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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/02/2025 02:51
La Corte Suprema resolvió que CABA tiene autonomía judicial, reafirmando la obligatoriedad de transferencias desde la justicia nacional (EFE/David Fernández) Hace casi dos años, el Decano de la Facultad de Derecho de la UBA, Dr. Leandro Vergara, convocó a un diálogo, que me tocó coordinar como facilitador, en torno a un tema difícil: “Argentina, un país al margen de la ley”. Lo pueden encontrar en: https://sulkurl.com/lPY. A este asistieron tanto gente del derecho como periodistas, sociólogos, filósofos y economistas. Una de las conclusiones compartidas por todas las mesas fue que la población veía que los poderosos no cumplían las reglas, que no había consecuencias y que esto era un gran motivo para no creer en ellas. Esto se repite a lo largo de la historia argentina, primero en el orden institucional, luego en el cumplimiento básico de las leyes. El pensamiento se resume en “Las leyes se aplican hasta que me toca a mí, ahí decido yo si se aplica. Puedo hacerlo porque tengo el poder para evitar someterme a reglas.” A veces lo vemos en individuos, otras en grupos de poder. Aldo así sucede en la Justicia Nacional. En diciembre, fueron a la Corte Suprema de Justicia de la Nación el Tribunal Superior de CABA y la Cámara Nacional Civil por el caso Ferrari c/Levinas, porque no se ponían de acuerdo sobre quién debía resolver el recurso extraordinario. Según la Cámara Nacional Civil, lo debía hacer la Corte; según el Tribunal Superior de CABA, le correspondía a este último. La Corte resolvió a favor del Tribunal Superior. La Corte ha resuelto muchos conflictos más complejos que estos y con intereses muy poderosos, como las reelecciones de gobernadores o la composición del Consejo de la Magistratura. Todos manifestaron sus desacuerdos, pero cumplieron los fallos, con la evidente pérdida de poder. A nadie se le ocurrió alzarse contra la decisión. Pero, ¿qué pasaría si usted, lector, iniciase una demanda que llega hasta la Corte y resuelven negativamente? Como no le gusta, decide no cumplir el fallo, y chau. ¡¡¡Y esto es lo que acaba de suceder, pero con la Justicia Nacional!!! La Asociación de Magistrados Nacionales, la Cámara Civil en Plenario, la Comercial en el mismo camino, y el Procurador Nacional, disgustados por el fallo, hacen presentaciones o se niegan a cumplirlo. Argumentos de todo tipo: que la Corte se excedió, o que corresponde al Congreso. Limbo.Se trata de jueces que han cumplido, en su gran mayoría, muy bien su función, y en un proceso pausado de transferencia que debería empezar por las vacantes, serían los decanos de un nuevo sistema. Pero el espíritu de resistencia a supuestamente “perder” poder en designaciones les está jugando una mala pasada. No voy a aburrir al lector con cuestiones de derecho, pero la Corte es la última instancia en nuestro sistema judicial y cabeza de la Justicia Nacional y de los tribunales inferiores. Usted ya sabe que la Corte, hace 10 años, en varios fallos repasados en otra nota mía en este medio, estableció reiteradamente: El carácter provincial de CABA Que la Justicia Nacional debía transferirse, y “transitorio” su status Que los vecinos de cada provincia deben pasar por su tribunal superior antes que llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación Que el Tribunal Superior de Justicia de CABA resuelva cuestiones de competencia entre Juzgados Nacionales y de CABA Que la Justicia Ordinaria Nacional de Capital Federal no puede ser equiparada a la Federal, en tanto resuelve cuestiones locales Era evidente y coherente que resuelva en el caso Ferrari c/Levinas, alineado a esos pronunciamientos previos, que, las apelaciones en Cámara debían ser ante en el Tribunal Superior de Justicia de CABA, antes que intervenga la Corte. Como en las demás Provincias. Nada antojadizo, dio certidumbre definitiva al trámite de ese expediente, y de 21 más, y a la transferencia del Poder Judicial Nacional. Qué necesitan los porteños Necesitan que se cumpla la ley y los fallos, y que CABA apruebe normas procesales ágiles, juicios rápidos, con criterios y prácticas locales. Seguramente serán más modernas, oralizadas y ágiles que las antiguas nacionales vigentes.Para entenderlo, por ejemplo, un tucumano llega a la Corte Suprema por recurso con su conflicto, si corresponde, y si antes pasó por tres instancias. El porteño tenía allanado el camino, con solo dos previas, pero con plazos interminables que difícilmente lleguen a resolución. Una Corte que no cree, razonablemente, que tenga que resolver ese conflicto, sino que lo hagan los tribunales superiores de cada provincia. Si no, todo es eterno. La Corte se ha reservado su intervención para cuestiones realmente federales o excepcionales, como las electorales. Los porteños estamos sometidos a un régimen aprobado por el Congreso Nacional en otro tiempo, ajeno, antiguo y lejano. Los camaristas nacionales piden que los vecinos sigan en un limbo y nunca resuelvan su conflicto. Pero, sobre todo, no admiten que un divorcio, por ejemplo, entre porteños, sea resuelto a tiempo por porteños. Ese privilegio que pretenden negar, lo disfrutan en todo el país, y nos lo otorga la Constitución. La resistencia de camaristas nacionales La respuesta de los camaristas de la Justicia Nacional Ordinaria en plenario fue de rebelión. Declaran rechazo o se niegan a cumplir el fallo, y sobre todo siembran incertidumbre, para que todo siga como antes. Apelan a su Asociación para que los represente en un pedido de suspensión del fallo, a su capacidad de funcionar en red, al temor a oponérseles por su peso en la designación de nuevos cargos nacionales y a la incapacidad del Congreso para resolver este tema. O sea, le niegan a 3 millones de vecinos de nuestra ciudad autogobernarse y resolver sus problemas. La reforma constitucional lo resolvió hace 30 años, y la Corte hace 10 que lo repite. Ya está, dejen de complicar la vida de sus vecinos y sean parte de la ley, y no un grupo de poder que resiste el cambio. Los porteños no tenemos por qué seguir pagando con ineficiencias. No todos los jueces nacionales creen que haya que incumplir el fallo. Pero el espíritu de cuerpo y de supervivencia acalla esa realidad y la reemplaza por estas declaraciones de rechazo, sembrando incertidumbre en la sociedad y alentando los incumplimientos de la Ley y de los fallos. Van a leer muchas excusas técnicas, como suelen hacer los poderosos, para no cumplir con el derecho. Apuestan a que cambie la mayoría, resistir hasta ese momento, y lograr otro fallo que suspenda. También algunos apuestan a que cambie la composición de la Corte, o los conjueces armen otra mayoría. Tiempo para no cumplir el fallo. El peligro institucional en la incertidumbre que siembra ¿Qué puede decir el que lee estas noticias de resistencia a cumplir un fallo de la Corte? Si estos jueces no quieren, ¿por qué debería hacerlo cualquier otro ciudadano? ¡¡¡Todos tenemos la obligación de hacer lo que esté en nuestro alcance para que entiendan desde la Justicia Nacional que los fallos se cumplen!!! Sin importar nuestra creencia acerca de la autonomía. Porque no hacerlo abre la peligrosa puerta a los demás poderes a incumplir. Si los jueces que deben hacer cumplir los fallos no quieren cumplir los que los afectan, habrá incertidumbre, gobernadores eternos, gobiernos nacionales sin límites, un poder judicial atomizado, y no habrá inversiones por la imprevisibilidad del sistema judicial. Corresponde a la Ciudad y a cada hombre y mujer del derecho y ciudadano alzar la voz contra ese comportamiento inconstitucional, porque si no, la Argentina será nuevamente presa de la anomia.
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