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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/02/2025 05:19
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump En diez días de gobierno, Donald Trump ha confirmado que en lo estratégico-militar es fiel a sus propuestas y opiniones previas. Comenzando por Medio Oriente, ha contribuido a que se mantenga la tregua entre Israel por un lado y Hamas y Hezbollah por el otro. La entrega de los rehenes se está cumpliendo. Esto no es la solución del problema, pero sí el paso más trascendental que se ha dado para resolverlo. Hezbollah ha protagonizado algunos incidentes con fuerzas israelíes y el Ejército de El Líbano, pero no han sido de magnitud. Trump ha presentado propuestas imaginativas que no son viables, pero que quizás buscan abrir camino a otras soluciones. Tal es el caso de la idea de enviar a la población palestina de la Franja de Gaza a Egipto y Jordania. Esto le permitiría a Israel pasar a ocupar el territorio que es hoy el eje del conflicto. Pero los gobiernos de estos dos países, que en los últimos años han jugado un rol moderador en la región acordando con Israel, se resisten a aceptar esta propuesta. Es que la irrupción de contingentes de desplazados ha sido el origen y multiplicación de grupos terroristas en la región. El caso de El Líbano es el más elocuente. La relación de Trump con Netanyahu es buena y el diálogo del gobierno israelí con el nuevo Jefe del Pentágono, Pete Hegseth, ya está abierto y ha ratificado la alianza con Israel. El primer ministro israelí se mueve por una situación difícil. Es que la derecha religiosa que forma parte de su coalición de gobierno lo critica por la flexibilidad que ha asumido. Una parte de la sociedad israelí festeja la liberación de los rehenes, pero la otra la cuestiona por ser consecuencia de una negociación con el terrorismo. Pero un dato clave será la reunión que el 4 de febrero mantendrá Donald Trump con Netanyahu. Será el primer Jefe de Gobierno extranjero que recibirá el presidente norteamericano en funciones. La segunda prioridad es la guerra de Ucrania y el diálogo del nuevo presidente estadounidense tanto con su colega ruso como con el ucraniano es reclamado con ansiedad por ambos. Trump ha dicho que hablará con los dos presidentes y encontrará las bases para un acuerdo, pero sin mostrar urgencia ni precipitación. Mientras tanto, la guerra europea agudiza el conflicto que vive el continente. El nuevo Secretario General de la OTAN, el holandés Mark Rutte, dos días antes de que asumiera Trump insistió en que no podía abandonarse a Ucrania y que había que cumplir lo acordado con este país. También ratificó que el enemigo es una cuádruple alianza entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte. Tras asumir, Trump dijo que los países de la OTAN debían destinar a defensa el 5% de su PBI. Es una cifra que los gobiernos europeos consideran imposible de cumplir. Los miembros de la OTAN han planteado el objetivo de elevar la cifra del 2 al 3%. Pero Rutte reclamó a Portugal, un país de la OTAN que destina a Defensa menos del 2% de su PBI, que cumpla con dicho porcentaje. Por su parte, diplomáticos de la Unión Europea han sostenido la urgencia de aumentar el gasto militar porque si no en el futuro una guerra con Rusia va a ser mucho más cara. Europa se encuentra así en una previsible encrucijada: no cumplir con los reclamos de Trump puede implicar la precipitación de una crisis en la OTAN, pero intentar que los treinta y dos países que la integran lo hagan, también puede llevar a otra crisis. En este campo Trump también ha hecho lo previsible. El ex presidente Biden en los últimos días de su gestión autorizó la ayuda militar a Ucrania por tres mil ochocientos millones de dólares. La orden del nuevo presidente estadounidense de suspender todas las asistencias del gobierno anterior -que luego fue algo atenuada- incluye esta decisión. Es decir que ya de hecho, cortó el financiamiento para Ucrania. La extensión de Norteamérica como región ha sido la tercera prioridad. Trump insistió en el reclamo de que Estados Unidos se haga cargo de Groenlandia. Tuvo una áspera discusión telefónica con la primera ministra danesa, quien tras ella anunció que Dinamarca aumentará la presencia militar en la mayor isla del mundo. Los cincuenta y cinco mil habitantes originarios que viven en ella han planteado su disposición a negociar con Estados Unidos. Cabe recordar que el hijo mayor de Trump visitó Groenlandia el 9 de enero y que Estados Unidos cuenta con una base militar al norte de la isla desde hace setenta años. Trump volvió a insistir en que Canadá debía ser un estado de los Estados Unidos, ratificando lo expresado antes de la elección. Hay quienes dicen que es una actitud política de la Casa Blanca para forzar las negociaciones arancelarias con este país, pero no está claro que sea así. Canadá en realidad es un país multiétnico con dos idiomas oficiales (inglés y francés) y pueden surgir opiniones diferentes. Respecto al Golfo de México, el reclamo de Trump para que pase a llamarse “Golfo de Norteamérica” fue rápidamente aceptado por Google, que cambió el nombre en sus mapas. Trump confirmó su intención de que Estados Unidos vuelva a hacerse cargo del Canal de Panamá. No sólo por las tarifas y la presencia china, sino porque Washington obtuvo el control a perpetuidad en 1903, cuando se constituyó dicho país centroamericano y se pagó una cifra millonaria en dólares por esa concesión. Centroamérica y el Caribe ha sido la cuarta prioridad del gobierno de Trump, aunque es la que mayor impacto tiene en el estadounidense promedio. Por primera vez en la historia un Secretario de Estado, en este caso Marco Rubio, eligió a América Central como su primera visita al extranjero. Estuvo en Guatemala, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y Panamá. Esto no se debe únicamente a que el nuevo Secretario de Estado sea cubano-estadounidense, sino porque las migraciones han sido un tema central en la campaña de Trump. En los primeros once días de gobierno se han devuelto miles de inmigrantes con antecedentes penales a Guatemala, Brasil, Colombia y México. Esto generó un fuerte conflicto diplomático con el presidente colombiano, pero Trump se impuso con firmeza, obligando a Petro a aceptar la devolución de los migrantes colombianos. Lula, por su parte, reclamó por el trato de los migrantes brasileños, diciendo que habían sido esposados. Estados Unidos respondió diciendo que había sido por sus antecedentes criminales. La presidente mexicana, Claudia Sheinmbaum, ha adoptado una actitud prudente y ha aceptado la devolución de más de seis mil migrantes mexicanos con antecedentes penales que vivían en Estados Unidos. Además evitó involucrarse en las tensiones entre Estados Unidos y Colombia. Trump desplegó en forma inmediata mil quinientos hombres de las Fuerzas Armadas y ha previsto un despliegue adicional de dieciséis mil en la frontera sur con México. El anuncio del presidente estadounidense de que tiene treinta mil camas listas en la base de Guantánamo para recibir migrantes devueltos ha causado gran impacto. Pero además Trump ha decidido declarar como organizaciones terroristas a los carteles de la droga latinoamericanos. El “Tren de Aragua”, el cartel venezolano que extiende sus redes al territorio estadounidense, ha sido el primero en ser declarado terrorista. Se estudian hacerlo con una decena de carteles mexicanos, de los cuales la mayoría tendría esta calificación. La legislación que castiga el terrorismo es mucho más dura que la referente al narcotráfico. Pero la Cumbre de la OTAN que tendrá lugar el 3 de febrero y la visita de Netanyahu a Washington, programada para el 4 de febrero, son hechos de relevancia en cuanto a la posición de Trump en lo estratégico-militar.
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