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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 06/02/2025 04:44
“Es muy triste ver cómo el fuego consume todo”: el testimonio del piloto que lucha contra los incendios en El Bolsón Un día puede estar trasladando a un presidente desde la Casa Rosada hasta la Quinta de Olivos en helicóptero y, al siguiente, piloteando en condiciones extremas para lanzar agua o rescatar personas atrapadas en incendios forestales. El trabajo de Alfonso Naish (51) no solo exige habilidades técnicas, sino también capacidad para adaptarse a situaciones de alto riesgo. Con más de 25 años de experiencia, su profesión lo llevó a realizar desde campañas en la Antártida, pasando por evacuaciones en Haití hasta vuelos privados a Vaca Muerta. Esta semana, su nombre apareció en distintos medios de Bariloche, tras un rescate en el paraje Mallín Ahogado, ubicado a unos 15 kilómetros al norte de El Bolsón. La misión, por la que el diario El Cordillerano lo llamó “piloto héroe”, consistió en evacuar a ocho personas de una zona de difícil acceso, en medio de llamas y con visibilidad reducida. Empezó con el llamado de un policía de montaña, que estaba a cargo del operativo. “En un principio nos convocaron para rescatar a cinco personas: tres mujeres y dos niños que estaban en La Horqueta, una zona montañosa del Cajón del Azul, donde muchas familias pasan el verano”, explica Naish a Infobae. Llegar al lugar fue una hazaña: “Marcamos dos puntos posibles de extracción, pero el humo nos impedía el acceso. Tuvimos que rodear la zona y entrar casi por el borde de la frontera con Chile, volando entre las grietas de la montaña, atravesando valles estrechísimos”, recapitula. Cuando finalmente logró aterrizar, la situación era más grave de lo esperado. “Nos informaron que, además de los cinco que habíamos ido a buscar, había otro grupo de tres personas en estado crítico. Como el viento se intensificaba y el incendio obstruía la única salida segura, decidí que, si los niños viajaban en la falda de sus madres, podíamos llevar ocho personas en vez de cinco. Y eso hicimos”, detalla. Alfonso Naish a bordo del helicóptero Alfonso Naish nació en Villa María (Córdoba), pero desde hace quince años que vive en Villa La Angostura (Neuquén) junto a su esposa, Carolina; sus dos hijos, Malcom (20) y Caterina (15); y su perro Tobi. Su carrera como piloto comenzó en la Fuerza Aérea Argentina, donde voló por más de dos décadas. “Ahí tuve mucha actividad”, dice. Sus primeros trabajos, entre 1998 y 2005, fueron operativos de control de fronteras y de lucha contra incendios. Más adelante, cuenta, integró las fuerzas de paz de Naciones Unidas. En ese contexto, participó en operativos en Chipre y en Haití, donde brindó asistencia humanitaria tras un huracán y el devastador terremoto que arrasó el país. Su experiencia también abarca tres campañas en la Antártida y la creación de un plan de combate de incendios con helicópteros privados en la Patagonia, que diseñó y presentó al Ministerio de Medio Ambiente. “Fue muy bien recibido y, hasta el día de hoy, sigue funcionando”, explica. Ante la imposibilidad de apagar el fuego, personal de Parques Nacionales lo contactó el pasado 31 de enero. “Me preguntaron si estaba disponible para operar. Obviamente, les dije que ‘Sí’. Lo primero que hicimos fue un vuelo de reconocimiento con integrantes del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF) y del gobierno de Río Negro y, al día siguiente, empezamos a trabajar en la zona de El Manso y de El Bolsón. Desde entonces, estamos tratando de dar lo mejor”, asegura Naish. El fuego comenzó en el Parque Nacional Nahuel Huapi en Navidad y, pese a los esfuerzos por contenerlo, sigue activo (Foto/Greenpeace Argentina) —¿Cómo es una jornada de trabajo? —Nosotros iniciamos el día esperando que nos llamen y, una vez que nos contactan, nos trasladamos al lugar. Tanto en El Manso como en Mallín Ahogado, realizamos lanzamiento de agua. En el primer lugar la obtenemos del río. En el segundo la cargamos desde un tanque cisterna que nos armaron en una casa y luego la arrojamos en un punto indicado. Toda la maniobra (cargar agua, ir a tirar y volver) demora, aproximadamente, unos cuatro minutos. Entre el 1° y el 5 de febrero hicimos más de 40 lanzamientos de agua por cada incendio. Cada tiro equivale a más de 900 litros de agua. —¿Siempre sale bien el lanzamiento de agua o alguna vez, por ejemplo, el viento les jugó una mala pasada? —No, malas pasadas no, porque antes de cada lanzamiento evaluamos el entorno, medimos los riesgos y anticipamos cualquier imprevisto. El único inconveniente que tuvimos fue en dos ocasiones, mientras combatíamos el incendio en El Manso. Al intentar soltar el agua, notamos que no salía. Revisamos los controles y, sin querer, activamos el botón equivocado. ¿Qué pasó? Se nos fue toda la bolsa de agua para abajo. Afortunadamente, logramos recuperarla y por la tarde ya estábamos operativos de vuelta. "Entre el 1° y el 5 de febrero hicimos más de 40 lanzamientos de agua por cada incendio. Cada tiro equivale a más de 900 litros de agua", cuenta Alfonso —Hace unos días hiciste un rescate importante de ocho personas, ¿cómo lo viviste? —En ese momento, estaba completamente concentrado en lo que hacía. La satisfacción llega después, cuando terminás, lo comentás con los compañeros y analizás los errores o las cosas que se pueden mejorar. En este caso, fue una experiencia muy gratificante. Durante toda la operación fui consciente de cada paso, evaluando qué era lo mejor que podía hacer, cuáles eran mis límites y considerando tanto el peor como el mejor escenario para actuar en consecuencia. —¿Qué se ve desde arriba? —Se ve con claridad cómo el fuego avanza, consumiendo casas y bosques. Las llamaradas son inmensas, llegan a superar los 40 metros. En otros incendios, he visto árboles explotar en el aire con estruendos y animales atrapados entre las llamas. La diferencia es que este incendio es mucho más extenso, con múltiples focos propagándose al mismo tiempo. *NdR.: El fuego comenzó en el Parque Nacional Nahuel Huapi el 25 de diciembre pasado y, pese a los esfuerzos por contenerlo, sigue activo. El resultado: 18 mil hectáreas de bosques arrasados, un ciudadano muerto y la destrucción de decenas de viviendas. Según el medio de comunicación cooperativo “Enfant Terrible”, en los últimos diez días, a las llamas del Nahuel Huapi se sumaron incendios intencionales que ya consumieron 3.000 hectáreas en Mallín Ahogado (Río Negro), 3.100 en Epuyén (Chubut), 1.100 en Dr. Atilio Viglione (Chubut) y 1.000 en el Parque Nacional Lanín (Neuquén). Alfonso con los ocho pasajeros que rescató a bordo del helicóptero —Vivís en la Patagonia desde hace más de quince años. Hasta que te convocaron para trabajar en los incendios, ¿qué hacías? —Nosotros siempre estamos atentos porque hay vecinos a los que hay que salir a darles una mano. Acá, el contacto con la naturaleza es directo y la vida tiene otro ritmo; por eso, cuando el fuego empieza a acercarse, la preocupación es inevitable. En Mallín Ahogado, por ejemplo, hay un montón de chacras y muchas casitas metidas en el medio del bosque. Entonces, en situaciones como estas, te preguntás: “¿Cómo se escapará la gente? ¿Por dónde se irán? ¿Quién va a ayudarlos?”. Cuando sobrevolamos la zona vimos cómo el incendio se iba comiendo todas las casas. Es muy triste ver cómo el fuego consume todo. Lo peor es que detectaron que fueron personas las que iniciaron los incendios. —¿Qué te genera eso? —Realmente es desolador. Pasan los años y, pese a las campañas de concientización, sigue habiendo incendios. Y cada vez son más. A esta altura, ya tendríamos que tener todo un sistema funcionando de otra manera. —¿Cómo te lo imaginás? —Yo establecería un sistema de arancelamiento para todos los senderos de los Parques Nacionales, con garitas en cada acceso donde un guía o guardaparque autorice el ingreso. De esta manera, se llevaría un registro constante de todas las personas dentro del parque, garantizando mayor control y seguridad. También volvería al sistema original de lucha contra incendios, donde las Fuerzas Armadas o de Seguridad asuman la responsabilidad, con el Estado —ya sea provincial o nacional— proveyendo el equipamiento a las aeronaves. Así, se evitaría cualquier interés comercial detrás del operativo. Pero es mi opinión y sé que no es políticamente correcta.
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