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  • Caso Rubiales: un terremoto en los equilibrios de poder del fútbol español

    » Diario Cordoba

    Fecha: 02/02/2025 08:17

    El 20 de agosto de 2023, todo cambió con el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en el podio del estadio Olímpico de Sídney durante la entrega de medallas a las campeonas del mundo de fútbol femenino. Luis Rubiales llevaba en la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) desde el 17 de mayo de 2018, día en que sucedió a Ángel María Villar. Cinco años y tres meses habían pasado en los que el que fuera futbolista y presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles desde 2010 se había ganado el respaldo del Gobierno, en su pulso irreconciliable con LaLiga que preside Javier Tebas. El "amigo" Pedro Rubiales presumía en los círculos cercanos de despachar habitualmente con Pedro Sánchez, "mi amigo", con el que se intercambiaba mensajes en los que le tuteaba. Sin embargo, la relación se enfrió cuando el presidente del Gobierno se topó una mañana con varios titulares que informaban que “Sánchez había invitado a Marruecos a la candidatura de 2030”. El político se sintió traicionado por Rubiales, al que culpó de las filtraciones y le pidió explicaciones. Desde ese momento nada fue igual entre Luis y Pedro, por más que Rubiales insistió en mantener el cruce de mensajes, pronunciándose en público de forma elogiosa hacia el socialista. Durante todo este tiempo el CSD no atendió las denuncias de Miguel Galán, el presidente de la escuela de entrenadores CENAFE, que se convirtió en azote de los presidentes de la Federación con sus demandas. Por más que Galán denunció las presuntas irregularidades que se iban conociendo a raíz del caso Supercopa, el CSD se desentendió de sus reclamaciones de que el TAD estudiara su inhabilitación, poniéndose de perfil o mirando hacia otro lado. Pedro Sánchez y Luis Rubiales en su primer acto juntos, en 2018. / EUROPA PRESS De la Supercopa al beso a Jenni Luego llegó beso no consentido a Jennifer Hermoso lo que provocó la fractura definitiva y la ocasión perfecta para que el presidente pidiese la cabeza de Rubiales, al que ya no devolvía los mensajes. “Fue un gesto inaceptable, las disculpas del señor Rubiales no son suficientes ni adecuadas y tiene que seguir dando pasos para aclarar lo que vimos todos a través de los medios de comunicación”, advirtió Sánchez tras el incidente. Algo a lo que siguió su frío comportamiento con Rubiales en la visita de las campeonas a Moncloa. Después de Rubiales, el Gobierno, y más concretamente el presidente del Gobierno, se ha mantenido distanciado de la Federación y de Pedro Rocha, designado por Rubiales como su sucesor, e inhabilitado por la iniciativa del brazo armado del Gobierno en cuestiones deportivas, el Consejo Superior de Deportes, donde Víctor Francos daba paso en la presidencia a José Manuel Rodríguez Uribes. Louzán, enemigo del Gobierno La inhabilitación definitiva de Rocha a presidir la RFEF abrió un periodo de incertidumbre que se cerró de la peor manera posible para el Gobierno, con la elección de Rafael Louzán, presidente de la federación gallega de fútbol, como candidato de la mayoría de ‘barones’ de las territoriales para suceder a Rocha. Louzán fue señalado como un enemigo por el CSD y el Gobierno desde el primer momento por su inhabilitación para cargo público, pendiente de revisión por el Supremo, y también, para qué engañarse, por su pasado político como dirigente del Partido Popular en Galicia. Vicepresidente desde 1996 en la Diputación de Pontevedra, en 2003 se hizo con el mando de la misma. Hoy Louzán está inhabilitado para el ejercicio de cargo público tras ser condenado por prevaricación por la Audiencia Provincial de Pontevedra por pagar dos veces un campo de hierba artificial subvencionado por el ente provincial. Y el 5 de febrero el Tribunal Supremo decidirá sobre su recurso. Aunque él ya ha avisado que entiende que no será que siga ejerciendo el cargo de presidente de la Federación por más que el veredicto del Supremo no le sea favorable. Algo a lo que se opone el Gobierno, como puntualizaba Pilar Alegría, la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes: “Si se ratifica la condena a Louzán, se convocarán elecciones”. El presidente de la RFEF, Rafael Louzán, en su primera junta directiva. / EFE Mientras se llega a eso, Louzán ha sido capaz de reunir a su alrededor a las fuerzas vivas del fútbol español. Para ello ha nombrado vicepresidentes de la RFEF a Javier Tebas, presidente de LaLiga y archienemigo de Luis Rubiales; a David Aganzo, presidente de la AFE, y a Beatriz Álvarez, presidenta de la Liga F. Con eso se ha blindado, además de capitalizar el relato de que “el fútbol español debe estar unido y yo abro las puertas a todos. Incluso al Gobierno con quien espero poder sentarme”. Algo que no va a ocurrir porque ni Uribes ni Alegría se harán la foto con Louzán. La Federación ha pasado de ser un lugar amable para Pedro Sánchez a convertirse en territorio comanche. El gallego también ha tratado de tender puentes con Real Madrid y Barcelona, a través de su relación con Florentino Pérez y Joan Laporta. Pero el dirigente madridista ya le ha advertido que lo que debe hacer es arreglar el tema de los árbitros, por el escándalo de los pagos al exvicepresidente de los árbitros Enríquez Negreira, y el Barça se desmarca por ese mismo motivo. Además, Louzán ha dejado claro que la Supercopa seguirá celebrándose en Arabia, después de subastarla hasta 2034 en una puja en la que también habrían entrado Kuwait y Estados Unidos.

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