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Concordia » Entre Rios Ahora
Fecha: 05/02/2025 13:03
María José Saavedra está en la cárcel de mujeres de Paraná desde agosto de 2023: no tiene condena firme, pero un fallo que en la Justicia no admite grises ni discusiones -esos decretos lanzados con el sesgo infalible de pontífice- la dejó en un lugar de reproche bíblico: prostituir a sus hijos. En 2022 el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná condenó a María José Saavedra, a sus hermanos, a su padre, a una vecina, y otros cuantos más en medio de una investigación que la Justicia había olvidado por completo. Todo se había iniciado circa 2013, después durmió el sueño de los justos y más tarde alguien dispuso rescatar y poner a andar la maquinaria tribunalicia. María José Saavedra recibió 25 años de cárcel. Casación sentenció que era así; la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), lo mismo. Ahora, desde un teléfono comunitario de la Unidad Penal Nº 6 Concepción Arenal, de Paraná, María José Saavedra habla con la voz entrecortada, habla por primera vez en forma pública de su caso, reniega del ninguneo en la Justicia, maldice el día en que la jueza Cecilia Bértora, el día que María José Saavedra vio por primera vez a la jueza Cecilia Bértora, la haya tratado como una réproba. No supo entonces, dice ahora, qué hacer: no sabía, lo sabe ahora, que debía tener un defensor oficial, que a su hija menor no se la podían quitar de su custodia manu militari, que un policía no podía sacarla de su casa y llevársela a un gris despacho judicial: el comienzo de todo para María José Saavedra. “Nunca nadie me escuchó”, dice ahora, mientras habla con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7, y de fondo se escuchan los sonidos cotidianos del penal de mujeres de Paraná. Su historia transitó el sórdido submundo de la violencia doméstica, mantuvo una relación desigual, eso que ahora se llama patriarcal y que entonces no tenía nombre y que se soportaba sin chistar. No había ley micaela ni perspectiva de género ni empatía ni funcionarios judiciales que sobreactuaran feminismo: cuando entró a una comisaría a denunciar salió con la certeza de que todo iría peor. Fue peor. Los hechos que se investigaron, que fueron juzgados y por los cuales se condenó a ocho personas habrían ocurrido entre 2005 y 2011: entonces los hijos de María José Saavedra eran menores. El varón tenía entre 5 y 11 años; y sus hermanas, entre 5 y 10 años, una; y entre 4 y 5 años, la otra. Una década después, el 7 de noviembre de 2022, María José Saavedra fue condenada a 25 años de prisión de cumplimiento efectivo por ser autora material y responsable del delito de promoción a la corrupción de menores agravada por la edad de las víctimas, el medio de comisión y por el vínculo, reiterada y promoción a la prostitución de menores agravada por la edad de la víctima y por el vínculo en concurso real. María José Saavedra recorre los últimos años de su vida, que transcurrieron entre citaciones judiciales, visitas a la Policía, audiencias ante un tribunal de juicio, y la imposición de no contar, no hablar, no decir nada. Un día, recordará, en medio de la audiencia del juicio en la que resultó condenada, la entonces fiscal Matilde Federik -ahora jueza del Tribunal de Juicios y Apelaciones- trajo a declarar a un testigo. Era su expareja a quien había denunciado por violencia de género y con quien tenía una restricción de acercamiento. Lo ubicaron cerca suyo y la historia se contó como debía contarse: era una mala madre. -¿Por qué te condenan, María José? -Me condenan por abuso sexual agravado por el vínculo y corrupción de menores hacia tres de mis hijos. Obviamente no los puedo nombrar porque son víctimas en esta causa. Si bien la denuncia es de 2013, todo se desencadena muchos años antes: cuando me divorcio de mi exmarido, Orlando Eduardo Questa, y las denuncias por violencia que hice. En el 2011 tuvimos un divorcio conflictivo. De todas maneras, a este divorcio llegué luego de pasar más de 12 años casada con una persona violenta, abusadora. Y no solamente sufriendo violencia yo. Incluso, he contado que su enojo conmigo era porque decía que la mujer tiene que estar en su casa, y que tenía que inculcar esa ideología a mis hijos. Que la mujer no puede salir a trabajar, no tiene que estudiar: la mujer tiene que estar dentro de la casa, sufrir violencia. Tanto yo como mis hijos sufrimos violencia, sufrí golpes durante mis embarazos e intenté hacer denuncias en su momento. Nosotros vivíamos en ese entonces en Santa Clara del Mar, porque él es militar y estaba destinado allá. Hoy actualmente se encuentra acá, en la Segunda Brigada Aérea de Paraná. Intenté hacer la denuncia a los pocos meses de casada pero era 1997 y las respuestas no eran las acordes. Te preguntaban qué hiciste, por qué no mejoras las cosas, no te olvides que estás casada, vivís lejos de tu familia, es la única persona que tenés. Vivíamos frente a la Comisaría en Santa Clara del Mar. Ahí le comentan que yo había ido a hacer una denuncia y cuando volvió, me dejó bien en claro que ya no iba a tener que intentarlo nuevamente. Su matrimonio transitó por ese sendero oscuro: “Sufrí violencia sexual. Accedí a prácticas que no estaban dentro de lo que yo quería, pero lo hacía para evitarle a mis hijos una vida horrorosa como la que estábamos viviendo”. De Santa Clara del Mar se mudaron a Paraná y el escarnio no cesó. “Fue así que en 2011, luego de un golpe que me dio mi suegro, tomé la decisión de separarme. Intenté denunciar a mi suegro en la Comisaría de Oro Verde, pero me lo negaron. Mi suegro era retirado de la Policía. Decidí hablar con un abogado y hacer directamente el divorcio. -¿Qué significó haber iniciado el divorcio? -Durante este periodo sufrí mucha violencia jurídica. No fui escuchada ni por el equipo interdisciplinario ni por el Copnaf (Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia) en su momento. Pedí que me ayudaran, por los chicos más que nada. Y no tuve respuesta. El informe del equipo interdisciplinario, donde dice que Orlando es una persona manipuladora, violenta, que él mismo decide que los chicos ya no tengan contacto con la familia materna, no da motivo. No investigan tampoco cuál es el motivo, por qué él se niega a que los chicos estén con su madre. -¿Y cuándo fue la denuncia en tu contra? -Cuando firmo el divorcio, conmigo queda mi hija menor, la más chiquita, que en ese entonces tenía 3 años; y los 3 mayorcitos quedan con el papá. El 23 de julio de 2013 llega un policía vestido de civil a mi casa, con un papelito en la mano, el señor Schmunk, que venía a buscar a mi hija más chica. Le pregunto por qué, porque estábamos en feria judicial. Me dijo que me tenía que llevarla al Juzgado. Le pregunto cuál era el motivo: me dice que no sabe, que solamente tiene que trasladarme a mí y a la nena. Cuando llego al Juzgado no había nadie: se presenta una señora, Cecilia Bértora. Me dice que se va a llevar a la nena para hacerle preguntas. Le pedí que me explicara qué pasaba. Me dijo que no podía decirme. Insistí, pero en un momento la señora Cecilia Bértora me pide que me calle porque si no me iba a meter en el calabozo. A las dos horas y media, más o menos vuelve y me dice que le va a entregar la nena en tenencia provisoria al padre. Le pregunto cuál es el motivo, qué es lo que está pasando, y me dice que hay una denuncia de abuso sexual. A todo eso yo no firmo nada, me manda a que vaya a notificarme. Yo no tenía abogado, no sabía que tenía derecho a un abogado. Le pregunté a la señora Cecilia Bértora si tenía que llamar a un abogado. Me dijo que no, que no merecía tener un abogado. -Tenes una condena a 25 años de prisión. ¿Cómo se llega a esta condena? ¿Tus hijos testimonian en contra tuya? -Nosotros llegamos a un juicio en donde el padre reconoce que ejerció violencia hacia sus hijos. Pero dijo que tenía que educarlos. En el juicio, mi hija mayor dice que es amenazada de muerte por su propio padre. Una chica de veintitantos años cuenta que a los dieciséis años su padre le pone una bala en la mesa y le dice que esa bala va a su cabeza si lo traiciona. El doctor Walter Aguirre (integra el equipo médico forense del Poder Judicial, NdelR) dice que él no puede asegurar que las lesiones encontradas en su momento en los chicos puedan haber sido ocasionadas por un abuso. No usaron de prueba los chats que tiene mi hija mayor con la hija mayor de Mario Furlong, donde reconoce que el padre les pegaba a los hermanos para que inventen más hechos. También lo dice en el juicio. -¿No hubo pruebas para las condenas? -No, no hubo. Mi hijo dice en el juicio que él nunca vio que a mí me pagaran por entregarlo, cuando anteriormente el padre asegura que el chico le dijo eso. El tema está en que jamás nos permitieron hablar. A nosotros nos callaron desde el primer momento, no nos permitieron ir a los medios a contar también nuestra versión de los hechos Desde el 17 de agosto del 2023 María José Saavedra está alojada en la Unidad Penal de Mujeres. No tiene condena firme. Está con prisión preventiva. La Sala Penal del STJ, con sus tiempos y sus modos, debe resolver si hace lugar a un recurso extraordinario federal para llevar el caso a la Corte Suprema de Justicia. -¿Qué significó para vos terminar en la cárcel? -La verdad que la vida ha sido muy dura desde hace muchos años. Esto es otra instancia más de la que tenemos que tratar de sobrellevar, tratar de sobrevivir. Lo que hacemos es sobrevivir día a día. Cuando hablamos con la familia, y me preguntan cómo estoy, digo: “Respiro”. Es lo único que podemos decir, porque después decir que estamos bien, no podemos decir que estamos bien.La vida realmente nos ha pegado muy duro. Es lo que le puedo decir. -¿La Justicia se portó mal con vos? -Muy mal. La Justicia nunca estuvo. Foto Ilustrativa Ricardo Leguizamón De la Redacción de Entre Ríos Ahora
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