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  • Las pinturas descubiertas en la macsura de la Mezquita de Córdoba serán recuperadas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/01/2025 04:38

    La macsura de la Mezquita-Catedral de Córdoba, un espacio único, conformado por tres cúpulas nervadas, las más antiguas de la historia de la arquitectura universal, se está sometiendo a obras desde hace casi un año y un siglo después de la última intervención. Los primeros trabajos desvelan ya pinturas del siglo X, de la época de la ampliación de Alhakén II, que podrían ayudar al equipo de arqueólogos y restauradores a arrojar luz y tratar de recomponer los sistemas decorativos originales de esa importante zona para, sobre todo, intentar recuperarlos y conservarlos. Los trabajos en la macsura son tan relevantes como largos y minuciosos. Las obras se iniciaron primero por la cubierta y su consolidación con el objetivo de asegurar que no habría nuevos deterioros al momento de intervenir en la parte baja. En la primera cúpula, la oriental, el equipo de restauradores liderados por Anabel Barrena ha descubierto pequeños restos de pinturas tras escarbar varias capas de revestimiento de sucesivas restauraciones que estaban cubriendo esos retos de pintura original. Una de las restauradoras muestra los pequeños restos de pintura azul y roja en las bóvedas. Es un trabajo, sobre todo, de mucha investigación y aunque un año parece mucho, cuando se trata de restauración y arqueología, es muy poco para obtener resultados concluyentes. Barrena explica que todo lo que aparece en los trabajos se va reflejando en un mapa de patologías, que se investiga y se toman muestras que van a parar a un laboratorio. Las pinturas que han encontrado hasta ahora son de color azul ultramar, aunque lo que queda ya no tiene esa intensidad, roja y diminutos restos de oro: «Debió ser una maravilla», admite. En función de lo que se descubra la siguiente fase es consolidar toda la decoración original que aparezca. «Nuestro objetivo es conservar todo el programa iconográfico y decorativo, pero estamos a expensas de los resultados que obtengamos», cuenta la restauradora y asegura que, al menos en esta intervención, «no vamos a hacer grandes reconstrucciones, la prioridad es conservar la decoración que está oculta». Algunas de estas pinturas ya se conocían, pero no se sabía cómo eran los motivos pintados de las bóvedas, el sistema decorativo, qué estaba pintado de azul, qué de rojo y qué de oro. Ahora, con la información actual, sí se podrá recomponer esa decoración, explica el arqueólogo Raimundo Ortiz, que agrega que aunque no se reconstruya todo este modelo decorativo en físico en estas obras, lo que sí podría llevarse a cabo es un modelo informático, virtual, de cómo era esa zona originalmente para recrear y tener una imagen mucho más acorde a la original. Se puede, por ejemplo, proyectar imágenes sobre el edificio original para ver cómo era. Un trabajo muy documental Al ir levantando capas ocultas, en las que, aunque se intuyen ciertas cosas, realmente se desconoce lo que hay, uno de los trabajos más arduos es el de investigar y documentar. Aunque el Cabildo Catedral de Córdoba tiene un gran y muy potente archivo de documentos históricos sobre el edificio y sus distintas intervenciones, antiguamente no se solía documentar todo lo que se hacía. El proceso de deterioro y restauración en un edificio tan antiguo como la Mezquita-Catedral es complejo y en el camino se van perdiendo piezas del puzzle. No solo físicas, también documentales. Según explica Ortiz, es un trabajo en el que hay que hacer muchas consultas, ver ejemplos de otros edificios, recabar documentación y hacer levantamientos de planos o fotografías gracias al trabajo de Rafael Ortiz, que se dedica única y exclusivamente a hacer las planimetrías y los modelos tridimensionales que sirven, entre otras cosas, para la investigación, para plantear hipótesis y hacer estudios. El trabajo de recuperar todas las fases sucesivas de las restauraciones y cuadrarlas en el tiempo permite no solo identificar las reparaciones que ha habido, sino por qué se han hecho. Esto no solo arroja información sobre la reparación en sí misma, sino que permite tomar decisiones a futuro para intentar que las patologías no se repitan y para conseguir una mejor preservación del propio edificio. María José y Laura, del equipo de restauración, trabajan en una de las cúpulas de la macsura. 4 millones de euros de coste Estas obras, que aunque tienen un horizonte de tres años se podrían dilatar en el tiempo porque dependen mucho de lo que se vaya descubriendo en ellas, han costado 4 millones de euros al Cabildo Catedral y son de las más importantes para el monumento en los últimos años. Los arquitectos han hecho ya el estudio estructural de las tres bóvedas, han planteado las soluciones, la revisión de las cubiertas, de cambio de tejas y de corrección de todos los errores que se han ido detectando. Ahora están también revisando y corrigiendo el sistema de evacuación de agua en el entorno de estas bóvedas para evitar que haya filtraciones y humedades al interior. Esas humedades identificadas ahora, de hecho, no se deben a filtraciones de agua sino a las humedades antrópicas, las derivadas de las respiraciones de los miles de visitantes que pasan por este monumento Patrimonio de la Humanidad. Tras los trabajos en la cúpula oriental, se continuará en la cúpula occidental y se acabará en la central y sus mosaicos, donde ahora mismo no hay andamios instalados aún. En todos los casos, se han identificado las zonas originales y las técnicas empleadas con el fin de utilizar los mismos materiales. Las restauradoras tienen un arduo y minucioso trabajo de investigación en cada centímetro de las piedras. / Víctor Castro En 1912, la última rehabilitación Hace cien años, en 1912, Ricardo Velázquez Bosco dirigió la última rehabilitación, centrada entonces en el módulo oriental y en las cubiertas, que desde aquel momento no han vuelto a ser intervenidas. Antes de Velázquez Bosco, hay que remontarse a 1815, en época del obispo Pedro Antonio Trevilla, quien encargó a Patricio Furriel una intervención con la que se restauraron los mosaicos que quedaban de los vestíbulos del mihrab y del sabat. Fue entonces cuando se retiraron las bóvedas barrocas que tapaban las cúpulas. A diferencia de otros edificios más contemporáneos, cargados de grietas por todas partes, estas cúpulas, cubiertas y mosaicos, construidos en época de Alhakén II en el año 691, requieren mantenimiento de siglo en siglo, gracias al esmero constructivo con que se idearon. Félix Hernández, Gabriel Ruiz Cabrero y Gabriel Rebollo Puig se han dedicado a conservar esta joya de la arquitectura universal en los últimos años. Suscríbete para seguir leyendo

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