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» La voz
Fecha: 08/02/2025 20:44
Los sistemas democráticos se fueron perfeccionando durante todo el siglo 20, que fue el siglo de las democracias políticas. En estos sistemas, los partidos políticos fueron el actor principal y excluyente, y la mayoría de las constituciones de los países tenían clausulas al estilo de “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”. Pero ya en la segunda mitad de ese siglo empezó a vislumbrarse cada vez más que las exigencias de las sociedades pasaban por la necesidad de resolver los problemas sociales. Esto daba paso a lo que se denominaron “las democracias sociales”, que hacían más hincapié en lo social que en lo exclusivamente político. De esa tensión, fueron apareciendo las teorías del Estado de bienestar que proliferaron sobre todo en Europa, pero que fueron parte de las ideas que primaban en las democracias capitalistas de Occidente. Esta fue la manera como los sistemas democráticos republicanos se defendieron de las acechanzas que desde los extremos ideológicos intentaban regímenes autoritarios. Si bien esto revitalizó a los sistemas de partidos y a las democracias occidentales, no fue suficiente para resolver lo que las continuas crisis económicas, tanto globales como nacionales, fueron agregando al descrédito de los partidos políticos y de las dirigencias. Así, estos fueron perdiendo el prestigio necesario para encender la esperanza en las sociedades de que un futuro mejor era posible. El rol de las nuevas tecnologías Sumado, la aparición de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones completa el combo de hechos y circunstancias que generan, cada vez más, la necesidad de pensar y elaborar nuevas ideas que ayuden a dotar a los sistemas institucionales de elementos que den respuesta a las demandas sociales. Estas nuevas tecnologías han empoderado a los individuos y les han dado un mecanismo de participación en el debate público desconocido hasta el momento, a partir de una irrupción masiva de la ciudadanía opinando en tiempo real de todo lo que sucede en la vida pública de las sociedades. Ampliando hasta límites impensados la participación de las personas en la generación de la opinión pública, elemento indispensable para sostener la legitimidad de los sistemas de gobierno de las naciones. Es por esto que quizá ha llegado el momento de aceptar que la soberanía de las sociedades a la hora de gobernar y decidir sobre su destino ya no se expresa totalmente a través del sistema de partidos. Que estos han perdido la característica de ser el actor excluyente como correa de transmisión entre la dirigencia y la gente, tanto en un sentido como en el otro. Nuevos desafíos institucionales Es el momento en que los intelectuales tendrán que pensar en nuevas ideas que permitan fortalecer los sistemas institucionales contemplando las necesidades que la evolución tecnológica ha traído aparejadas. Porque, aun siendo todavía desordenada y caótica, esta marcha de los pueblos para ampliar su nivel de participación y opinión es indetenible. Y es responsabilidad de los intelectuales y de la dirigencia encauzarla por canales institucionales que garanticen una evolución en paz de los sistemas de gobierno. Quizá podríamos mencionar hoy, a modo de ejemplo, un elemento que, aun en estado embrionario, puede ayudar a restablecer la cuota de prestigio que se requiere de cualquier dirigencia para tener legitimidad a la hora de gobernar. Hay una exigencia de las sociedades dirigida a los gobiernos que se manifiesta cada vez con mayor contundencia, que es la transparencia de los actos que realizan. Para ello, la misma tecnología que genera esta exigencia ha venido en auxilio de quienes tienen la responsabilidad de satisfacerla. Los sistemas de gobierno abierto, que cada vez más se demandan en todos los niveles del Estado, son una herramienta que brinda la posibilidad de tener una relación directa con los ciudadanos, sin intermediarios, al mismo tiempo que brindar información de todos sus actos en tiempo real. * Licenciada en administración
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