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  • Córdoba, 1975-2025

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/02/2025 16:35

    Un cincuentenario en la vida de las comunidades y en la de sus integrantes suele ser un periodo cronológico bien sujeto a transformaciones y cambios de calado y sustantividad; y así ocurrió, en efecto, en el acabado de señalar. En su transcurso la modernidad acabaría de ahondar en el bronco solar hispano, tan propicio al arriscamiento y las sacudidas de entidad. Dejando para otra ocasión el análisis del modelo nacional, esto es, el de España en su conjunto (-cabría decir algo humorísticamente «de Franco a Franco»-), nos aproximaremos en estas líneas al reflejo de tan importante fenómeno en la realidad cordobesa. Hacia 1975, en el final de la dictadura, la cordobesa en sus esquemas esenciales era todavía una colectividad horneada grandemente por un notable desarrollo agrario y un ostensible arcaísmo industrial. De ahí que la singularidad del fenómeno cordobés proviniera singularmente de la espuela o acicate en el plano cultural, cuando, para agrandar la rareza de la transición, la antigua capital califal careciera por pocos meses de la condición universitaria por su dependencia del ‘Alma Mater Hispalense’. Así, pues, de esta manera el nacimiento ese mismo año del distrito universitario cordobés con una plantilla de facultades casi completa y una ampliación espectacular de su claustro académico hiciera poner rumbo, de modo definitivo, a la consolidación de una Universidad con las estructuras necesarias para ejercer de modo incuestionable el liderazgo cultural de una provincia sin apenas tradición alguna en tan importante terreno. Y, sujeto todavía a un estadio acribioso, se produjo el milagro de que en una región como la andaluza todavía anclada en parámetros elementales en materia de desarrollo educativo y cultural -tasas llamativas de analfabetismo, suma precariedad en centros educativos superiores- la cultura con peraltado relieve artístico-literario se erigiese en motor indiscutible de una Transición con ciertos rasgos propios y hasta específicos en más de una dimensión. La Universidad, claro es, importa repetirlo, no tardaría en visibilizarse como plataforma recia y a la vez completa de una decidida apuesta por el futuro de signo cultural. Con innegables títulos y servicios, logró el rédito y capital correspondientes para aceptar el juicio definitivo del cuerpo social cordobés, magnetizado por trabajos muchos de ellos de rango y prestigio internacionales y asimismo por una ola de entusiasmo proveniente de todos sus estamentos. En la hora del recuerdo no cabe olvidar nombres como los de los ya desaparecidos Armando Romanos, Miguel Valcárcel, Eduardo Zamora Madaria, José Antonio Jiménez Pérez-Pérez, Lourdes Díaz Trechuelo y los todavía en la vida y el trabajo, a la manera, entre otros muchos, de Manuel Concha o Carlos Pera, o los no ha mucho desaparecidos Antonio López Ontiveros, Joaquín Mellado, Leocadio Marín, Gloria Santos, Pilar Moraleda, Enrique Aguilar Gavilán, etc., etc. Dos rectores de contrapuestos caracteres, el meticuloso y templado Francisco Castejón y el vehemente y ardido Alberto Losada, pilotaron con inequívoca pericia la andadura inicial del ‘Alma Mater’ cordobesa por las aguas inquietas y, a las veces turbulentas, de la Transición. El primero, desde los sitiales venerables de la antigua Facultad de Veterinaria, y el segundo, desde el claustro pugnaz de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, convertida por la inmigración española de cuadros casi completos en airado y aireado proceso de radicalización en la España esperanzada y gobernada por el gran estadista sevillano Felipe González. *Catedrático

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