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  • Los viajes de Junio: ‘La Rosadita’, imaginada una catedral pagana, terminó un mausoleo inhabitable

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 20/01/2025 10:07

    Hoy, mientras la clase M, se atora en los pasos de frontera, para ir a beber mierda en las aguas de las playas brasileras, nuestra asombrosa geografía noroesteña continúa prácticamente oculta de los consumidores vacacionales compatriotas. Escenarios descomunales[ii] que lentamente van siendo colonizados por los nuevos turistas planetarios, asiáticos de ojos rasgados, provistos de celulares con varios teras de memoria, con cualidades de registro fílmico que hubiera envidiado Fellini para sus testimonios neorrealistas. Algo que ya comienza a ocurrir en los poblados del interior jujeño, donde conseguir una cama decente y un plato de humita, cotizan tanto o más que una noche en el Waldorf y una velada degustación en Moma[iii]. Así que, una vez más, emprendimos el tránsito hacia el destino que nos sorprende siempre. Esta vez decidimos habitar, unos pocos días, la capital que nos faltaba: La Rioja. En nuestro haber ya estaban registradas San Salvador de Jujuy, San Miguel de Tucumán, Salta y Catamarca. ¿Porque la habíamos dejado para lo último? Vaya a saber, seguramente por algo de nuestro frágil subconsciente colonizado por el marketing. Como sea allí fuimos, con pocas expectativas, que es la mejor forma de ser sorprendidos y pasarla bien. De entrada, nomás, nos pegamos de frente con la fiesta del Niño Alcalde, de la que ya hablamos la semana pasada. Y nos desayunamos conque la población de La Rioja está, a diferencia de las de Salta y Jujuy, muy influenciada por sus ancestros Diaguitas y no tanto por la cultura incaica. La diferencia es sutil, pero andando bastante por estas zonas se aprecia una impronta diferente, si lo permiten, más amable. Las rutas de llegada, por cualquiera de los rumbos que se la aborde, son desérticas y poco pobladas. Nada que ver con las de San Luis, solo como ejemplo, aquí no hay banquinas parquizadas, ni largos trayectos iluminados. Interior profundo, sin maquillaje. Ni bien ingresados a la provincia se percibe el duro castigo que ha recibido a manos de los libertarios: la total eliminación de los programas nacionales de obras. Incluso, aquí y allá, carteles atravesados con fajas que aclaran “OBRA SUSPENDIDA POR EL RETIRO DE FONDOS DEL GOBIERMO NACIONAL” Situación que pega especialmente en estos distritos que no tienen recursos propios importantes, ni desarrollo industrial ni tampoco turístico significativo, donde el empleo producto de las obras públicas es un oasis en el desierto de la necesidad. La capital es modesta y la única arquitectura significativa, terremotos mediante, son edificios públicos y religiosos. Incluso la hotelería lo es; no hay 4/5 estrellas de cadenas internacionales. Y el mejor y más céntrico, 4* (SIC) ha quedado desactualizado. Pero esto ha permitido el desarrollo alternativo de pequeñas opciones, departamentos y casas en alquiler que palian ventajosamente este inconveniente. La gastronomía es muy buena, de hecho, saltando las opciones de bares y ofertas de comida rápida, (no hay Mc Donal -bien ahí-) Existen restaurantes excelentes, con tarifas muy accesibles, mucho más baratos que cualquiera de las opciones que se les ofrece a los turistas en cualquier ciudad entrerriana. Sorpresa agradable, que el viajero valora y disfruta. Y también la de los vinos riojanos, donde dos bodegas locales, Valle de la Puerta y Chañarmullo, ofrecen muy buenos, con precios que parten desde menos de $ 10.000.- También existen otras etiquetas más caras, pero estas dos son remarcables por la combinación precio/calidad. LA PREGRINACIÓN A ‘LA ROSADITA’ Círculo pequeño: La Rosadita. Óvalo, aeropuerto particular de anillaco Finalmente hicimos el tránsito entre la capital y Anillaco, unos 100 kilómetros, que de algún modo es el eje por el que se desplazan los riojanos los fines de semana. Porque son el camino a Sanagasta, un polo turístico y gastronómico, que se desarrolla por la ruta nacional 75. Y al que se llega transitando por los recién inaugurados túneles que cruzan por debajo de las Sierras de Velazco. En total, agujeros en la montaña incluidos, unos 6,6 kilómetros de nueva infraestructura vial, que para suerte de los riojanos fueron inaugurados en 2023, cuando todavía existía el Plan Argentina Grande, que ahora fue aniquilado por el gobierno de motosierra. Como miscelánea pintoresca, en Sanagasta también existe un inesperado Club Náutico, a orillas del lago formado por el Dique Los sauces. Pequeños lujos locales, en medio del desierto. Luego, siguiendo el recorrido sinuoso de la Quebrada de Los Sauces, se va sucediendo un árido paisaje salpicado aquí y allá por ofertas de modestos campings poco poblados. Hasta desaparecer en una planicie austera que se va despojando rápidamente. En este contexto, ya en el medio de la nada, hacia el poniente aparece un cartel que indica: Anillaco; y por una calle, flanqueada por viñedos prolijamente estructurados, que delatan un mismo dueño, ingresamos al pequeñísimo poblado, que alardea de 2.000 habitantes, pero que recorriéndolo pareciera que solo tiene la mitad. Prolijas calles asfaltadas que terminan abruptamente en el campo. Un edifico del Conicet, que caerá víctima de motosierra; y a dos cuadras del centro, un largo muro de piedra, de unos dos metros de altura, que rodea la finca, quizás dos hectáreas, que ordenó construir el caudillo riojano, cuando se creía una especie de emperador (¿sultán quizás?) que prolongaría su poder mas allá de avatares electorales. En realidad, un delirio alimentado por los vivos de siempre que fomentaban su megalomanía, con ferraris y yuyitos, mientras se iban quedando con nuestros bienes públicos en esa primera etapa del saqueo, en la que se iban liquidando las principales etiquetas, previas al rastrillaje completo, hoy en ejecución, que no dejará ni las migas. Y frente al muro del Carlos, el que hizo el gordobolu, Armando Gostanian, otro de los tantos mediocres con poder, al que le habían confiado nada más y nada menos que la Casa de la Moneda, algo tan grotesco como la entrega de la Aduana a su concuñado, Ibrahim Al Ibrahim, un inmigrante sirio que ni hablaba castellano, y que luego de un par de escándalos de corrupción regresó a su Siria natal, a desaparecer en el anonimato. A esta altura del relato, supongo que alguno de mis buenos amigos radicales, inflamados de santa indignación, estarán tentados de poner aquí un monolito histórico, señalando este período como el inicio de la quiebra moral del país. Pero no lo fue, les recuerdo a mis probos boinasblancas, que el centenario partido ya había engendrado corruptos insignes, como Eduardo Angeloz, que se apropió junto a sus hijos una millonada de dólares que ‘blanqueó’ con créditos truchos de sociedades uruguayas, comprando estancias en Córdoba. Hoy en el radicalismo nadie lo nombra, y todos prefieren asumirse y exhibirse como las ‘viudas de Illia’, pero la historia esta ahí, para el que la quiera consultar. O, tampoco viene mal recordar que la banelco que usa motosierra para ‘untar’ sus alcahuetes, pertenece a una cuenta vieja, que fue abierta por otros cordobés, Fernando De la Rúa.

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