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  • Guerra comercial entre EEUU y China: ¿una oportunidad para Argentina?

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/02/2025 02:37

    La tensión comercial entre Estados Unidos y China escaló hasta convertirse en un enfrentamiento arancelario (Foto: Reuters) En el escenario global, la tensión comercial entre Estados Unidos y China escaló hasta convertirse en un enfrentamiento arancelario. Ambos países adoptaron medidas económicas con el objetivo de ganar metros en un mercado internacional que, en los últimos días, se asemejó más a un campo de batalla que un espacio de negociación. El problema es que las decisiones de estas dos potencias afectan al resto de las economías mundiales. Por ello, como suele ocurrir en los conflictos entre países - y sobre todo entre dos de semejante envergadura- la incertidumbre es la que predomina. Sin embargo, cuando los grandes chocan, pueden surgir oportunidades. ¿Las hay para Argentina? La guerra comercial consiste, simplificadamente, en la aplicación de aranceles y otras barreras económicas o ambientales como elementos de ataque (o defensa) para dificultar el intercambio comercial entre los países involucrados. Si bien esta dinámica se está viendo desde hace años (las prohibiciones a las exportaciones de chips avanzados desde EE.UU. hacia China son un ejemplo de ello), la llegada nuevamente de Donald Trump a la presidencia recrudeció la disputa. En su primer día en el cargo, el presidente de EE.UU. efectivizó la imposición de aranceles de 10% a China, y de 25% a México y Canadá (excluyendo petróleo que sería 10 por ciento). Si bien esta dinámica se está viendo desde hace años, la llegada nuevamente de Donald Trump a la presidencia recrudeció la disputa El principal argumento para la medida fue acusar a estos países de prácticas desleales y otros conflictos, como el tráfico de drogas y la inmigración ilegal. Más tarde, quedaría claro que Trump estaba utilizando este mecanismo más como una herramienta de presión para negociar a su favor que cómo una verdadera política de Estado. De hecho, suspendió la imposición de aranceles a México y Canadá por al menos un mes tras dialogar con Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau, respectivamente. Evidentemente, China no estaba dispuesta a ceder frente a la presión estadounidense. Por ello, no tardó en responder con medidas similares, anunciando tarifas específicas para bienes de EE.UU.: 15% para algunos tipos de cobre y gas natural líquido, junto con un 10% para petróleo, maquinaria agrícola, automóviles y camionetas de gran cilindrada. Además, incluyó en su lista negra a PVH (dueña de Calvin Klein) y a la biotecnológica Illumina. Impacto comercial Aun así, se trató más de una señal que de una represalia de igual magnitud: un análisis detallado muestra que Estados Unidos gravó exportaciones chinas por USD 525.000 millones, mientras que China apenas alcanzó USD 14.000 millones en productos estadounidenses. Su frágil situación económica limita su margen de maniobra en esta disputa. Las amenazas de Trump sobre nuevos aranceles reavivaron la incertidumbre respecto de la inflación y el crecimiento de EE.UU., dos indicadores claves que mira la Reserva Federal Las amenazas de Trump sobre nuevos aranceles reavivaron la incertidumbre respecto de la inflación y el crecimiento de EE.UU. En cuanto a la primera, la aplicación de estas medidas podría trasladarse a precios, aunque ese impacto sería transitorio. Después de todo, implicaría un cambio en el nivel de precios, no en la velocidad de inflación. Además, el encarecimiento de ciertos bienes podría reducir su demanda, atenuando la suba de precios. Respecto del crecimiento, sí es factible que haya una desaceleración. A corto plazo, la menor demanda agregada afectaría el ritmo de expansión de una economía basada en el consumo. A largo plazo, en cambio, una eventual repatriación de producción -como pretende Trump- podría impulsar la inversión y el consumo nuevamente. China necesita productos agrícolas, y Argentina podría aprovechar la situación para fortalecer sus exportaciones de soja, maíz y otras materias primas En Sudamérica, surge la duda sobre cómo impactará esta guerra comercial en Argentina. La respuesta dependerá de la estrategia que adopte el país ante este escenario. El conflicto puede representar tanto una oportunidad como un riesgo. Por un lado, China necesita productos agrícolas, y Argentina podría aprovechar la situación para fortalecer sus exportaciones de soja, maíz y otras materias primas. Además, la producción de maquinaria agrícola podría beneficiarse por los aranceles impuestos a EE.UU. Un efecto similar podría darse en el sector petrolero si China decide reducir su comercio con EE.UU., lo que abriría espacio para nuevos proveedores. La apuesta de Javier Milei Con Estados Unidos, la situación es comparable: la apuesta de Javier Milei por el libre comercio podría facilitar nuevas oportunidades, en especial para la exportación de productos agrícolas, industriales y energéticos. Si el enfrentamiento arancelario se prolonga, los actores globales buscarán alternativas, y Argentina podría posicionarse estratégicamente. La apuesta de Javier Milei por el libre comercio podría facilitar nuevas oportunidades, en especial para la exportación de productos agrícolas, industriales y energéticos (Foto: Reuters) No obstante, no todo es positivo. Como en cualquier conflicto, los efectos secundarios son difíciles de prever. El aumento de la tensión comercial altera la cadena de suministro global, lo que puede derivar en escasez de insumos y mayores costos de producción. Adicionalmente, aunque Argentina no es parte directa de la disputa, su economía es particularmente vulnerable a la volatilidad global. Si bien las exportaciones agrícolas podrían recibir un impulso inicial, no todo sería un escenario favorable. Una escalada de políticas proteccionistas podría desacelerar el crecimiento tanto en EE.UU. como en China, reduciendo la demanda global de productos. El efecto dominó podría disparar la volatilidad en los mercados. En contextos de incertidumbre, la prima de riesgo tiende a subir, lo que podría encarecer el financiamiento externo de Argentina. Al mismo tiempo, el apetito por activos seguros podría debilitar aún más a las monedas emergentes. Una escalada de políticas proteccionistas podría desacelerar el crecimiento tanto en EE.UU. como en China, reduciendo la demanda global de productos En síntesis, el conflicto entre China y EE.UU. expone las tensiones económicas globales en torno a la hegemonía política, el control de recursos y la supremacía comercial. Argentina, con una relación fluida con ambas potencias, tiene margen para capitalizar el reordenamiento del comercio mundial. No obstante, debe actuar con cautela: si bien hay oportunidades de crecimiento, la volatilidad generada exige una estrategia prudente para minimizar riesgos. El autor es Analista de PPI (Portfolio Personal Inversiones)

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