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  • Opinión: El negocio de la cabecera del puente en Granadero Baigorria

    » El Ciudadano

    Fecha: 09/02/2025 01:52

    Por Armando Cassinera La información periodística expresa que el gobierno provincial a través de la Unidad de Gestión de Espacios Estratégicos presentó a los gobiernos municipales de Rosario y Granadero Baigorria el masterplan para urbanizar el denominado Parque de la cabecera del puente Rosario – Victoria (Rosario 3, 4/1/2025). Este proyecto fue concebido entre el 2007 y el 2008 y ya cuenta con diversos avances en ambas ciudades, especialmente en Rosario. El acceso a Granadero Baigorria por ese sector fue construido justo antes de las elecciones de 2019 y a juzgar por el estado en que se encuentra en la actualidad da la sensación que las elecciones eran bastante más importantes que la calidad constructiva del acceso. Nada original. El proyecto tuvo varios hitos y sucesos a lo largo de los años. El 4 de agosto de 2017 el “gobernador Miguel Lifschitz y los intendentes de Rosario, Mónica Fein, y de Granadero Baigorria, Adrián Maglia presentaron el denominado Plan Interjurisdiccional Parque de la Cabecera, durante un encuentro que se concretó en la Ciudad Deportiva de Rosario Central”. En ese momento el proyecto era básicamente el mismo, pero con otro nombre (Rosario Noticias, 4/8/2017). La enorme superficie, de propiedad provincial, que se encuentra entre la cabecera del puente Rosario – Victoria y la planta urbana de Granadero Baigorria posee un valor inmobiliario y estratégico incalculable. La franja donde funcionaba el antiguo aeródromo fue entregada a manos privadas en el proceso de privatización de la Dirección Provincial de Obras Sanitarias (Dipos), la antigua empresa del estado provincial de servicio de aguas, durante el menemismo y en la actualidad se encuentra en ejecución un proyecto inmobiliario que se extenderá hasta la costanera. En julio de 2014 (La Capital, 6/7/2014), una nota periodística daba cuenta de gestiones de la Bolsa de Comercio de Rosario para obtener, de parte de la provincia, la cesión de casi diez hectáreas en esa zona para realizar un proyecto que incluía laboratorios (para atender las necesidades de la empresa Monsanto), un salón para 1500 personas y un Club House parquizado para sus socios. Además, la Universidad Nacional de Rosario participaba del proyecto para incluir institutos de investigación junto al CONICET. La iniciativa no prosperó, pero da cuenta a las claras de los intereses y los actores políticos y empresariales que se mueven en torno a ese espacio. Hacia finales del gobierno de Omar Perotti y nuevamente en período electoral, surge la idea del emplazamiento del Puerto de la Música en Baigorria con el beneplácito del Intendente municipal, quien comparte su espacio político. Otro hito en la historia del proyecto de la cabecera del puente y una vez más la participación y opinión de la comunidad brillan por su ausencia. En estos días también aparecieron noticias de un concurso de ideas para la sala de convenciones que va a suplantar al Puerto de la Música dentro de este proyecto y también sobre la denominada “hidrovía”. Las discusiones y disputas por el emplazamiento del Puerto de la Música dejan en claro que para la política local de poco sirven los proyectos, los fundamentos, la oportunidad, la conveniencia, la reputación internacional y las concepciones del arquitecto que lo concibió o cualquier otro signo de racionalidad. Primero están la disputa y los intereses. Llegamos así a la actualidad con este nuevo proyecto en el que, como novedad, se avanza en definiciones (aunque sin precisiones todavía) sobre los terrenos de Granadero Baigorria, que es el área involucrada mas extensa y más importante. En principio fue presentado a los municipios y se anuncian a través de la prensa aquellos aspectos que interesa resaltar para generar consensos. Cabe recordar que los terrenos pertenecen del estado provincial y no al gobierno y que por su importancia deberían existir mecanismos de consulta ya que se pone en juego no solo un bien público sino el destino de la comunidad del Remanso Valerio. El proyecto La primera consideración es sobre el pomposo y deliberado nombre de “Parque” ya que el proyecto no tiene ni el más mínimo vínculo con la definición de esa palabra en sus distintas acepciones. Es decir que, en la zona aledaña a la cabecera del puente no va a haber ningún parque. Se trata, en todo caso, de una manipulación deliberada del lenguaje para edulcorar la imagen de otro negocio inmobiliario especulativo de 250.000 metros cuadrados construidos, algo que resulta absolutamente innecesario. Según los datos consignados por el Ente de Coordinación Metropolitano de Rosario (ECOM Rosario), Granadero Baigorria cuenta con 4,1 metros cuadrados por habitante de espacios verdes y Rosario el triple (12,3 metros cuadrados por habitante) pero la calidad de su aire deja bastante que desear. Debería ser prioritario para ambas ciudades contar con un área verde compartida, planificada y forestada en lugar de avanzar con más cemento sobre espacios públicos vitales. La contracara más obvia es la afectación de una importante superficie fértil (muy fértil) en una ciudad que, entre otras cosas, carece de un cinturón hortícola y experiencias de agroecología. Todo el país demanda infructuosamente desde hace años inversión pública en viviendas populares que se realizan a cuentagotas y muy por debajo de las necesidades reales, contrastando con los emprendimientos inmobiliarios especulativos privados o la construcción de torres de alta gama, insustentables, financiados por el agronegocio, la timba financiera o capitales de dudosa procedencia para que permanezcan semi vacíos u ocupados por una minoría opulenta y obscena. La pregunta es si podíamos esperar otra cosa (en tiempos de motosierra racista y neofascista, de blanqueos de capitales, de negacionismos, de crueldad, de entrega, de pobreza planificada, de tanto camaleón y patitos en la cabeza) que no sea una nueva entrega de bienes públicos para que hagan otro negocio los beneficiarios del modelo. Granadero Baigorria no necesita este negocio dentro de sus límites y mucho menos que nos quieran seguir engañando con argumentos falaces y remanidos, entre otras cosas porque ya existen otros negocios inmobiliarios innecesarios y en distintas etapas de proceso: en construcción, terminados y hasta abandonados antes de su finalización, además de la importante cantidad de propiedades en venta desde hace años. Granadero Baigorria necesita inversión pública en áreas sensibles a la calidad de vida de sus habitantes, como salud (en su concepto amplio), infraestructura básica de agua, cloacas, veredas, desagües, tratamiento de residuos, red de energía eléctrica (para dejar de padecer permanentes cortes) y un largo etcétera, de cara a un futuro que se sabe complejo de antemano. La pandemia mostró con gran claridad la importancia de la salud pública y la enorme necesidad de apuntalarla, mejorarla y hacerla crecer en todas sus dimensiones. Vale recordar el rol que desempeñó en ese momento el Hospital Escuela de Granadero Baigorria, que debió ser ampliado de emergencia con estructuras modulares que aún perduran. Todo parece indicar que no solo no se ha sacado ninguna enseñanza de esa experiencia, sino que también se ignora que nuevas pandemias pueden volver a surgir a causa de la depredación ambiental de escala mundial. Ni la motosierra controla los virus, ni los negocios inmobiliarios construyen dispensarios, ni la inteligencia artificial mitiga las consecuencias de la estupidez natural. Remanso Valerio Desde finales de la década del 90 hasta la actualidad los partidos que han ocupado el poder político en Granadero Baigorria han posado su visión y ambición privatizadora sobe la costa, acorde a la profundización del modelo extractivista cuyas expresiones regionales son los agronegocios y los negocios inmobiliarios con estrechas vinculaciones entre sí. En 1998 un proyecto urbanístico, impulsado políticamente por el radicalismo, pretendía relocalizar a los habitantes del Remanso Valerio. Es decir, erradicarlo en nombre de los intereses generales superiores que siempre se colocan en la vidriera. En 2010 el intendente Alejandro Ramos dio a conocer su iniciativa política sobre la costa a través de una nota periodística dominical cuyo título fue “Granadero Baigorria recuperará su costa” donde “recuperar” significaba avanzar sobre los pobladores ribereños y posibilitar negocios gracias a la virtuosa asociación público-privada (La Capital, 29/8/2010). Así desapareció la comunidad de pescadores de El Espinillo en el extremo norte de la ciudad y se instaló una mega guardería náutica privada. También se avanzó sobre el Camping Municipal para instalar la sede local del Instituto Politécnico Superior de la UNR que podría haber ocupado otro lugar sin afectar un espacio verde (tal como se hizo recientemente con la cesión de otro espacio verde público nada menos que a un banco). En esa época también se proyectaba la construcción de un hotel en el sector del Camping Municipal más próximo al río. En el conflicto que mantuvieron vecinos del barrio Los Naranjos con la arenera situada sobre calle Los Plátanos (y por supuesto sobre el río), el intendente y el Concejo Deliberante de Granadero Baigorria no dudaron en tomar partido, escandalosamente, a favor de los intereses empresariales con la connivencia de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Santa Fe. Los vecinos que sigan comiendo arena y soportando camiones. En ese contexto, el Remanso Valerio comenzó a ser objeto del clientelismo político y de transformaciones profundas en su idiosincrasia, extensión espacial, perfil poblacional, vinculación con la ciudad, etc. Sin dudas la relación clientelar con los gobiernos municipales es el factor de mayor peso en los últimos 20 años. No olvidemos que llegó a colocarse un cartel “oficial” con el nombre de Julio De Vido en una calle del barrio. Hay que ver los cargamentos de votantes en cada elección, en vehículos identificados con las iniciales del candidato. Clientelismo a cielo abierto, fiesta de la democracia. Ahora el nuevo eufemismo es Reconversión, pero cuando se pensaba instalar el Puerto de la Música contiguo al Remanso Valerio, el entusiasta Intendente Adrián Maglia acuñó la expresión “Afectación Positiva” para designar el singular proceso virtuoso de erradicación de pobladores que se verían afectados y felices simultáneamente. Este barrio fue usado y estigmatizado por acción y omisión de los diferentes gobiernos municipales y ahora se ha convertido en un grano, justo ahí, para las pretensiones del poder. Es más que obvio que la ideología del proyecto no tiene absolutamente nada que ver con la presencia y la historia del barrio, pero resulta que un artista popular creó la imagen de un Cristo pescador que refleja la esencia y la espiritualidad de esa comunidad y otro artista compuso una canción que lo hizo trascender dentro y fuera del país. ¿Y ahora? La estrategia oficial es obvia y poco original. Seguir usando su imagen, achicarlo a su mínima expresión y borrarle su esencia y fisonomía para que no desentone con los nuevos vecinos. Así el Cristo pasará a ser un “atractivo turístico” (como dice la nota de presentación del proyecto) que podrá ser contemplado desde el hotel de cadena internacional y por los comensales que concurran al “paseo gastronómico” rodeado de las nuevas “viviendas tipo dúplex”. Seguramente estarán por licitarse los derechos del merchandising oficial con llaveros y remeras del Cristo, y hasta imágenes del paisano serio imaginadas por el mismísimo desarrollador que concibió esta “reconversión” del Remanso Valerio desde otro planeta. Reconversión que es la antesala de la definitiva erradicación. ¿con que derecho? En síntesis, asistimos a un nuevo capítulo de extractivismo urbano cuyas consecuencias no difieren y se enmarcan dentro del modelo extractivista en el que estamos sumergidos y que no es otra cosa que un patrón de acumulación basado en la sobre-explotación de recursos naturales, así como en la expansión de las fronteras hacia territorios antes considerados como “improductivos”. Despojo, desplazamientos, segregación, empobrecimiento, contaminación, perdida de soberanías, continua anexión de territorios de sacrificio, son solo algunas de las consecuencias del modelo. En igual contexto pensemos el Puerto de la Música cuyo emplazamiento fue motivo de disputa. Un proyecto pensado por su creador como un hecho cultural, puesto ahora a orillas de un río que ya no es considerado ni tratado como tal por este modelo. El concepto de hidrovía, (denominación acuñada por el poder), no es solo una concepción economicista del complejo fluvial Paraguay-Paraná, sino una estrategia cultural para suprimir toda noción de vida y de historia ligada profundamente a los ríos y convertirlos en meros cauces navegables sujetos a control, privatización, dragado y modificaciones que faciliten el saqueo impuesto por el modelo extractivista. Su contaminación y la quema de humedales son claras expresiones de esa concepción. Es además el último eslabón y parte fundamental de un modelo agrario controlado desde los insumos hasta la comercialización por un puñado de multinacionales. Así pensada, la hidrovía y no ya el río Paraná, sumaría otro Puerto para ponerle Música al extractivismo. Como dice una canción de Luis Eduardo Aute: “¿Qué necesidad, tanta necedad?”

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