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» Data Chaco
Fecha: 08/02/2025 17:24
Juan Carlos Tuyaré. Cuenta una fábula que en una selva vivían animales democráticos, y un día un grupo de ellos decidió resolver por votación que comerían a la noche. Los sufragantes eran cinco, cuatro de ellos eran zorros, y una gallina completaba el número de cinco. El resultado de la votación estaba cantado: los zorros eran mayoría y la pobre gallina era minoría. Los zorros votaron comerse a la gallina; y nadie pudo intervenir, porque el tema fue resuelto por mayoría y democráticamente. Salvando las distancias, casi siempre así funcionan las democracias en el mundo. A tal punto que en algunos lugares la democracia es un sistema de gobierno diseñado para que los zorros se coman a las gallinas. No descalificamos a la democracia, sino a todos aquellos que usándola como pretexto, igual que los zorros, se llevan la mejor parte. Seguramente que si usted no es uno de los zorros, coincidirá con la idea. Ocurre en el ámbito espiritual Ahora bien, si hacemos una revisión de esta situación y metafóricamente la llevamos al ámbito espiritual, obtendremos resultados parecidos. Cuando hablamos del ámbito espiritual nos estamos refiriendo a aquello que la Constitución le llama hechos de índole privados en la conducta, cuando expresa: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe" (Articulo 19) Analizado a simple vista parece razonable, salvo que el artículo no explica cuál es el alcance que tiene ofender a la moral pública, de manera tal que se supone que cada uno decide lo que es ofenderla o no. La moral pública es definida como el conjunto de normas y creencias que se aplican a la vida en sociedad, impuestas por la ley, la policía o la presión social. Como observamos, porque han evitado que lo haga, Dios no participó para nada del contenido de la misma. La moral pública Decíamos que la moral pública es impuesta por la ley, la policía o la presión social. No habría que perder de vista a esto último: la presión social, que por causa del acostumbramiento, no solo convalida inmoralidades, sino que trata de imponerlas como normales y de uso corriente. En nuestro país, la presión social ha logrado imponer inmoralidades de todo tipo bajo el falso pretexto de las libertades individuales, las cuales, según ese criterio, solo están reservadas al juicio de Dios. La mentalidad de los zorros, aprovechando al sistema democrático, también se ha colocado como árbitro para soslayar la conducta del ser humano y liberarlo del cumplimiento de las verdaderas leyes morales sugeridas por el Creador. Esto ha convertido a la libertad en libertinaje, donde cada uno hace y se comporta como mejor le parece. Teniendo en cuenta estos parámetros es prácticamente imposible cambiar la conducta de la sociedad y solo queda como recurso el cambio individual. Hay dos fuerzas que luchan entre sí en nuestro interior: el poder de la naturaleza pecaminosa contra el poder del Espíritu de Dios. Ganará quien le demos lugar y los resultados traerán consecuencias a nuestra vida: el pecado producirá destrucción y muerte; y el poder del Espíritu, bendición y vida. Cada uno de nosotros decide que elegir. Interpretando a la fábula, no permitamos que los zorros nos impongan como vivir.
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