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  • La tierra de Antonia Cortés

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/01/2025 20:15

    Encendemos la lumbre de la tierra cada vez que sentimos a todos los que amamos, con sus rostros y voces, en su paso encendido por la arena del tiempo. Es una conexión: somos un caudal de sensaciones, de recuerdos en marcha, de momentos que vuelven a habitarnos con el mismo vigor de inmediatez que cuando sucedieron. Esa risa que sabes que ya no volverá, pero la escuchas: porque sigue contigo, y vive y late en ti. Todos esos instantes, en su repetición, en su nueva vivencia avanzando en el tiempo con nosotros, van nutriendo de luz la eternidad, porque mueren y nacen con cada bocanada respirada de aire, a cada nuevo esfuerzo, en esta sucesión de horas y de años que, de vez en cuando, evocamos. Después regresan con un nuevo matiz: volvemos a crearlos y a vivirlos, y esa galería de recuerdos podemos recorrerla de otra forma si antes nos lanzamos a escribirlos. Por eso la escritura guarda a veces un poso de regreso, con un puerto perdido en esa niebla de lo que sucedió; y, al escribir, lo rehacemos, respiramos de nuevo y mantenemos ese nuevo pulso con la vida, siempre en el telar de una red sensorial. Porque, si cruzamos la puerta y comenzamos el baile de palabras, y nos narramos a nosotros mismos, además de ver la imagen, ya también podremos escuchar, saborear, oler y tocar la piel del recuerdo. Todo ese paisaje emocional puede estar en la tierra, enraizado en la tierra. Sucede con la poesía de Alejandro López Andrada o Rafael del Campo, y ocurre con el nuevo libro de Antonia Cortés, titulado, precisamente, Tierra. La mujer que nos habla sabe hundir las manos en el barro, ha vivido la pérdida y sus grietas, pero sabe también, y así lo ha escrito, que toda nuestra vida es un instante y puede resolverse en un instante. Precisamente por eso hay que vivirla, como las siete gotas de la felicidad que el actor Pepe Martín, eterno conde de Montecristo, contaba siempre al terminar la botella de vino. Son las siete gotas que también cuenta Antonia cada vez que hablamos del silencio, en ese nuevo vínculo tangible de los años que hemos conquistado. Esas siete gotas son la vida y son también la voz de Patxi Andión o el México de Antonia, con sus amplios destellos de fulgor, escenario total de la esperanza en tantos españoles del exilio, que se encontraron allí con Manolete y lo abrazaron: porque abrazarlo a él era abrazar a España. La tierra de Antonia Cortés es la celebración de existir y brindar, de abrazar y querer. Es nuestra pandilla del Café Comercial, con el rastro de voces que nos acompañan desde que renacimos. En Tierra, de Antonia, en su timbre poético pura de emoción, cada naufragio es siempre una oportunidad para aprender que la vida nos cuida y nos protege. Suscríbete para seguir leyendo

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