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» Diario Cordoba
Fecha: 10/02/2025 07:56
En México, Remedios Varo no necesita prácticamente presentación. A su país de adopción, del que nunca adquirió la nacionalidad, llegó como exiliada en 1941 junto al poeta surrealista francés Benjamin Péret, huyendo del París recién ocupado por los nazis y formando parte del exilio republicano español allí afincado, y está reconocida como una de las mejores pintoras de la historia del arte -en el caso azteca, en la cumbre junto a sus amigas Leonora Carrington y Frida Kahlo-. A pesar de ser todavía una gran desconocida en España, en los últimos años comienza a conocerse su vida y su prolífica obra por el interés de algunos estudiosos e historiadores del arte, que ven en ella a una de las máximas figuras de la pintura surrealista. Y en el caso de Cabra, poco a poco se reivindica su figura. Detalle de ‘La creación de los pájaros’, una de sus obras. / R. Varo Y es que María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga era hija del ingeniero hidráulico egabrense Rodrigo Varo y Zejalvo y de Ignacia Uranga y Bergareche, nacida en Argentina de padres vascos. Nació en la localidad gerundense de Anglés el 16 de diciembre de 1908, ciudad a la que, por trabajo de su padre, se trasladó la familia. Pintora y artista gráfica, está considerada una de las figuras más importantes del surrealismo y una de las artistas más influyentes del siglo XX. Trasladaba sus sueños al lienzo, donde manifestaba recuerdos de su niñez, vivencias femeninas, la guerra, así como la búsqueda del conocimiento, la naturaleza, la ciencia, la religión y la filosofía. En muchas de sus obras, trató de eliminar el papel de la mujer como un objeto de deseo masculino. En 1924 cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde, entre otros, tuvo como profesores a Julio Romero de Torres y a José Garnelo. Ficha migratoria de Remedios Varo. / CÓRDOBA Fue una de las pocas mujeres que perteneció a la Generación del 27 y en la Residencia de Estudiantes de Madrid mantuvo amistad, entre otros, con Federico García Lorca, Salvador Dalí, Maruja Mallo, y su primer marido, Gerardo Lizárraga, con quien marchó a París en 1930, regresando a Barcelona en 1932. Allí se estableció y desarrolló su trabajo como dibujante publicitaria. Estallada la guerra civil y posicionada a favor de la República, junto al poeta surrealista francés Benjamin Péret huyó a Francia en 1937, residiendo por segunda vez en París hasta la invasión nazi en 1941, donde se integró en los círculos surrealistas y se relacionó con personajes como André Breton, Max Ernst, Victor Brauner, Joan Miró, Wolfgang Paalen, Dora Maar y Leonora Carrington. La artista, con una máscara elaborada por Leonora Carrington y José Horna. / Archivo privado Kati y José Horna Llegados ambos a México, se integraron en un círculo de artistas entre los que se encontraban Esteban Francés, Gerardo Lizárraga, Leonora Carrington, Octavio Paz y Eva Sulzer, importante mecenas de los artistas exiliados. Gran parte de su obra se conserva en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Falleció en la capital azteca el 8 de octubre de 1963 a causa de un ataque cardiaco. A su muerte, André Breton escribió: «El surrealismo reclama toda la obra de una hechicera que se fue demasiado pronto». Suscríbete para seguir leyendo
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