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  • La extraña política exterior argentina

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 09/02/2025 09:30

    Los logros económicos de la administración del presidente Milei son impactantes, han llamado la atención de líderes del mundo entero, y han vuelto al país un destino atractivo para los inversores. Sus opiniones en otros frentes son más excéntricas y, en algunos casos, van en contra de ese atractivo. Argentina necesita de la ayuda de los EE.UU. para que sus pedidos al Fondo Monetario Internacional (FMI) tengan eco entre los recelosos técnicos de ese foro. Es posible que esa dependencia, además de la indudable afinidad ideológica entre nuestro Presidente y el presidente Trump, estén detrás de ciertas declaraciones que no está claro que nos sean beneficiosas en un mundo en el que nuestro tamaño nos limita al rol de actores de reparto, no nos confiere el de protagonistas. El discurso de Milei en el foro de Davos no provocó aplausos en los foros internacionales, sino que tuvo repercusiones negativas entre los dirigentes de países que también cumplen un rol relevante dentro del FMI. ¿Quién nos manda a dar lecciones de moral al mundo? Lo que interesa a los inversores de nosotros es evaluar si hay algún negocio para hacer. Quizás son las bondades del plan económico lo que deberíamos vender; las rarezas nos juegan en contra. La decisión de salir de la Organización Mundial de la Salud (OMS) parece intempestiva, caprichosa. Por mucho que nos disguste el rol del organismo durante la pandemia, ni éste ni el costo anual de pertenecer a la OMS deberían ser los únicos factores que ponderar; si eso fuera todo, deberíamos preguntarnos por qué todos los demás países miembros de la ONU (salvo Liechtenstein) siguen asociados. Salir de la OMS parece una actitud política, no una decisión de política sanitaria. Menos todavía parece una decisión de política exterior racional. Que el anuncio se haya dado apenas el presidente Trump había anunciado una decisión similar parece obedecer a un ansia por congraciarse con el líder la mayor potencial mundial. ¿Es la mejor decisión para el país? Trump tiene un estilo de negociación que también podría ser calificado de excéntrico, pero que no puede negarse que tiene el sello distintivo de su visión del mundo, ésta sí relevante en tanto se trata de la primer potencia mundial. El presidente estadounidense busca recomponer el rol internacional de los EE.UU., y presiona sobre todo a sus socios para que se avengan a sus deseos. Impuso tarifas a México y Canadá, con quienes tiene un acuerdo de libre comercio. Pero luego dio marcha atrás, aunque más no sea de manera transitoria. Impuso por la fuerza, y con éxito, deportaciones a Colombia. Y, cuando anunció que su país saldría de la OMS, citó la falta de independencia de las autoridades del organismo y argumentó que estaba exageradamente influido por la política china. Milei se sumó con ahínco a la decisión de Trump, y al día siguiente quedó pedaleando en el aire. Solo tres días después de anunciar que saldría de la OMS, el presidente estadounidense habló de las condiciones necesarias para quedarse: entre otras, imponer un director de ese país. Trumpismo en estado puro. ¿Y nosotros? Si ahora los EE.UU. se quedaran, deberíamos volver con la cola entre las piernas, porque seríamos el hazmerreír del mundo si pretendiéramos también imponer condiciones. Quedaríamos como uno de los dos países que no pertenecen a la OMS. Parece un paso decidido hacia la irrelevancia. Las alianzas internacionales deben basarse en la confianza entre las naciones, no en la que puedan tener sus líderes del momento, pues, en democracia, éstos cambian antes de lo que cambian la confianza o el recelo. A Argentina, como país pequeño, no le conviene tomar partido de manera tan decisiva como lo viene haciendo. En primer lugar, porque la relación bilateral no es entre iguales: parafraseando a Trump, a los EE.UU. los necesitamos, ellos no nos necesitan a nosotros. En segundo lugar, porque tenemos mucho más comercio exterior y negocios con otros países que con los EE.UU. Usar la política exterior como herramienta de política interna es un error repetido por todos nuestros gobiernos. Nos ha ganado fama de inconsistentes y poco confiables, y no ha ayudado en nada a nuestro desarrollo. Fuente: El Entre Ríos

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