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Parana » AIM Digital
Fecha: 27/01/2025 01:03
El poder estadounidense está impregnado desde hace por lo menos tres décadas por el movimiento neoconservador, que llevó al país a las guerras de Serbia, Afganistán, Iraq, Siria, Libia y ahora Ucrania. La influencia neoconservadora en la política exterior de los Estados Unidos ha acompañado el declive imperial de desastre en desastre, siempre con la convicción -que la experiencia desmiente- de que el país es invencible y debe orientar y dominar al resto del mundo. El movimiento neoconservador tiene sus orígenes en las ideas de los profesores universitarios Leo Strauss y Donald Kagan y de continuadores como Paul Wolfowitz y Victoria Nuland. Su idea principal, que se complicó con un fuerte componente fundamentalista religioso, es que los Estados Unidos deben mantener su predominio militar y enfrentar cualquier potencia que lo ponga en peligro, como ahora Rusia o China. Hay que desplegar el poder militar en cientos de bases por todo el mundo y estar preparados para iniciar la guerra. En 2002, Wolfowitz reclamó la ampliación de la red de seguridad de Estados Unidos a Europa central y Europa del Este, a pesar de las promesas simultáneas con la reunificación de Alemania de que la Otan no se extendería hacia el Este. Para los neoconservadores la inclusión de Ucrania en la Otan es clave para el dominio regional y global de Estados Unidos. En 2006, el estratega Robert Kagan, hijo de Donald y marido de la funcionaria Victoria Nuland, consideraba satisfactoria la "liberalización" de Ucrania, que hacía parte de la "expansión de la hegemonía liberal occidental". Los neoconservadores suponen erróneamente que la presunta superioridad militar, financiera, tecnológica y económica de Estados Unidos permite poner condiciones al resto del mundo. Pero ya van para tres cuartos de siglo que los Estados Unidos han sido neutralizados o derrotados en casi todos los conflictos regionales en los que ha participado dentro del ideario neoconservador. Su última hazaña es el intento de doblegar a Rusia con sanciones o con las armas, lo que hasta ahora no les va resultando bien. En lugar de la victoria occidental prevista, Rusia ha conquistado una franja muy rica y productiva del territorio ucraniano rusófono y posiblemente se quede con Odesa y la salida al mar de Ucrania. Por ahora, Trump ha prometido poner fin a la guerra de Ucrania porque implica una sangría económica; pero también puede tratar de devolver al país su poderío militar, hoy cuestionado en calidad y cantidad de equipamiento por las potencias emergentes. El peligro de una conflagración que arrastre a todo el mundo estará vigente mientras los neoconservadores sigan dictando la política exterior de los Estados Unidos, o por lo menos hasta que otra potencia aplique o invente otros modos de justificar la guerra. En la historia ha costado muy poco encontrar razones para pelear. Pobre vida de ricos El escritor neoyorkino Douglas Rushkoff, profesor de cultura virtual, contó en su libro "Supervivencia de los más ricos" una experiencia reveladora. A cambio de una paga jugosísima, habló con media docena de supermillonarios en un refugio propiedad de uno de ellos en el desierto de Nevada. Estaban interesados en las formas de sobrevivir al cambio climático o al colapso social, y exponían sus planes para construir refugios subterráneos y esquivar las consecuencias de lo que llamaban “el evento”. Según Rushkopf "el evento" es el nombre común que dan a varios acontecimientos diferentes, como el colapso ambiental, el malestar social, la guerra nuclear, las tormentas solares, los virus imparables o un ataque informático malicioso que acabe con todo, menos con ellos. Rushkopf no pudo hablarles de cómo corregir el desmadre, debió escuchar en cambio las preocupaciones de los milmillonarios: ¿qué amenaza es más probable, el cambio climático o la guerra biológica? ¿cuál es el mejor método para que los guardias de seguridad de nuestros refugios no se vuelvan contra nosotros? La conclusión de Rushkopf fue que la elite ha formulado su teoría del fin de los tiempos, da por hecho el Apocalipsis y solo piensa en la eficacia de su plan B, es decir, en huir y atrincherarse contra "los malos". Bezos quiere viajar al espacio; Elon Musk, colonizar Marte. Peter Thiel quiere revertir el envejecimiento. Sam Altman y Ray Kurzweil, de Google, pretenden transferir sus mentes a computadoras; Mark Zuckerberg refugiarse en el metaverso, un espacio virtual donde comerciar a gusto. Según Rushkopf. la compañía de supervivencia "Vivos y Rising S Company" vende instalaciones reconvertidas de la guerra fría y silos de misiles; por ejemplo departamentos subterráneos de lujo a prueba de todo. Cada familia de supermillonarios tendrá 230 metros cuadrados habitables allá bajo tierra. Europa One es un pequeño pueblo subterráneo en Alemania, construido en previsión del fin, donde los sobrevivientes podrán reunirse en áreas comunes, así como mantener su propio espacio privado, piscina comunitaria, simulación de luz natural y sobre todo, capilla. Según Rushkoff los más ricos están intentando escapar del mundo que ellos contribuyeron a destruir. “Nunca antes los jugadores más poderosos de nuestra sociedad habían asumido que el impacto principal de sus propias conquistas sería hacer que el mundo fuera inhabitable para todos los demás”, dijo Ruskkopf en una entrevista para el diario inglés The Guardian. Europa One es un ejemplo apenas. Las elites están construyendo refugios para cuando les toque vivir como topos de lujo en Nueva Zelanda y en islas privadas o en zonas exclusivas dentro de los Estados Unidos Los estadounidenses que no podrán enterrarse vivos llegado el momento gastaron 11 mil millones de dólares en artículos de supervivencia entre abril de 2022 y abril de 2023. Cada rico cómodo en su hoyo Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook, construyó una fortaleza de 100 millones de dólares enterrada bajo su residencia "de superficie" en una isla hawaiana. La fortaleza tiene puertas a prueba de explosiones, energía propia y reserva de alimentos. Otros súper ricos han llegado a acuerdos entre ellos para el caso de que las cosas se pongan más feas, feas en serio: el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, con el cofundador de PayPal, Peter Thiel, se esconderán en una de las propiedades de Thiel en Nueva Zelanda, cerca de la fortaleza-refugio de Larry Pago, cofundador de Google. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, tiene un refugio en Miami cerca del de la hija de Trump y del cantante Julio Iglesias. De la Redacción de AIM.
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