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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/01/2025 12:32
Obligar a los niños a limpiar el plato: una costumbre cuestionada en medio de la creciente crisis de obesidad infantil (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA) En el Reino Unido, uno de cada diez niños llega a la escuela primaria clasificado como obeso, una cifra alarmante que refleja la gravedad de la crisis de obesidad infantil en el país. En este contexto, expertos en nutrición advierten que ciertas prácticas alimenticias arraigadas en las familias podrían estar agravando este problema. Entre ellas, destaca la tradición de obligar a los niños a terminar toda la comida que tienen en sus platos, una costumbre que, lejos de ser inofensiva, podría tener consecuencias negativas en la salud de los más pequeños. Una encuesta reciente de la Fundación Británica de Nutrición (BNF, por sus siglas en inglés) reveló que el 37% de los padres en el Reino Unido obliga siempre o con frecuencia a sus hijos a consumir todo lo que se les sirve. Además, la mitad de estos papás reconoce permitir segundas raciones al menos una vez por semana. Estas cifras, en combinación con el aumento de la obesidad infantil, condujeron a los expertos a cuestionar si este enfoque alimenticio, basado en reglas rígidas en torno a la comida, es realmente beneficioso para los niños. Las consecuencias de obligar a limpiar el plato La práctica de exigir que los niños terminen su comida tiene raíces culturales y sociales, pero hoy se cuestiona su pertinencia. Bridget Benelam, gerente de comunicaciones de nutrición de la BNF, explicó que "el tamaño de las porciones es un factor crítico que no puede ignorarse". Y agregó: “Se ha demostrado que las grandes porciones de alimentos fomentan un mayor consumo tanto en adultos como en niños”. Esto sugiere que servir porciones excesivas y luego exigir que se consuman por completo puede contribuir a la sobrealimentación, un hábito que a largo plazo podría estar vinculado con el aumento de peso. El tamaño de las porciones y los hábitos familiares están en el centro del debate sobre el aumento de la obesidad infantil (Imagen ilustrativa,no real, realizada por IA) Los expertos señalaron que esta práctica podría interferir en la capacidad de los niños para regular su propio apetito. Según investigaciones, forzar a un niño a comer cuando ya está satisfecho puede alterar las señales naturales de hambre y saciedad que el cuerpo utiliza para autorregularse. En lugar de aprender a comer cuando tienen hambre y detenerse al sentirse llenos, los niños podrían asociar la comida con una obligación, ignorando las señales fisiológicas de su cuerpo. El debate entre tradición y nuevas prácticas No obstante, la idea de permitir que los niños dejen comida en sus platos no está exenta de críticas. Algunos consideran que esta actitud podría interpretarse como una indulgencia hacia los caprichos infantiles, especialmente cuando se enfrentan a la conocida selectividad alimentaria de los pequeños. Los padres tienen la responsabilidad de asegurarse de que sus hijos consuman todos los nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo. Por otro lado, muchos padres enfrentan una presión emocional al abordar la alimentación de sus hijos, lo que a menudo los lleva a emplear estrategias basadas en la culpa. Es común escuchar frases como: “¿Qué pasa con los niños que no tienen suficiente comida en otras partes del mundo?” utilizadas para persuadir a los pequeños a no dejar comida en el plato. Este tipo de argumentos, aunque bien intencionados, refuerzan la percepción de que desperdiciar comida es inaceptable, sin tener en cuenta el posible impacto negativo que estas tácticas pueden tener en el bienestar emocional y físico de los niños. La relación entre la alimentación y la experiencia positiva Expertos como Bridget Benelam coinciden en que la alimentación debería ser una experiencia placentera, tanto para niños como para adultos. En lugar de enfocarse en reglas estrictas sobre terminar los platos, los padres pueden adoptar estrategias más flexibles, como servir porciones más pequeñas y permitir que los niños pidan más si aún tienen hambre. Servir porciones moderadas y respetar las señales de saciedad son estrategias recomendadas para una alimentación infantil equilibrada (imagen ilustrativa, no real, realizada por IA) Un ejemplo notable es el enfoque que utilizaba el príncipe Felipe en sus cenas en Windsor, donde permitía que los invitados se sirvieran a sí mismos, pero advertía que dejar comida en el plato se consideraba de mal gusto. Aunque esta regla busca inculcar respeto por los alimentos, también respeta las preferencias individuales y las señales de saciedad, ofreciendo un modelo que podría adaptarse al contexto familiar.
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