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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/01/2025 03:58
Judith Gabbani está en Mar del Plata como parte de la obra Hay que darle el gusto a mamá (Christian Heit) Este 2025, Judith Gabbani vive una temporada teatral que, según ella, es “perfecta”. Cada lunes, en el Teatro Victoria de Mar del Plata, se presenta Hay que darle el gusto a mamá, una comedia que comparte con Eduardo Sola, Mónica Salvador y Carlos Kaspar, bajo la dirección de este último. “Este año la temporada está bien, por suerte hay muchas compañías y todas trabajamos. Nosotros estamos una vez por semana y está resultando perfecta”, comenta con satisfacción en una charla exclusiva con Teleshow. El regreso a La Feliz no es solo un presente brillante, sino también una oportunidad para reencontrarse con los recuerdos de una carrera que tuvo a Mar del Plata como uno de sus escenarios privilegiados. “Cómo olvidar obras con Jorge Porcel, Jorge Luz, Javier Portales. Hacer Pijamas, ser parte de Boeing Boeing. Siempre es un lujo trabajar acá, porque esta ciudad me dio siempre buenas cosas, tanto profesional como personalmente”, asegura, con un dejo de nostalgia en la voz. "Siempre es un lujo trabajar acá, porque esta ciudad me dio siempre buenas cosas", destacó Gabbani sobre Mar del Plata (Christian Heit) El amor de Judith por el escenario comenzó en su infancia, en su querido Lanús, al sur del conurbano bonaerense. “Siempre fui por las artes escénicas. Yo en todos los actos del colegio actuaba o bailaba. Era el único lugar donde me sentía libre. Siempre fui muy tímida, muy introvertida. Todavía lo soy, pero el escenario me transforma”. Incluso después de mudarse a la Capital Federal, hacía largos viajes para no abandonar a sus compañeras del colegio secundario en Lanús. “No quería irme de mi círculo de amistades. De lunes a viernes me tomaba dos colectivos de ida y dos de vuelta. A veces tardaba más en ir y volver que lo que estaba en el colegio. Para pasar el tiempo, tejía croché en el colectivo. Ese era mi cable a tierra”. Judith Gabbani, Nito Artaza y Silvia Peyrou en “Los Bocanitos de Artaza” En esos inicios, nunca faltó el respaldo familiar. Algo distante, es cierto, pero respetando la pasión que Judith había elegido para encarar su vida adulta. “Mi familia siempre estuvo al margen. No es eso de ‘vamos, te llevo, te acompaño’. Tampoco era una familia de artistas. Pero nunca me frenaron, y eso me permitió soñar y avanzar.” La llegada a la televisión fue tan fortuita como determinante. “Un conocido hizo un chiste con un representante y le dijo: ‘A ella tendrías que representar’. Él me miró y preguntó: ‘¿Qué hiciste?’. Le dije que nada. ‘Bueno, me encanta, yo te represento’, respondió. A la semana me llamó y me avisó que en Canal 13 buscaban chicas para un programa. Así empecé, con bocaditos muy chiquititos, pero no paré más”. Judith Gabbani y Jorge Porcel (Gentileza Judith Gabbani) Otra anécdota, mezcla de golpe de suerte, arrojo y profesionalismo, marcó un antes y un después en su carrera. Durante una grabación, la actriz principal no se presentó, y Gabbani, tímidamente, confesó que sabía la letra. “Estábamos Martín Cosen, el Negro Lavié y yo. Lavié le dijo al director: ‘Ella sabe la letra’. Fue un momento de nervios, pero salió bien, y desde entonces empezaron a darme más oportunidades”. Los años siguientes fueron una vorágine. Entre Las gatitas y los ratones junto a Jorge Porcel y Matrimonios y algo más de Hugo Moser, vivió jornadas agotadoras. “Con Porcel grababa los martes, y Matrimonios al principio los lunes. Pero empezaron las giras, y pasaron todo al martes. Yo no podía decirle a Porcel que grababa el mismo día, así que hacía malabares: grababa los musicales a la mañana, corría al otro canal, volvía para el sketch, y después seguía grabando. Fue estresante, pero no podía parar”, admite. Judith Gabbani en Pijamas, una de las tantas propuestas de las que fue parte Además de la televisión, el teatro llenaba su agenda de martes a domingo. “Estuve años sin tomar vacaciones. Años. Era todo grabar, ensayar y actuar. En esos tiempos, en el Canal 9 de Romay, solo en 1996, había siete producciones en marcha. ¡Siete! Era otro mundo”. El cine también marcó una etapa importante en su carrera. En 1988, por caso, participó en Atracción Peculiar, la última película de Alberto Olmedo, estrenada dos días antes de su trágica muerte. “Grabamos una toma en el simulador de Ezeiza con Beatriz Salomón y Ana María Ricci. Éramos Las Sobrinas, una versión distinta de Las Primas”, recuerda. El rodaje luego se trasladó a Mar del Plata, donde los actores equilibraban entre las tablas y el celuloide. “Filmábamos a la mañana, y a la tarde y noche hacíamos teatro. La película se estrenó un jueves, y Olmedo se mató el sábado. Nunca llegó a verla. Fue un golpe durísimo para todos”. Judith Gabbani en una escena de Atracción Peculiar, último filme de Olmedo Hoy, Judith Gabbani mira hacia atrás con gratitud y hacia adelante con entusiasmo. Desde el escenario del Teatro Victoria, reflexiona sobre los aprendizajes y las experiencias que la llevaron hasta aquí. “En esa época no estaban de moda los mediáticos, sino los grandes. Y de esos aprendí mucho. Absorbí su sabiduría, su entrega”, expresa en señal de agradecimiento. Y en ese espejo retrovisor, Mar del Plata, siempre generosa, apareció en el horizonte para recibirla una vez más con los brazos abiertos. Y ella, fiel a su vocación, sigue brillando, porque para Judith Gabbani el arte es, y siempre será, su lugar de libertad. Judith Gabbani con Mónica Salvador y Eduardo Solá, en una función de Hay que darle el gusto a mamá
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