Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Cuando el tren nos abandonó

    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/01/2025 04:33

    El tren está de moda. Las instituciones lo promueven y colocan como un medio de transporte alternativo y más sostenible que el avión. Sin embargo, el pasado 1 de enero se cumplieron 40 años del conocido como cerrojazo ferroviario, en el que se suprimieron 918 kilómetros de vías y más de una veintena de rutas con el objetivo de lograr una mayor rentabilidad para Renfe. En Córdoba, esta medida provocó la clausura de la llamada Vía del Aceite, y de la línea Córdoba-Almorchón para pasajeros. Una década antes, se habían clausurado el ramal La Carlota-Guadalcázar y la vía que conectaba la capital con Marchena (Sevilla). Todas estas rutas supusieron, entre finales del siglo XIX y principios del XX, un importante impulso para los pueblos, no solo a nivel económico, sino también social. Mientras el tren paraba junto a sus casas, miles de vecinos no solo encontraron trabajo, sino que también se les abrieron las puertas de un mundo que creían inalcanzable, pero que, de repente, les fue arrebatado. Un cambio social «Gracias al tren, muchos cordobeses pudieron salir de su pueblo por primera vez o hacerlo con mayor regularidad, con todo lo que ello supone». Así explica la historiadora Lourdes Pérez la llegada del ferrocarril a la Subbética y, concretamente, a Cabra. La línea Linares-Puente Genil se inauguró en 1893 y estuvo en funcionamiento cerca de un siglo. El también conocido como Tren del Aceite, con sus 175,4 kilómetros de trazado, pasaba también por localidades como Lucena, Cabra o Luque. Antigua estación de ferrocarriles de Aguilar de la Frontera en la década de 1960. / Córdoba / Ricardo «La familia Pallarés llegó a Cabra en 1895 procedente de Reus (Tarragona) y fijó el epicentro de su industria al calor del tren, estableciendo sedes en municipios como Carteya, que también estaban conectados». Aunque la línea supuso un gran revulsivo y empuje a la economía de la zona, Pérez advierte que no se puede pasar por alto el impacto social que tuvo. «Llegó mucha gente de fuera, empresarios y trabajadores en busca de una nueva vida, con todo lo que ello conlleva», cuenta la historiadora. A nivel social, «el tren rompió con todos los esquemas. La gente empezaba a desplazarse por primera vez, trayendo esto ideas nuevas y apertura en todos los sentidos. Fue un impulso más allá del económico», insiste, mientras recuerda el papel que tuvo en la migración de andaluces que se trasladaron a zonas de España. Un análisis similar realiza Juan José Obrero, estudioso del ferrocarril en el norte de Córdoba, quien vivió el auge y la desaparición de la línea Córdoba-Almorchón. Con un trazado de 132,9 kilómetros, esta recorría toda la zona, lo que supuso un impulso para la minería. «Cuando llegaba un tren era todo un acontecimiento, la gente se arreglaba para ver quiénes viajaban. Llegaron muchas personas, tanto del norte de España como de Europa, que aportaron ideas y visiones nuevas en todos los sentidos», explica. Para él, el ferrocarril no solo supuso un impulso económico, también la creación de un nuevo paradigma social. Panorámica de la llegada de trenes a la antigua estación de ferrocarril de Córdoba en 1976. / Córdoba / Ricardo Ambas líneas compartieron caminos paralelos que acabaron en su desaparición. El Tren del Aceite dejó de operar en octubre de 1984, dentro del citado cerrojazo que Renfe culminó tres meses después. «El olivar entró en crisis y los centros de trabajo se desplazaron a otros puntos», apunta la historiadora, quien señala que la zona se quedó «sin industria y sin un motor económico que la sustituyera». En el caso de la Córdoba-Almorchón, dejó de prestar servicio para pasajeros en 1985 y paulatinamente fue cerrando tramos para mercancías hasta su desaparición final en 2019. «Fue un paso atrás irreversible (...) la gente ahora necesita el coche para todo», cuenta Obrero. Además, advierte que «las consecuencias reales de ello las vemos décadas más tarde. La salida del ferrocarril y las empresas que se instalaban en su entorno ha traído despoblación, aislamiento y ausencia de futuro. Es urgente recuperar un tren para el norte», resume Obrero. El abandono del ferrocarril en estos puntos marcó el inicio de un periodo de despoblación, aislamiento y crisis que aún no se ha revertido. Así, mientras se construyen líneas que conectan capitales por alta velocidad, las zonas rurales están cada vez más abocadas al olvido en una doble vara de medir que deja a los pueblos cada vez más olvidados. Suscríbete para seguir leyendo

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por