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  • La hermana del profesor señalado por terapias de conversión denuncia abusos sexuales desde los 4 años

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/02/2025 08:06

    "La primera vez fue con 3 o 4 años. Él usaba sus conocimientos del sueño para cogerte en la fase en que no te despertaras, pero calculaba mal. Casi toda mi vida he sido abusada sexualmente por mis hermanos, entre ellos F. ". La que habla es Pilar, hermana pequeña del profesor denunciado por practicar terapias de conversión sexual en varios alumnos e incluso ofrecerles pastillas para "sanar su homosexualidad". "Quiero que se sepa la verdad. El tipo de persona que es", remarca. Pilar tiembla al contar lo que pasó. La voz se le apaga a ratos y se quiebra, pero dice que quiere denunciarlo. Sin saberlo, fue la primera víctima de su hermano. La primera lesbiana a la que intentó sanar. Nunca le permitieron existir, la negaron, la machacaron y la reprimieron en una familia católica extremista, donde los abusos físicos de su padre hacían imposible que pudiera verbalizar los abusos sexuales cometidos por sus hermanos. Consiguieron triturar su autoestima tachándola de enferma y pecadora, se emparejó con un hombre, tuvo relaciones con él y engendró a su hija. Pasó por 5 o 6 psicólogos sin entender ninguno qué le pasaba. Se llegó a internar voluntariamente en un centro psiquiátrico muchos años después de los abusos, por el dolor que aún le generaba. La quebraron. Aquellos abusos que denuncia Pilar habrían prescrito. Ella cortó relaciones con su hermano hace muchos años y ahora vive felizmente con su mujer. Sin embargo, ha decidido hablar ahora tras ver publicados en este diario los casos de los estudiantes a los que sometió y verse identificada. “F. es muy consciente de lo que hace y del daño que provoca en los jóvenes... A esos chavales, como a mí, les han robado la infancia y la adolescencia. Y eso no lo van a recuperar”, explica. Por otro lado, añade que “es imposible que en el colegio donde trabajaba no supieran nada de lo que hacía”. "Pasé toda mi niñez pensando en que me tenía que morir antes de los 15. No aguantaba más" F.M es, presuntamente, una figura clave en una trama de terapias "sanadoras de gays" que se extendió por varias diócesis españolas durante muchos años. La archidiócesis de València sería uno de los puntos neurálgicos de la trama que llegó a albergar a cientos de chavales que fueron hostigados por su sexualidad. Uno de ellos interpuso recientemente una querella tras verse internado en un convento donde le raparon el pelo y medicaban a jóvenes con antidepresivos y ansiolíticos para "curarles la homosexualidad". F. deberá declarar en los próximos meses en varios juicios por estos presuntos delitos. Familia ultracatólica Pilar es la octava de 11 hermanos, y F. el primogénito. Nacida en una familia de corte ultrarreligioso, tenía prohibido ver series como Verano Azul y su obligación cada noche era rezar todo el rosario con sus misterios y letanías. Su padre los aleccionó desde bien jóvenes en el catolicismo con una disciplina leonina. “Él siempre nos decía que nosotros estábamos por encima, y que por eso teníamos que aleccionar al resto de niños”, explica. Aquella casa era un infierno para ella y su hermana mayor que también -denuncia- fue abusada. Su manera de escapar de aquella casa fue internarse en un convento con 21 años. Pilar puede enumerar, junto a los abusos sexuales de su hermano, varios abusos físicos de su padre. “Pasé toda mi infancia pensando ‘de los 15 años no paso’. Tengo que morirme antes porque yo ya no aguanto más”, narra con la voz temblorosa. Las ideas y conductas autolesivas fueron una constante en su infancia. "F. es muy consciente de lo que hace y del daño que provoca" Pilar, la hermana del profesor denunciado por terapias homófobas. / Perales Iborra En aquella casa no cabía la posibilidad de que hubiera una lesbiana. Simplemente era algo que no se contemplaba. Así, comenzó la “reeducación” para una hija que era “muy sensible”. “El machaque a mi autoestima fue tremendo, la tenía por los suelos hasta el punto de que era incapaz de ir a comprar el pan cuando me mandaban. Iba siempre con mi hermano pequeño y le daba el dinero para que entrara él. Ni para comprar una barra de pan servía”, recuerda. Aquellos abusos le pasaron factura de muchas formas. En el colegio católico al que iba (el único refugio para no estar en esa casa) no cosechó ningún amigo, y algunas compañeras dicen de ella y de su hermana Teresa que eran muy calladas y apocadas. Que apenas hablaban con nadie. “Me atemorizaron tanto que era incapaz de mover un dedo. Siempre estaba sola y no guardo amistades de aquella época porque estaba completamente aterrorizada”, cuenta. Pilar negó su sexualidad y a ella misma durante toda su infancia y parte de la vida adulta, años robados que no volverán. Finalmente conoció a su mujer, pero aún así, y hasta hace muy pocos años “a mi nadie me podía tocar el hombro. Sigo teniendo muchos problemas de socialización fruto de esos años, y yo creo que los tendré siempre”, cuenta. "Usaba lo que sabía del sueño para tocarte en la fase en la que no te ibas a despertar" Niño abusado, niño abusador Una de las frases que Pilar solía escuchar en casa era “niño abusado, niño abusador”, quizá por eso tuvo que pedir que la internaran en un centro de salud mental al poco tiempo de tener a su hija. “De repente, cuando veía a mi hija era como si reviviera absolutamente todo. Me venían olores, recuerdos de todo lo que pasó. Creía que me moría”, recuerda Pilar. A cientos de km de casa, en el convento, su hermana Teresa le confesaría la otra razón por la que decidió internarse, “ella quería ser maestra, pero le daba miedo, después de todo lo que había pasado, hacerle daño a los niños”. F. fue una de las voces que repetían constantemente que lo que era Pilar estaba mal. “Yo no entendía que me dijera que la familia era lo más importante, y luego nos hiciera eso a mí y a mis hermanas. No entendía nada. Crecí mientras me decía que encima yo estaba mal”, recuerda. La familia del docente, apunta Pilar, siempre ha tenido cierto renombre en algunos círculos católicos. “Nuestra familia, y sobre todo F, eran oro de ley. El joven ejemplar. Lo que no sabía nadie eran las atrocidades que ocurrían luego en aquella casa”, apunta. Pilar recuerda que en 2005 F. le pidió perdón por los abusos cometidos contra ella durante su infancia. Me dijo "ahora que tengo hijos, entiendo el mal que se le puede hacer a un niño". Ella lamenta ahora que ese dolor la acompañará toda su vida “solo porque mi hermano decidió implantarme sus ideas con calzador. Si sólo te afectan a tí perfecto, pero ¿Por qué tengo que entrar yo pese a no querer? Además, me cogió siendo una niña, como a sus víctimas. Lo hace conscientemente lo de inculcar las ideas a esa edad. Sabe perfectamente lo que hace”, reivindica.

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