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  • La mujer asesinada por su marido que se convirtió en una santa popular y que el folklore hizo canción :: Asdigitalnews

    Parana » Asdigitalnews

    Fecha: 05/02/2025 20:01

    En la escucha de las primeras estrofas, nada hace pensar que se trata de una historia trágica. Es, simplemente, el recuerdo de un hombre que evoca tiempos de muchacho enamorado. "Tengo esa nostalgia de domingo por llover. / De guitarra rota, de oxidado carrusel. / Ay, Alelí, pobre de mí. / Yo te desnudaba para ver cómo era el mar. Y el mar se enredaba a mis deseos de volar", escribió Heredia. Pero luego hacia el final, termina develando el misterio que está detrás de aquellos recuerdos. "Esta noche quiero que bailemos otra vez. La canción que el viento nos cantaba en el ayer / Ya sabrá el infierno cómo hacer para aceptar/ que bailé en mi celda con tu sombra, sin parar" La historia de Juan Figueroa es muy popular en Salta. "Ayer por la tarde [29 de marzo de 1903] algunos menores, hijos del administrador del Cementerio, en circunstancias que se dirigían a bañarse en la corriente de agua de La Zanja del Estado, en la dirección de la calle San Luis, a una corta distancia del este del Puente denominado Blanco, sintieron un olor nauseabundo que parecía salir del medio de los yuyos de ese punto -consignaba el diario salteño La Montaña. Los menores de referencia dieron aviso a sus padres del hallazgo fúnebre y acto continuo éste se apresuró a dar cuenta a la policía". Luego de la autopsia -y tras la denuncia por desaparición, realizada por un familiar- se determinó cuatro días después que se trataba de una joven de 22 años llamada Juana Figueroa. El principal sospechoso, su esposo, Isidoro Heredia, 10 años mayor que ella, terminó confesando el crimen que tuvo gran repercusión por el grado de violencia contra la mujer (había desfigurado su rostro con una barra de hierro). Desde entonces, se tejieron las más variadas teorías sobre el crimen. Se habló de un hombre -para la mayoría era carpintero, según otros, albañil- absolutamente celoso y violento de quien Juan logró escapar. También se dijo que la joven mantenía un romance con otro hombre (de apellido Cáceres o Casares), con quien habría huido a Buenos Aires. Al tiempo, Juana regresó a Salta y se instaló en La Merced, cerca de la capital provincial.

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