04/02/2025 16:54
04/02/2025 16:53
04/02/2025 16:52
04/02/2025 16:52
04/02/2025 16:51
04/02/2025 16:50
04/02/2025 16:49
04/02/2025 16:48
04/02/2025 16:48
04/02/2025 16:47
Parana » Ahora
Fecha: 04/02/2025 12:00
Tiempo narrativo Armemos un círculo, dibujemos en la tierra con una rama la forma redonda de las cosas sin fin pongamos en el centro de la ronda una vertiente, un agua nueva que brote de la tierra. * Dicen que ya no narramos porque vivimos apurados, que no podemos frenar a contarnos las pequeñas contingencias, a nada le podemos dar sentido porque hay que hacer otra cosa que nos mantiene en la corriente postmoderna. Stories con imágenes, videítos editados dónde solo aparece lo que nos sale bien: una receta, un recorte del paisaje, una postura del cuerpo. Por fuera la respiración real: las cosas sucias, quemadas, el botón desajustado, el pasto crecido. Las cosas de verdad tienen historia y sin el tiempo para contarlas, esas cosas que erraron el camino de lo mostrable, no pueden formar parte del mundo. * Atrofia del tiempo, dice el filósofo coreano de moda Byung Chul Han. * Puntadas hacia atrás. Pasó así dice mi hermana: este tío tenía este matrimonio y a su vez este hijo y esta mujer tal cosa. Risas. Nos contamos cosas que no nos dan nada y sin embargo, sin esa forma de organizar el pasado, sin sentarnos juntas, sin entender la emoción de la otra todo seguiría en el curso del tiempo impuesto. No detenerse, no perder productividad. * De chicas sabíamos que en el cajón de la mesa de luz de nuestra madre había linternas, que en la puerta del aparador de la cocina estaban las velas y los candelabros. Quizás encontrábamos en la luz cortada la excusa para alumbrar la casa de una manera distinta. * Tener en la mano la luz, moverse en la oscuridad, encontrar sapos en la puerta del garage, vivir una pausa en el cauce normal de los días. Memoria y corazón, la sombra del fuego en la pared dibujando fantasma, las palabras conjurando el temor, lo desconocido abriéndose en la noche. Contame otra vez otro cuentito, me dice cada noche Francisca, inventamos los días de Paulita, de Clara, de la nena sin nombre y terminamos abrazadas, con la lengua agotada igual que las piernas de un atleta. No hicimos nada más que contarnos, crearnos narraciones que presciendieron de la imagen colorida que se mueve de un lado al otro en el libro de tapa dura. Pienso que no es así siempre porque a las siete hay que estar trabajando, o yendo al jardín, pero mientras se pueda, esta ronda, de dos, de tres, de todos los nombres olvidados, de los tapujos que despistaron en la autovía familiar. *
Ver noticia original