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  • Muerte de bebés en Córdoba: uno por uno, qué pasó cada recién nacido y cuál habría sido el rol de la enfermera

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/02/2025 02:41

    La enfermera Brenda Agüero, en el banquillo de los acusados Entre los 13 bebés que fallecieron o se descompensaron en el Hospital Neonatal de Córdoba hay coincidencias y divergencias, muertes casi inmediatas y evoluciones favorables, madres sanas y algunas con patologías, pinchazos en algunas víctimas y en otras no. También existen hilos conductores entre los casos. Y, por último, está la convicción de los peritos oficiales que pasaron por los tribunales, donde se juzga a la enfermera Brenda Agüero y a otros 10 imputados: la única explicación es que hubo una mano asesina. Para comprender qué pasó, en medio de la complejidad de cada caso del que deberá expedirse un jurado popular y los jueces, y la correlación entre ellos; es necesario analizarlos individualmente. Para esto, Infobae elaboró una ficha sobre cada bebé, con los factores más relevantes: antecedentes prenatales, condiciones del embarazo y del parto, puntaje Apgar (NdeR: determina qué tan bien toleró el proceso de nacimiento), hallazgo de pinchazos, potasio o insulina, características de la descompensación y, por último, dónde estuvo y qué habría hecho la enfermera de obstetricia Agüero, la principal acusada. Los datos se complementan con el contexto que rodeó a cada caso. Esto se reconstruyó a partir de las diversas pruebas que hay en la causa y de los resultados de la Pericia multi e interdisciplinaria médica, química y toxicológica, información a la que tuvo acceso este medio. V.U.M. nació el 18 de marzo de 2022 a las 09:01. A pesar de haber tenido un embarazo poco controlado -su mamá se mudó de provincia varias veces-, el alumbramiento fue en óptimas condiciones. Así se mantuvo la beba durante más de dos horas, hasta que presentó los primeros síntomas. El nivel de potasio que le detectaron fue “levemente elevado”. La pericia determinó que es “poco probable” que una inyección externa los haya causado. Sin embargo, el mismo estudio destaca que “por la baja frecuencia en que suelen ocurrir este tipo de episodios (el colapso súbito e inesperado de un recién nacido sano), llama la atención que dos casos ocurran el mismo día”. El segundo evento fue el de Francisco Calderón Cáceres, quien falleció. La enfermera Brenda Agüero estuvo en contacto con V.U.M. en la sala de recuperación. Para la fiscalía, “no pudo dar una inoculación profunda y completa de la sustancia letal”, y por eso llegó poca cantidad de potasio al organismo de la recién nacida. Fue la acusada, según se desprende de múltiples testimonios, quien se presentó ante las médicas neonatólogas para avisar que “no veía bien” a la bebé. Este último es un dato, que se repetirá varias veces, servirá para entender la presunta motivación homicida que le endilga la fiscalía a la enfermera. Francisco Calderón Cáceres nació el mismo día que V.U.M., pero a las 11:46. El parto fue un éxito y el bebé presentó condiciones óptimas. Once horas más tarde falleció, sin razón aparente. “Los valores elevados de potasio podrían deberse a una administración externa, aunque en los casos de acidosis severa (como éste) el potasio puede elevarse. No podemos descartar la posibilidad de que se haya tratado de un colapso de causa natural. Este diagnóstico correspondería al segundo caso ocurrido en la misma institución, en el mismo día, con una diferencia de tres horas. La posibilidad estadística de que ocurra esto es casi nula”, concluyeron los peritos en su evaluación estrictamente científica. Francisco esperó en la sala de incubadoras a que su mamá recuperara la movilidad de las piernas luego de la cesárea. Allí estuvo vigilado por dos enfermeras, una de las cuales, casualmente, era su tía. La mujer salió sólo salió para chequear cómo la madre del bebé. Más tarde su compañera hizo lo mismo para trasladar a otra recién nacida que descansaba en la habitación. Entonces se produjo un lapso de entre 10 y 15 minutos en los que Calderón Cáceres estuvo solo. En ese momento, la enfermera Brenda Agüero estaba en la sala de recuperación, a pocos metros de las incubadoras. Ningún testimonio logró ubicarla dentro de ese sector. Un dato no menor es que en esa ventana de tiempo en la que Francisco quedó solo, buena parte del personal médico estaba actuando de emergencia ante la repentina descompensación de V.U.M., el caso 1. Aunque se sugirió, a Francisco no le practicaron una autopsia. Así, no se pudieron tener mayores precisiones sobre sus fallas orgánicas ni tampoco hubo una revisión exhaustiva de su piel que pudiera dar con pinchazos, de los que hasta el momento no se tenían sospechas. Benjamín Luna también nació a término, sano, sin complicaciones durante el parto. Se prendió al pecho de su mamá rápidamente y no había nada que llamara la atención de los médicos. Al igual que el caso anterior, este bebé estuvo unos 15 minutos esperando a su madre en la sala de incubadoras. Es la oportunidad que habría tenido la enfermera para atacarlo, según la fiscalía, aunque también asistió a la sala de recuperación. La defensa de Brenda Agüero argumentó que la rotura prematura de la bolsa podría haberle causado una infección al recién nacido, y de allí surgió su descompensación. Este escenario quedó descartado por la pericia: “Los valores del hemograma, el informe de la placa radiográfica, hemocultivo negativo, todo en conjunto hace muy poco probable que la muerte sea a consecuencia de sepsis bacteriana neonatal precoz. Entendemos que no hay relación entre la rotura de bolsa y la descompensación del bebé”, concluyeron los especialistas. El mismo informe pericial advirtió que los índices de potasio e insulina que se detectaron eran normales. Tampoco se encontraron pinchazos. “Siendo tantos casos, es lógico que en algunos bebés tengamos menos indicios y pruebas que en otros”, resumió ante la consulta de Infobae un fuente del caso. Un día después de la muerte de Benjamín, al igual que todos los casos relevados hasta ahora -y más que le siguen-, la descompensación de F.A.B. ocurrió alrededor de las dos horas de vida. Es otro dato que, para la acusación, es imposible que se trate de una coincidencia. F.A.B. sufrió una hiperpotasemia mayor que la del caso 2. “La única causa que podría ser compatible con el electrocardiograma y la evolución que presentó la paciente es la hiperpotasemia, para la que no encontramos una explicación endógena (por el propio cuerpo). La administración exógena es la causa más probable”, concluyó la pericia interdisciplinaria. Es decir, alguien le administró potasio. Infobae consultó con profesionales de la salud, y coinciden tajantemente con las decenas de declaraciones que hay en la causa: es imposible que la inoculación de potasio o insulina se produzca por error en un recién nacido. Cualquier personal capacitado sabe que ambas sustancias pueden ser letales para un bebé, y no se usan si no están indicadas para tratamientos muy específicos. Con F.A.B., la enfermera Brenda Agüero fue una vez más quien predijo antes que nadie su descompensación. “Le miró las manos y las uñas estaban muy moradas. La alzó y salió corriendo, sin decirme nada”, describió la mamá durante el juicio. La bebé L.C.H. nació el mismo día que F.A.B. Es un caso paradigmático porque tuvo síntomas poco después de su nacimiento, pero su descompensación terminó de desatarse recién al día siguiente, el 25 de abril. Además, L.C.H. es la primera víctima a la que se le encontró un “pinchazo inexplicable”. Su mamá notó “un puntito” que empezó a hincharse, al mismo tiempo que la nena comenzó a decaer. “Estaba como ida”, definió la madre. El pinchazo, que derivó en un hematoma con infección, estaba en el muslo izquierdo de la bebé. Ahí es donde los médicos colocan la vitamina K, un complemento que ayuda a que la sangre coagule normalmente y se aplica a todos los recién nacidos. Luego de este caso el Hospital Neonatal reemplazó todos sus lotes de esa vitamina y envió informes a la ANMAT, ante la sospecha de que algo podría estar mal con las vacunas que le estaban dando a los bebés. Finalmente se comprobó que esta no era la causa de las muertes y descompensaciones. Con el rigor científico al que debe atarse la pericia interdisciplinaria, los especialistas explicaron que L.C.H. sufrió “una infección de tejidos blandos” donde tenía el pinchazo, y que esto pudo producir “lisis celular liberando potasio, y elevando los valores del mismo, sin poder precisar los límites de esta posible elevación”. Ante la chance de que la infección haya disparado el potasio a 7.05 mEl/q es que no se puede afirmar ni descartar que alguien se lo haya inyectado intencionalmente, como sí ocurre con otros casos. Para la fiscalía, la enfermera “optó claramente por aplicarlo en un lugar donde se confunda con la inoculación de la vitamina K”. Los pinchazos que sufrió I.V.F., en cambio, no encontraban respaldo alguno en la explicación de la vitamina K. En el lugar donde encontraron las dos heridas no se aplica ninguna vacuna. “No tienen ninguna vinculación con procedimientos médicos. Es altamente probable que hayan sido puerta de entrada y/o de inoculación de alguna sustancia”, concluyó la pericia. Aunque le midieron los niveles de potasio cinco horas después de su descompensación, la hiperpotasemia se dejó ver en los estudios recién al día siguiente. “Las inoculaciones son erráticas, y por eso la absorción que hace el organismo es variable según cada caso”, graficó una fuente con detallado conocimiento de la causa. Esto explicaría que algunos síntomas, descompensaciones y muertes ocurran con frecuencias distintas. De todas formas, I.V.F. se descompuso en un rango similar a los casos registrados hasta ahora. Su madre, Gabriela González, incriminó directamente la enfermera acusada. Describió en su testimonial que en un momento, Agüero tenía en brazos a la bebé y le dio la espalda. Su hija empezó a llorar y gritar “como cuando te pellizcan”, según contó. Poco después, sin decirle nada a la mamá, la imputada salió de la habitación. En ese instante habría advertido a las médicas neonatólogas de que “algo andaba mal” con la bebé. De acuerdo a la reconstrucción que hizo el Ministerio Público Fiscal, los síntomas recién empezaron diez minutos después del aviso, exactamente a las 9.30. De comprobarse la inyección intencional de alguna sustancia, el de G.H. podría ser el caso en el que más claro se ve cómo una absorción errática puede llegar a manifestarse tardíamente. Casi dos horas después de su nacimiento, a este bebé le encontraron dos pinchazos. Lo atendieron rápidamente y lograron que su cuadro no fuese grave. “Es compatible con un actuar fugaz, en el que no se logró dar una inoculación profunda y completa de la sustancia letal”, entendió la fiscalía. Sobre las heridas, la pericia concluyó: “Las lesiones descriptas en muslo derecho no están vinculadas a ningún procedimiento médico, ni a ninguna cuestión de carácter accidental”. Fue Brenda Agüero, junto con otra enfermera, quien otra vez dio la primicia. Esta vez con la particularidad de que fue a atender a la mamá y al bebé cuando no tenía ese sector asignado: el hallazgo ocurrió en la sala de recuperación, y ella debía estar en la sala de pre-parto. J.E.L. es el primer caso de la cronología con hiperinsulinemia comprobada. Esto es un exceso de insulina en el organismo, que provoca un descenso de la glucosa (hipoglucemia). Su madre atravesó el embarazo con diabetes gestacional, pero según determinó la pericia esto no causó el cuadro del bebé: “En los casos de hiperinsulinismo congénito no se llega a valores tan altos de insulina en sangre, y además en este bebé los niveles bajaron rápidamente en los siguientes días, cosa que no ocurre con el hiperinsulinismo congénitos de origen genético”. Para los especialistas, esto sugiere -una vez más- la presencia de una mano asesina: “No hay ninguna explicación médica razonable fuera de la inoculación exógena de insulina que sea compatible con la evolución clínica y resultados de laboratorio”. Nuevamente, Brenda Agüero avisó antes que nadie de los síntomas. Además, habría dado un paso en falso que dejó escrito y firmado. En la historia clínica de J.E.L., la enfermera redactó a las 11:35, cuando dejó asentados los primeros síntomas del bebé: “(...) se avisa a médica y enfermera de neonatología; quienes deciden llevarlo para monitorización; RN (NdeR: recién nacido) permaneció en todo momento en brazos de abuela”. Esa última aclaración, según declararon varios médicos y enfermeros en la causa, es absolutamente infrecuente en cualquier historia clínica, ya que no posee ningún valor médico. Tras su descompensación, a Ibrahim Guardia le hicieron una prueba de glucemia. Arrojó “indetectable” como resultado. Hay dos razones por las que esto puede pasar: que el aparato que hace el test esté roto, o que el valor de glucosa sean tan bajo que ni siquiera se puede medir. Esto del valor “indetectable” ya había pasado con el caso 8 y volverá a ocurrir con el 12. A estos dos se los sometió a un estudio de laboratorio posterior, que verificó la inoculación exógena de insulina. No fue el caso del bebé Guardia, a quien tampoco se le hizo una autopsia tras su muerte. Así, aunque las sospechas sobran, es complejo probar científicamente la causa de su recaída. Según consta en el expediente, el asesinato con insulina es complemente atípico: solo se encontraron 66 casos en todo el mundo hasta 2024. Otro dato que demuestra la complejidad del juicio. Con Angeline Rojas volvieron los pinchazos y la hiperpotasemia. Fue la primera víctima en ser sometida a una autopsia. “La bradicardia (baja frecuencia cardíaca) coincide con la acción del potasio en concentraciones elevadas. El electrocardiograma muestra señales características de una hiperpotasemia grave, típicas de envenenamiento por potasio. Podría atribuirse, con gran verosimilitud, al ingreso externo masivo de una fuente de potasio”, concluyó el peritaje sobre este caso. Al igual que el resto, Angeline nació en excelentes condiciones. Sus primeros minutos de vida fueron óptimos, y los médicos constataron que era una niña sana, con una adaptación perfecta. Esa fue la situación hasta que Brenda Agüero, de nuevo y siempre según la causa, alzó a la bebé en la sala de recuperación y corrió a alertar a las neonatólogas. Para este punto quedó constatada otra rareza: según los especialistas consultados en la causa, es altamente inusual que la descompensación de un recién nacido sano ocurra en las dos horas que pasa junto a su madre en la sala de recuperación. Lo habitual es que los problemas aparezcan en el parto (que no llore, no respire o tenga ritmo cardíaco lento) o en la sala común, varias horas después del nacimiento. Melody Luz Molina nació algunas horas antes que Angeline, en la madrugada del 6 de junio. Para la fiscalía, es otro caso de “aplicación y absorción errática” del potasio, escenario que explicaría su descompensación tardía. Que el pinchazo haya sido en la espalda también respalda esa hipótesis. Del peritaje se desprende la conclusión de que la bradicardia que sufrió fue causada por un exceso de potasio inolucado de forma exógena. Esta niña, que murió al día siguiente, fue la segunda de los cuatro bebés sanos que se descompensaron inexplicablemente en menos de 24 horas dentro del Hospital Neonatal de Córdoba. Según la pericia médica, la enfermedad de transmisión sexual que padeció la madre de M.E.T. no incidió en su descompensación: “Al momento del parto no presentaba signos debido a que la madre había sido tratada eficientemente. Entendemos que no hubo relación entre la descompensación del bebé y la enfermedad de la madre”, precisó el documento. A su vez, sobre la exorbitante cantidad de insulina que encontraron en su cuerpo, el peritaje resolvió: “No hay ninguna explicación médica razonable fuera de la inoculación exógena de insulina que sea compatible con la evolución clínica y resultados de laboratorio”. Alguien se la aplicó intencionalmente. La mamá de esta bebé contó que, en un momento dado, aprovechó que su bebé descansaba para dormirse en la sala de recuperación, sector al que la enfermera Brenda Aguero ingresó a las 6:10, al comenzar su jornada laboral. Los tiempos coinciden, pero la mujer no vio nada que incrimine directamente a la acusada, según la causa. La cronología se concluye con D.P.M., la bebé que nació el fatídico 6 de junio a las 13:09. Con ella vuelven a repetirse varios patrones: dos pinchazos en la espalda, el exceso de potasio, y la ubicación de la enfermera. Al igual que el caso 11 -con punciones en la misma región-, los síntomas aparecieron varias horas después. Brenda Agüero habría compartido más de media hora con la madre y su hija en la sala de recuperación, hasta que terminó su turno alrededor de las 14:30. Una hora más tarde pasaron a las pacientes a sala común, y se constató que para ese momento ambas estaban en perfectas condiciones. Para las 20, D.P.M. empezó a rechazar el pecho y bajó su temperatura corporal. La mamá se preocupó, mientras el hospital era un caos: nadie entendía por qué tantos bebés pasaban de estar sanos a quedar al borde de la muerte en un abrir y cerrar de ojos. Antes de que su cuadro empeore, y con los antecedentes del día, decidieron internarla. Presentó síntomas similares a los casos 10 y 11. Además, el potasio le afectó la piel a tal punto que le provocó una necrosis en la zona de los pinchazos. De nuevo, las pericias no encontraron ninguna explicación médica para el cuadro que sufrió. El caso solo puede entenderse como resultado de una inyección intencional de potasio en la espalda, un lugar totalmente aleatorio, donde no se coloca ninguna vacuna ni tampoco se extrae sangre. El perfil psicológico de la enfermera Brenda Aguero La enfermera Brenda Agüero, con las esposas colocadas en su ingreso a Tribunales A la principal acusada por los presuntos homicidios e intentos de asesinato le practicaron una pericia interdisciplinaria, social, psicólogica y psiquiátrica, cuyos resultados pudo verificar Infobae. Horas antes del juicio le hicieron otra, a modo complementario, de la cual no trascendieron sus conclusiones. La evaluación que le hicieron los peritos determinó que en su personalidad “se observan indicadores de egocentrismo”, busca “reconocimiento, poder y admiración”, con “escasa resonancia afectiva y empática, advirtiéndose expresiones de satisfacción asociadas al contacto estrecho con el sufrimiento ajeno”. La pericia también estableció: “Actúa con discurso compensatorio y totalmente disociado de lo emocional, en donde se da la coexistencia de dos actitudes psíquicas respecto a la realidad exterior: una de ellas tiene en cuenta la realidad, y la otra la niega y la sustituye por una producción de deseos. Las características descriptas se asocian con mecanismos propias de una estructura psicopática”. Esto, en coincidencia con la descripción que hicieron decenas de compañeros de trabajo y ex profesores -y el hecho de que es la única persona que estuvo presente en los 13 casos- es el respaldo que tiene la fiscalía para creer que la enfermera cometió los crímenes con el fin de destacarse ante sus pares y superiores. “Este afán de mostrarse como salvadora, la que alerta, la que es de excelencia, la que primero lo sabe, la que primero salva, es una conducta que ha quedado demostrada en los hechos y que ha sido un aspecto de su personalidad verificado en la pericia”, concluyó el Ministerio Público Fiscal.

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