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» El litoral Corrientes
Fecha: 13/01/2025 04:10
Estamos transcurriendo los primeros días del segundo año de la gestión libertaria. En verdad, Javier Milei se constituyó en un terremoto en medio de la zona de confort de la política tradicional. Con su estilo frontal y disruptivo, con escasa empatía para ocuparse de las consecuencias negativas de sus políticas de ajuste, tiene sin embargo la mirada condescendiente de gran parte de la sociedad. Un poco por mérito propio y otro tanto por el rechazo que sigue provocando el populismo kirchnerista, por ahora tiene una protección casi incombustible contra la falta resultados en el área de la economía doméstica. Los datos macroeconómicos ayudan, ¡y cómo! Tanto que, la paciencia social se alarga lo suficiente como para blindarlo en las próximas fechas electorales, en las que se espera un triunfo en toda la línea. En el camino de Schumpeter Si nos atenemos a la teoría schumpeteriana, diríamos que Javier Milei sigue a pie juntillas la receta del filósofo austríaco, en su concepción del capitalismo. Joseph Schumpeter, que además de teórico de la economía ejerció el cargo de Ministro del área en Austria, sostiene que la esencia del capitalismo está constituida por un círculo virtuoso entre las cenizas del pasado y la generación de nuevas alternativas. Destruir para construir sería la receta. Viene el libertario a ser el topo que acabe con las estructuras vencidas del “progresismo demodée”, y construya las opciones del futuro, en las que el estado tendría una configuración mínima que no obstaculice el desarrollo de las fuerzas productivas de la actividad privada. “El presidente, como “topo” demuele, como economista construye” Es lo que pregona el presidente, aunque, con una fuerte dosis de pragmatismo, prolonga algunas recetas de las políticas dirigistas, que aplica sin ponerse colorado esperando el tiempo de avanzar con su plan desregulador y privatista. El Banco Central, que fue la entidad paradigmática a la que había que matar de entrada, está no sólo vivito y coleando, sino además es uno de los instrumentos fundamentales de la política económica caputista. La necesidad tiene cara de hereje. La inexperiencia libertaria, la falta de una organización partidaria que la sostuviera, un solitario presidente sin equipos, fue, paradójicamente, uno de los principales activos de quién se sentiría cómo el kilómetro cero de un nuevo tiempo. Con una indigencia legislativa casi determinante, fue sin embargo capaz de hacer retroceder a una dirigencia tradicional sin credibilidad, para comenzar a trabajar con el pico en la demolición del pasado, y la argamasa para amalgamar sus ideas de futuro. La República de Platón A Javier Milei le es aplicable la categoría de gobernante que hace más de dos mil años promovía Platón en su obra “La República”. El rey filósofo es un concepto que Platón expone en su diálogo La República, se refiere a un gobernante que combina conocimiento filosófico con poder político. Platón creía que los filósofos eran los únicos capaces de gobernar porque poseían conocimiento de la verdad absoluta y podían aplicarlo para el bien del estado. Desconozco si en la plataforma de su despegue político está en consideración la figura sugerida por el filósofo griego, pero cierto es que, con los datos de la modernidad, Javier Milei combina el poder político con los conocimientos de lo que hoy es en la Argentina la materia fundamental a tratar: la economía. “No es rey sino presidente, no es filósofo sino economista” No es rey, sino presidente con comportamiento real, no es filósofo, sino economista con poder político, es decir una amalgama de máxima figura institucional con la capacidad de aplicar su propia receta económica. Y parecería que mal no le va. Cierto es que en la figura platónica del gobernante, se sintetizan dos fuerzas igualmente poderosas: el autoritarismo y el intelectualismo. El rey tiene todas las potestades por encima de los comunes mortales, la fuente de sus poderes está en la calidad de sus conocimientos, que los aplica sin necesidad de consultas. Esa categoría platónica de gobernantes puede aplicársele fácilmente a Milei, cuya gestión combina una dosis de intelectualidad, no sabemos cuánta, con un fuerte componente autoritario. Luego de un tiempo de dura realidad, el viento a favor cuenta del lado del primer mandatario, dónde una inflación en baja, una leve recuperación del consumo, una disminución tremenda del riesgo país que permite ingresar al mercado de capitales, le posibilitan al presidente Milei y a su Ministro de Economía, estar hoy en la cresta de la ola. Billetera mata república La situación argentina no parece de una lectura lineal. Existe, todavía, incertidumbre en el futuro económico. Muchos “econochantas” y “libertarados”, apelativos despectivos del presidente a los economistas que no comulgan con su visión, ven muchos peligros en la política que instrumenta el ministro Caputo. Una de ellas, el atraso cambiario que puede resultar una bomba de tiempo, la política proteccionista de Trump que promoverá una guerra comercial perjudicial para las economías aperturistas como la nuestra y una larga lista de sombríos pronósticos. El gobierno tiene, para cada objeción, una respuesta, basada fundamentalmente en que no son aplicables los antecedentes de otros gobiernos porque nunca, como ahora, se trabajó con déficit cero en las cuentas públicas. De uno u otro modo, “goles son amores y no buenas razones”. El gobierno sostiene su optimismo con resultados palpables en la macro, y puja por extender la calma cambiaria hasta después de las elecciones, en las cuales apostará fuertemente. En un sentido inversamente proporcional, a mejor marcha de la economía, peor institucionalidad, parece ser el paradigma de los tiempos mileístas. Más se fortalece su gestión, mayor es el espíritu autocrático. “La frialdad de los grandes números por ahora se impone a la realidad caliente de la calle” Sin lugar para las disidencias, el presidente es intolerante con el pensamiento distinto. Si es funcionario, lo echa inmediatamente. Si es periodista u opositor, los destruye con su lengua viperina. Sintiéndose todopoderoso, Milei parece ahora apostar a alianzas con los partidos afines como el Pro. Luego de desgastarlo, le bajó el precio al partido de Macri, lo que podría convertirlo en cola de león de la alianza. Hay, sin embargo, una diferencia en el concepto platónico del gobernante filósofo y el gobernante economista. La filosofía no sólo abarca el conocimiento universal de la época de la Antigua Grecia, sino el espíritu de justicia del mismo. Un economista, apenas sabe de economía, una ciencia que tiene tantos libros como cultores, dónde el espíritu de justicia es escaso. Los argentinos estamos embarcados en una gestión que marcará, casi seguramente, un antes y un después. A esta altura, la consigna mileísta para todo el espectro ciudadano, especialmente para los empresarios, es “adaptarse o morir”. Cruzamos los dedos para que el presidente no quiera convertirse en rey, y que tenga la sabiduría de los filósofos griegos o, aunque sea, un décimo de ella.
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