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  • ¿Por qué hay lugares en la Tierra en los que podría haber vida y no la hay?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/02/2025 07:22

    El 99% de la Tierra es inhóspita para la mayoría de las formas de vida conocidas. Pero en el 1% restante, resulta sorprendente encontrar regiones potencialmente habitables pero desprovistas de organismos vivos. ¿Por qué? Un nuevo estudio ha analizado estas áreas deshabitadas pero habitables y sus resultados revelan lo mucho que podemos aprender cuando buscamos vida en el universo. En un planeta donde la vida ha colonizado desde los ambientes más extremos hasta los ecosistemas más frondosos, saber las razones por las que hay zonas en las que las condiciones permitirían la existencia de microorganismos y, sin embargo, permanecen vacías se convirtió en el empeño de un grupo de científicos de la Universidad de Edimburgo (Escocia). Los resultados de ese estudio acaban de publicarse en ‘FEMS Microbiology Reviews’. Los autores han explorado esas regiones ‘indebidamente’ deshabitadas y han analizado cómo su existencia puede influir en la búsqueda de vida en otros planetas. La Tierra alberga entornos extremadamente diversos, desde cumbres heladas hasta profundidades oceánicas abisales, pasándooslas por bosques tropicales con biodiversidades asombrosas. Sin embargo, algunos de estos espacios, aunque técnicamente habitables, no han sido colonizados por organismos vivos. Un ejemplo claro de esta circunstancia son los flujos de lava recientes, donde la temperatura ha descendido hasta niveles compatibles con la vida, pero donde aún no han llegado colonizadores biológicos. Un volcán en la Antártida. / Agencias Según el estudio, dirigido por Charles S. Cockell, este fenómeno se debe a diversos factores. Señala que la ausencia de vida en estos ambientes no necesariamente significa que sean inhóspitos, sino que existen barreras a la colonización. Entre ellas, la falta de acceso a microorganismos, el tiempo insuficiente para el establecimiento de comunidades biológicas o la presencia de condiciones que dificultan la supervivencia inicial de los organismos. Entornos realmente inhóspitos El estudio categoriza los espacios inhabitados en dos grandes grupos. Primero, aquellos entornos realmente inhóspitos donde ninguna forma de vida puede sobrevivir. Entre ellos se encuentran las profundidades extremas del subsuelo terrestre, donde la combinación de temperatura y presión excede los límites conocidos de los microorganismos más resistentes. También se incluyen en este apartado algunos de los lagos hipersalinos de la Antártida, donde la salinidad y las bajas temperaturas impiden cualquier actividad biológica sostenible. Por otro lado, existen los llamados ‘hábitats deshabitados’, lugares donde las condiciones permitirían la vida, pero esta aún no ha llegado, no ha logrado establecerse o ha desaparecido. Algunos ejemplos incluyen zonas del desierto de Atacama, donde a pesar de la posibilidad teórica de sustentar microorganismos, la falta de agua y las bajas tasas de deposición biológica impiden su proliferación. Bosque tropical. / Agencias El estudio de estos espacios no solo ayuda a comprender los límites de la vida en la Tierra, sino que también ofrece claves para la exploración astrobiológica. Si en un planeta tan diverso y biológicamente activo como la Tierra existen zonas sin vida, es probable que mundos potencialmente habitables en el sistema solar, como Marte o Europa, también cuenten con regiones donde la vida podría establecerse pero no lo ha hecho. Este hallazgo plantea interrogantes sobre la frecuencia y distribución de la vida en el universo. "Si encontramos un exoplaneta con condiciones similares a la Tierra primitiva, no necesariamente significaría que albergue vida. Podría ser simplemente un entorno habitable pero deshabitado", señala Cockell. Esto sugiere que el simple hallazgo de condiciones compatibles con la vida no es suficiente para confirmar su existencia. Búsqueda de vida extraterrestre La investigación concluye que el proceso de colonización de un nuevo entorno requiere una combinación de varios factores. La disponibilidad de microorganismos capaces de adaptarse, la existencia de rutas de dispersión y la presencia de los nutrientes adecuados son esenciales. En algunos casos, un evento geológico repentino, como una erupción volcánica o un impacto de asteroide, podría crear nuevas superficies habitables, pero el acceso a ellas por parte de organismos vivos puede tardar años o incluso siglos. Por ejemplo, los estudios sobre lava solidificada en Islandia han demostrado que las zonas internas de los flujos volcánicos pueden permanecer estériles durante meses antes de que las primeras comunidades microbianas comiencen a colonizarlas. El planeta Marte, donde la NASA buscará indicios de vida en futuras exploraciones. / NASA En el caso de los desiertos hipersecos, la ausencia de precipitaciones y la radiación ultravioleta intensa dificultan la supervivencia y dispersión de microorganismos, ralentizando el proceso de colonización. El estudio de hábitats deshabitados en la Tierra podría ser clave para futuras misiones espaciales y para la búsqueda de vida extraterrestre. Si Marte o alguna luna de Júpiter cuenta con regiones que, aunque habitable en teoría, no muestran signos de vida, podría significar que la aparición de organismos no es tan automática como se había pensado hasta ahora. Asimismo, estos hallazgos también tienen aplicaciones en la Tierra, especialmente en la conservación de ecosistemas. Comprender por qué ciertos entornos tardan en ser colonizados podría ayudar, por ejemplo, en la restauración de suelos degradados o en la reintroducción de especies en ambientes alterados.

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