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» Elterritorio
Fecha: 20/01/2025 06:40
Raquel Enríquez, madre de Kevin Roa Iba, un niño de 11 años que murió tras ser atropellado por un colectivo urbano el 13 de agosto de 2010, recuerda con profundo dolor ese fatídico día y sigue reclamando justicia. "Un año después, ese mismo chofer atropelló a otra persona en Posadas", denunció la mujer lunes 20 de enero de 2025 | 5:30hs. Raquel Enríquez, madre de Kevin Roa Iba, un niño de 11 años que perdió la vida tras ser atropellado por un colectivo urbano el 13 de agosto de 2010, recuerda con profundo dolor ese fatídico día. A pesar del paso del tiempo, la herida permanece abierta. Kevin regresaba a casa en Candelaria después de una clase de educación física, caminando junto a sus compañeros, cuando un colectivo lo embistió, quitándole la vida en el acto. "Era una tarde fría y nuestras vidas cambiaron para siempre. La imprudencia del chofer fue devastadora", expresa Raquel con lágrimas en los ojos. El accidente no solo le costó la vida a su hijo, sino que también dejó a su familia atrapada en un ciclo de sufrimiento. Raquel denuncia que la justicia no cumplió con su deber; el único resarcimiento que recibió fue económico, mientras que el responsable del accidente continuó conduciendo. "Un año después, ese mismo chofer atropelló a otra persona en Posadas. El dinero no puede aliviar nuestro dolor", señala. La madre lamenta que el conductor nunca se acercara a ofrecer disculpas. "Me hubiera gustado que al menos se disculpara y mostrara algún tipo de remordimiento", dice Raquel. Su vida se ha visto marcada por el trauma; cada vez que escucha sirenas de ambulancias o policías, siente una desesperación incontrolable y corre a verificar el bienestar de sus otros hijos. Raquel también reflexiona sobre la falta de apoyo psicológico tras la tragedia. "Nadie me ofreció ayuda para enfrentar el dolor. Los traumas persisten y afectan mi vida diaria", confiesa. La llegada de su hija, a quien llama "la hija del milagro", le brindó algo de esperanza y alegría en medio del sufrimiento. "Ella trajo luz a nuestra oscuridad, un regalo inesperado en medio del dolor", relata con una mezcla de tristeza y gratitud. Mientras muestra recortes de periódicos y fotos de Kevin, Raquel enfatiza la necesidad urgente de cambiar las leyes para proteger a las familias y prevenir tragedias similares. "No podemos permitir que imprudentes sigan al volante sin consecuencias. Mi hijo es solo uno de muchos casos", afirma con determinación. Raquel Enríquez se convierte así en una voz para aquellos que han perdido seres queridos debido a la imprudencia al volante, clamando por un cambio real en las leyes y una mayor conciencia sobre la responsabilidad al conducir. Su historia es un recordatorio del dolor que enfrentan muchas familias y una llamada a la acción para evitar más tragedias en las calles.
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