. Suscríbete para seguir leyendo
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