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Concepcion del Uruguay » Miercoles Digital
Fecha: 06/02/2025 04:26
La autora de esta columna, Vanesa Leopardo, relata y reflexiona sobre un episodio reciente que nos interpela sobre el cuidado y la dignidad, en tiempos donde parece que se quiere retroceder en el espacio del otro. Por VANESA LEOPARDO (Especial para EL MIÉRCOLES) Estaba en la terminal con mi hijo de 10 años y de repente empezó a sentirse mal, desbordado; faltaba media hora para que tuviéramos que subir al colectivo. Se pone colorado, comienza a hiperventilar, a hablar con la voz muy alta. La gente se empieza a dar vuelta y él se incomoda aún más, se pone más nervioso, por lo que le ofrezco ir a la cafetería de la terminal, lo invito a sacar su cuaderno y dibujar, le hablaba tratando de calmarlo, claramente no lo estaba logrando. Él seguía hablando con la voz muy alta, en la cafetería la gente también comienza a girar, a mirarnos, a mostrar incomodidad. A veces la mirada es como una valla, un cordón, un maldito círculo. No lo he pensado mucho en estos 11 años, pero a veces la mirada de los otros te apunta al corazón mismo, hiriendo —aunque no de muerte. Pido un café con leche con una medialuna —no había hecho tiempo de desayunar. Le hablo, no logro que se tranquilice, se encontraba muy ansioso. Lo invito a ir afuera, caminamos, le voy construyendo un relato sobre las nubes, el viento, en un intento de traerlo un poco más al presente, como una forma de confrontar armónicamente su decisión anticipada de no subir al colectivo. Unos minutos después, se acerca la mesera de la cafetería con un vaso térmico: —No lo tomaste, te lo calenté un poquito, no sé si usas azúcar o edulcorante —dice con total naturalidad. Tome el vaso. Dije gracias, muchas gracias. Ya sonaba el balbuceo inevitable. De fondo se escuchaba (algo molesta) una señora que preguntaba en forma insistente: —¿Qué le pasa a ese chico? ¿qué le pasa? No debería estar acá. Me acerqué y le dije: —Mi hijo es autista, está nervioso y vamos a darle espacio. Sé (porque lo sé) que un episodio así va a repetirse, en el acto de la escuela, en el carnaval. Basada en la conducta pasada estoy segura de ello, una predicción. Para quienes miran el episodio es uno más. Para mí es una ilusión, creer en otro final posible. La crianza de los hijos nos supone una energía enorme, ese no es el mayor desgaste. Lo que es pesado es la mirada de los otros, la distracción, la simulación, el entrometimiento, los profetas en tierra ajena y sus pautas de conducta. Los profetas en tierra ajena hablan de tolerancia. No sé bien en qué momento ni con qué sincronicidad en las palabras te van convenciendo de una forma de ser inadecuada, de reacciones desafortunadas, de conductas irritables. Necesitamos tolerar cuando existe algo sancionable en aquello que toleramos. Me pregunto qué es lo sancionable acá. “Vamos a darle espacio”. ¿Qué otra cosa es incluir sino dar y darse espacio, dar y darse tiempo? Darle tiempo al otro. Darle tiempo al otro para que tome su tiempo. Y no sabemos de antemano cuánto tiempo. Eso es, quizá, lo que debemos tolerar. Quizá es un tiempo que está por fuera del tiempo de los otros, justamente. Se necesita convertir en un tema social todo esto que llega, estas cotidianidades, estas supuestas individualidades. Tratar de liberarnos de nuestra mirada sesgada, patologizante, criminalizante, culpabilizadora. Construir entornos de goma, flexibles pero de formas humanas, no la baranda, no la rampa. Un contexto en donde dejemos de repetir que todos somos iguales, que no es más que una forma romántica de otorgarle una poderosa connotación negativa a la diferencia, legitimando que existen cosas que no encajan. La inclusión va de la mano del cuidado. El cuidado hace más digna la vida humana. Cuidar es abandonar la idea de hacer que algo encaje, ponerle palabras a lo distinto, palabras rotundas que nos saquen del balbuceo. (Gracias Flavia por tu historia). Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectores Sumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. Deja tu comentario comentarios
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