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» El litoral Corrientes
Fecha: 01/02/2025 22:55
Se encuentra ubicado frente a la plaza 25 de Mayo, lugar de la fundación de la ciudad de Corrientes, sobre la calle del mismo nombre entre Buenos Aires y Tucumán. Luego de disputas sobre dónde debía estar el Rectorado de la Universidad Nacional del Nordeste, desprendimiento de la Universidad Nacional del Litoral, creada en la década de 1920 con la participación activa de la Provincia de Corrientes como fundadora de la misma, llegó la necesidad y madurez de manos de héroes que urgieron la instalación en esta región, extendida a Formosa, Chaco y Misiones. Chaco y Corrientes lucharon denodadamente por tener el Rectorado en su ciudad, triunfó la ciudad de Vera. En las provincias hermanas quedaron Arquitectura, Humanidades, Ingeniería, etc. Misiones y Formosa tendrían sedes. Esa emblemática casa fue testigo de la historia correntina desde el inicio, el 3 de abril de 1588, enfrentada al sitio del añoso Cabildo plaza de por medio, a media cuadra de la iglesia de la Merced hacia el Oeste, igual distancia hacia el Este con la iglesia Matriz. Observó procesiones, festejos, ejecuciones, tumultos y algarabías, mucha actividad espiritual rodea su contorno, mas no puede estar exenta de tener en su sitio espíritus que no desean ni quieren abandonar el lugar. El edificio denominado casa Bedoya, obra de Vito Samela es de estilo afrancesado tardío, plano de un Petit Hotel, una claraboya ilumina el hall de honor, que oficia de centro de distribución de funciones antes que una sala de estar, afirman los que saben, con ascensor propio. El edificio de la Universidad resulta ser un lugar sagrado para la educación del Nordeste Argentino, ha brindado profesionales en todos los ramos del saber, quienes pasamos por las aulas tuvimos la suerte de ser acogidos por el Sol grandioso y generoso de su emblema, nos dio la posibilidad de ser mejores personas, seres humanos solidarios, empáticos y fundamentalmente republicanos constitucionalistas. Descripto el escenario entremos a conversar con los espíritus que transitan dentro del edificio, sí, tiene razón, usted puede creer o no, yo sólo cuento lo que me contaron, no se enoje, son cosas de la vida. Un contador murió en su despacho, la muerte vino a llevarlo sin previo aviso, se descompuso y su energía se evaporó como el humo del café o té, la pregunta correcta es dónde fue a esconderse, hacia dónde se dirigió. Realizados los ritos funerarios estrictos y dolorosos, cumplidos los tiempos de luto, rezos e invocaciones, otro ocupó su lugar pues la institución debe continuar con su función. El inconveniente se presenta cuando a ese espíritu querido y aquerenciado en el edificio, se le ocurre salir a dar un paseo por el lugar, los serenos y guardias lo saben a ciencia cierta, ven deambular el aparecido y huyen a refugiarse, rezando a cuatro manos a cuanto santo recuerdan, pero añado, él no tiene intención de aterrorizar, todo lo contrario, quiere confraternizar, hacerles saber a los vivos que su periplo es sólo por el cariño tomado a sus escaleras de mármol, paredes y estructuras metálicas, como el caso cuando aparece en el ascensor, a algunos tuvieron que reanimarlos al bajar del antiguo aparato, el espectro los acompañó en el lento descenso, imagínense ustedes. Otra pregunta conveniente al tema es, sólo este espíritu habita la antigua casa Bedoya, la respuesta categórica es no. Las autoridades dispusieron la fumigación del edificio como es de estilo, atendiendo a las enfermedades endémicas de la fiebre amarilla y el dengue, así que son correctas y atinentes a preservar la saludad de los funcionarios y empleados. El fumigador estableció un sábado como día para realizar su labor. El guardia abrió ceremoniosamente las dependencias, una por una, e invitó a pasar al profesional con su equipo. El plan era hacerlo desde lo alto hacia los pisos inferiores, hasta la planta baja. De pronto el fumigador baja con su equipo en mano, casi corriendo las escaleras y le increpa al guardia de este modo: Te he dicho que no tenía que haber nadie en el edificio. El guardia le informa que no hay nadie, pues no se le dejó entrar a persona alguna. El fumigador al escuchar la respuesta sensata y concluyente del empleado, quedó pensativo y contestó: -qué hacen las dos personas que están arriba, que estuvieron hablando conmigo. Dicho esto, el fumigador seguido por el empleado, cerraron la puerta de entrada con el miedo metido desde los pelos de la cabeza a los pies, posteriormente el custodio no se atrevió a ingresar a la oficina indicada en el primer piso. Recibió la orden de hacer ingresar una caja de herramientas, su negativa fue tan rotunda que su jefe le comprendió, lo hizo él. Al salir el funcionario, el empleado lo ve pálido, no podía hablar, mascullaba entre dientes -los vi, los vi-. Posteriormente explicó ya recuperado, que eran dos de los empleados de la época de la creación de la universidad los que estaban hablando en la oficina, incluso lo miraron y lo saludaron por su nombre, estos espectros yacen enterrados hace años, materialmente hablando.
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