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» Diario Cordoba
Fecha: 01/02/2025 03:57
Película sobre el juego de poder que se produce cuando el deseo entra en escena. Un joven becario, interpretado por Harris Dickinson, y su veterana jefa (y tutora), encarnada en la actriz Nicole Kidman, ponen en escena una historia más cerca de Atracción fatal (1987), Flashdance (1983) o, incluso, Cincuenta sombras de Grey (2015), que de Eyes wide shut (1999). Porque, aunque la actriz sea la misma, ni Stanley Kubrick está detrás de la cámara, ni tampoco el guion está basado en un relato de Arthur Schnitzler. En este caso, el guion de este drama erótico está escrito por la misma realizadora, la actriz holandesa Halina Reijn. Arranca con una secuencia de cama entre la ejecutiva y su marido, un director teatral interpretado por Antonio Banderas, que no termina de satisfacerla; terminando por inspirarse en soledad frente a un vídeo porno. Se resuelve con una valentía que poco a poco se va desvaneciendo a lo largo del filme, tendiendo hacia unas situaciones demasiado previsibles. Sin embargo, si hay algo que mantiene al espectador pegado a la butaca, sin duda, es la presencia de esta gran actriz capaz de meterse en la piel de cualquier personaje y darle el aspecto físico y psicológico que requiera, dotando además aquí de un morbo de alto voltaje a la intriga de este relato cuando las fantasías sexuales se hacen realidad gracias a la sumisión ante su joven y experimentado aspirante, jugando con fuego en cada uno de los escenarios planteados. El deseo será lo que marque el futuro de esta relación al margen de la familia, traspasando los límites marcados por ella, en plena lucha entre lo que debe hacer y lo que sueña realizar en lo más oscuro de su pasión, la doble vida entre lo rutinario y lo prohibido. Lo mejor del filme puede que sea la mirada femenina de esta cineasta que intenta romper tabúes y, sobre todo, la portentosa actuación de esta gran actriz que, como siempre, se deja la piel en la construcción de este personaje, uno más para su catálogo. n
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