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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/01/2025 02:47
La creciente demanda de energía convierte a los apagones en amenazas constantes, y donde la interrupción de los servicios energéticos se transforma en una forma de agresión (Foto: EFE) En un mundo donde la creciente demanda de energía convierte a los apagones en amenazas constantes, y donde la interrupción de los servicios energéticos se transforma en una forma de agresión bélica, como ocurre actualmente en Ucrania, surge la necesidad de imaginar alternativas innovadoras. Es fundamental reducir la posibilidad de interrupciones y construir un sistema de abastecimiento energético más resiliente. El cambio climático, junto con fenómenos meteorológicos extremos y un sistema eléctrico que no ha recibido inversiones adecuadas en los últimos años, hace que las interrupciones de servicios esenciales, como la electricidad, sean cada vez más frecuentes y devastadoras. En respuesta a esta urgencia, proponemos un esquema simple y viable de alerta temprana que busca minimizar la ocurrencia y las consecuencias de estos cortes, garantizando un suministro energético estable. Durante las olas de calor y otros eventos climáticos extremos, la vulnerabilidad de los sistemas de transmisión y distribución limita drásticamente la capacidad del sistema eléctrico para responder a los picos de demanda. Sin embargo, la solución no radica únicamente en la oferta; también debemos gestionar la demanda de manera efectiva. Imaginemos un sistema que nos advierte sobre la posibilidad de un apagón y sugiere medidas preventivas. Tomando como modelo los sistemas de alerta meteorológica, este enfoque anticiparía y advertiría sobre picos de demanda potencialmente perjudiciales, desglosados por barrios o regiones. La clave del éxito de esta propuesta reside en la colaboración activa de todos los actores sociales: ciudadanos, operadores de servicios eléctricos, organismos de regulación y entidades gubernamentales. La participación ciudadana es el eje central de esta propuesta. La transición hacia un sistema resiliente requiere integrar la educación en el Uso Racional y Eficiente de la Energía (UREE) a través de campañas informativas en escuelas, talleres comunitarios sobre ahorro energético y plataformas digitales que brinden guías prácticas para el consumo eficiente. De este modo, los hogares pueden adoptar medidas simples pero efectivas para gestionar su consumo. La educación en el Uso Racional y Eficiente de la Energía (UREE) a través de campañas informativas en escuelas, talleres comunitarios sobre ahorro energético (Foto: EFE) Evitar el desperdicio energético nos permite mejorar nuestra calidad de vida y proteger el planeta. El cambio comienza con acciones cotidianas: ajustar el termostato del aire acondicionado o reemplazarlo por un ventilador, apagar luces y aparatos no esenciales, o invertir en electrodomésticos eficientes. Además, se puede reducir a la mitad la iluminación pública y el acondicionamiento térmico de edificios públicos y comerciales durante estos períodos críticos. Así, la estrategia se enfoca en: Empoderamiento ciudadano: Promover el UREE para maximizar el ahorro energético en hogares, comercios e industrias. En una primera etapa, las recomendaciones a usuarios residenciales, podría ser voluntaria, pero en comercios, municipios e industria, podría ser mandatorio. Innovación tecnológica: Implementar medidores inteligentes para monitorear y optimizar el consumo. A mediano plazo, con esta medida se podría generar incentivos tarifarios a los que bajan su consumo en situaciones de emergencia. Gestión Activa de la Demanda: Implementar tarifas dinámicas que incentiven la reducción de consumo en horas pico. Generación Distribuida y Sostenible: Apoyar la adopción de energía renovable a nivel local, como paneles solares. Inversión en Infraestructura: Construir y mejorar la red eléctrica para prevenir cuellos de botella y asegurar eficiencia en la distribución. Las alertas con niveles de gravedad permitirán a las partes involucradas actuar con anticipación, evitando interrupciones costosas. Más que simplemente evitar apagones, este sistema fomentaría una cultura de sostenibilidad y seguridad energética. , promoviendo hábitos como el uso eficiente de recursos, la adopción de tecnologías renovables y la participación activa en decisiones comunitarias sobre energía. Estos cambios podrían medirse a través de indicadores como la reducción en el consumo promedio por hogar, el aumento de instalaciones de energía renovable y la disminución de emisiones de carbono. La participación activa de cada ciudadano no solo reducirá los costos de las facturas y las emisiones de carbono, sino que también fortalecerá un compromiso compartido hacia un planeta más limpio y un sistema energético más eficiente y seguro. En un entorno global donde la energía es crucial para nuestra sociedad y seguridad, la prevención y la gestión inteligente son más relevantes que nunca. Juntos, podemos construir el futuro que todos deseamos. El autor es Director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Unsam
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