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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/02/2025 04:41
Para mi sorpresa y tal vez por primera vez, coincido en algo con Milei: el concepto de “tipo de cambio real de equilibrio” es decididamente esotérico. Sin embargo, como es habitual entre los economistas de su orientación, al análisis se le escapa algo esencial: la realidad. La evidencia que Milei falsifica o esconde. Empecemos por la Provincia de Buenos Aires. Recorrí el viernes varios municipios. En Villarino, se cultiva cebolla para la exportación y, por el valor del dólar de Milei, los productores tienen que descartar buena parte de la cosecha que se volvió no rentable. Esto mismo ocurre con otros productos exportables, incluidos cultivos en los que Argentina es especialmente competitiva. Basta con ir a cualquier frontera argentina para observar que TODOS los productos son sustancialmente más baratos en el extranjero que en nuestro país. Por caso, el famoso -aunque poco riguroso- “índice Big Mac”, elaborado por la revista The Economist, que desde 1986 compara el precio de la hamburguesa en numerosos países para evaluar justamente el nivel de apreciación de las monedas, coloca a la Argentina en el segundo lugar de una lista de 40 países. Por el absurdo: si el tipo de cambio no estuviera apreciado, Milei podría sacar el cepo, dejar de intervenir en el mercado cambiario y dejar flotar la moneda. Por algo no lo hace. Dicen que “a confesión de parte, relevo de pruebas”. Caputo sostuvo que “el dólar no está atrasado, sino que los precios están adelantados”. Ajá. Podríamos seguir con los ejemplos. Pero lo que preocupa no es que el presidente mienta sobre estos temas, como lo hace en casi todo. Lo que más preocupa es cómo se sostiene el súper peso que tenemos hoy o, lo que es lo mismo, el dólar barato. La Argentina cuenta con amplia experiencia en las consecuencias y la fragilidad de los esquemas como éste que, con distintos matices y en distintos contextos, ya se aplicó y fracasó estrepitosamente varias veces en Argentina. Fuentes para mantener el dólar artificialmente barato de Milei Para sostener un dólar artificialmente barato, hace falta que el Estado ofrezca dólares en abundancia a un precio falso. Durante el 1 a 1 de la convertibilidad, se recurrió al endeudamiento externo y a la venta de activos públicos (privatizaciones) a precio vil. En el caso de Milei, la tarea es algo más sencilla, porque el cepo limita la demanda. Entonces, utiliza reservas para intervenir en los paralelos. Los dólares que se patinó hasta ahora provinieron del blanqueo, algo de endeudamiento externo, la liquidación de la cosecha que fue récord tras la sequía de 2023 y la mejora de la balanza comercial energética. Esta mejora está ocasionada por el menor consumo interno que genera la malaria económica a la que nos somete el plan motosierra y por el boom de vaca muerta que se inicia con la recuperación de YPF. Lo que por estos días desespera a Milei es que se le están acabando los dólares de esos orígenes. Entonces, hace unas semanas, instaló en los medios que, con el triunfo de Trump, el FMI iba a cerrar el acuerdo con Argentina e inyectar entre 10 y 20 mil millones de dólares frescos. Esta información fue plantada por el propio gobierno en varios medios. Después de todo, si Trump le dio a Macri 45 mil millones dólares (que Toto Caputo quemó en poco tiempo) por qué no habría de darle algo a Milei que se convirtió en su groupie, olfa e instrumento. Pero resulta que Caputo volvió de urgencia de Washington con las manos vacías y todo indica que el acuerdo y el desembolso se complicaron. ¿Qué pasó entonces? Toto anunció con desesperación no una baja de retenciones, sino un “dólar soja” (bajar las retenciones por unos meses) para acelerar la liquidación de las cerealeras. Y ahora anda buscando y prometiendo endeudamiento privado, hipotecar el oro argentino y un Repo. ¿Dónde hay un dólar? Toto Caputo y Javier Milei Adicionalmente, otra de las fuentes principales de la oferta de dólares que mantiene al tipo de cambio en niveles relativamente bajos es el llamado “dólar blend”, es decir, las divisas que los exportadores no están obligados a liquidar. Cuando se salga del cepo, esa fuente desaparecerá y, a no ser que intervengan a lo loco, ocurrirá una devaluación del tipo de cambio. Entonces Milei y Caputo están afirmando dos cosas que son contradictorias entre sí: que no devaluarán y que saldrán del cepo. Alguna de las dos promesas es necesariamente falsa. Consecuencias del dólar barato En primer lugar, al estabilizar el dólar, la inflación se calma, tal y como pasó durante la convertibilidad. Sin embargo, Argentina se encarece en dólares y el exterior se hace barato en pesos. Entonces, como ocurrió en la convertibilidad, las importaciones también baratas van destruyendo el tejido industrial. Hemos visto cómo comenzaron, a un ritmo cada vez mayor, a cerrar empresas y a perderse empleos porque los bienes importados van sustituyendo a la producción nacional. No sólo padece la industria, sino que aparecen en las góndolas hasta tomates, frutas, verduras, y otros bienes primarios del exterior, destruyendo la producción local y, por tanto, el empleo. Se perdieron ya cerca de 200 mil empleos formales. El industricidio avanza a toda marcha. Pero también, como en la convertibilidad, sufre el “campo” tradicional. Los productos se venden a un dólar barato y los costos crecen en esa moneda. Y, así, la producción no rinde. Recordemos que la década de los 90 terminó con 13 millones de hectáreas hipotecadas, y los dueños y dueñas encadenados a las tranqueras de los campos para que no se los remataran (y no había retenciones ni cepo cambiario). Los sectores que producen, pierden. Pero no todos pierden. Como ocurrió en la convertibilidad y en la “tablita” de Martínez de Hoz, el esquema cambiario genera un negocio financiero extraordinario. Funciona así: entran dólares, se cambian a pesos y se ponen a altas tasas de interés que, gracias al dólar quieto, luego se vuelven a cambiar por dólares. Entonces, ese alto rendimiento en pesos se convierte en un alto rendimiento en dólares. Posteriormente, se retiran los fondos con la ganancia en dólares más grande del mundo. Justamente esto es lo que le recomendó al sector agropecuario el ministro Caputo y el secretario de Agricultura: vendan la soja y que entren a la bicicleta financiera (elegantemente llamada carry trade). También se extienden los beneficios al extractivismo: recursos naturales, minerales, petróleo y gas producen altas ganancias sin ningún valor agregado y con un costo laboral lo más bajo posible, sin que se le cobre ningún impuesto, y con la posibilidad de importar la totalidad de los equipos. Un verdadero saqueo. Como si esto fuera poco, para contribuir a que no suba la inflación (y las ganancias de 4 vivos), tanto en la convertibilidad como ahora, se plancharon además del dólar los ingresos populares: salarios y jubilaciones. La demanda interna se desploma porque la plata no alcanza y así se agrega otro factor de desindustrialización y miseria. Conclusión: nada producido en Argentina es rentable, el negocio pasa por importar y timbear. El resultado es un país primarizado, precarizado, y mucho más desigual. Endeudamiento, fuga de capitales y quiebra. ¿Cúanto tiempo durará este esquema? Depende de cuántos dólares consigan para sostenerlo. La tablita duró 3 años; la Convertibilidad, casi 11. Dejaron al país más endeudado, al tejido productivo destruido, y a nuestro pueblo hipotecado. Ah, y a algunos bolsillos bien llenos. Para nuestra Provincia de Buenos Aires, motor productivo del país, este modelo fue, es y será la peste. Por eso, desde el Gobierno provincial, utilizamos todos los instrumentos que tenemos para aliviar sus efectos sobre nuestro pueblo. Y, al mismo tiempo, nos organizamos para construir una alternativa bien amplia, con justicia social, soberanía y desarrollo.
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