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  • Miguel Benasayag: “La tecnología ha construido otro mundo, ya vivimos en una ‘nueva casa’ y la mudanza incluye a nuestro cerebro”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/01/2025 04:35

    Miguel Benasayag, filósofo, psicoanalista, y uno de los investigadores en neurociencias que más debate genera -por sus estudios acerca de los efectos de las nuevas tecnologías en el ser humano- se hace preguntas similares a la de otros pensadores. En este tiempo, la vida aparece como más precaria, inestable, e insegura. Desde su casa en Francia, a través de una videollamada, reconoce que es un contexto de dudas frente a la “colonización algorítmica” y los desastres ecológicos en curso. “¿Cómo reivindicar la justicia social, cuando el crecimiento que se supone la hace posible, es uno de los vectores de la destrucción?”, se pregunta en su más reciente ensayo, Contraofensiva. Actuar y resistir en la complejidad, publicado por Prometeo y coescrito con el periodista Bastien Cany. Benasayag hace décadas que dejó de ser aquel combatiente del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Tras una militancia de diez años, que incluyó años de prisión, heridas y cicatrices de todo tipo -tiene un libro sobre esto, La vida es una herida absurda- se exilió a París en 1978, donde amplió sus horizontes desde el campo de la filosofía, el psicoanálisis y la neurofisiología. Continuó como activista en proyectos sociales y comunitarios, pero lejos de la vía guevarista o de cualquier proyecto vinculado a un acceso directo al poder. “El tablero cambió. Es mucho más complejo, pero eso no implica volverse cínico ni abandonar la ética”, señaló el intelectual, en una entrevista con Infobae desde el otro lado de la comunicación. Benasayag identifica que “hoy domina la postura hipermoderna”, que plantea como sociedad un proyecto tecnológico e instrumental sin límites. “Todo está enfocado en hacer planes para el futuro. Milei, por ejemplo, habla desde ese paradigma: “Pasen hambre ahora, que en el futuro todo estará bien”. Frente a eso, debemos liberarnos de ese futuro que esclaviza el presente”, considera. Sin embargo, para el autor, “no hay nada que permita afirmar que podemos cambiar la relación de fuerzas para parar un poco la destrucción de la vida, de la cultura, de lo humano”. “Está muy jodida la cosa porque, por el momento, el horizonte está insuperable. No veo ninguna posición teórica o práctica que, de manera seria, señale un camino claro para revertir esta situación”, afirma, tajante. Es que, según su pensamiento, el mundo atraviesa una crisis estructural terminal, que se define por el hecho de que “destruimos más de lo que producimos”. “A pesar de todo, debo decir -continúa- que no sabemos si, incluso haciendo buena letra, será evitable un desastre mayor. Hay que ser serios, tenemos que bancarnos eso. Que cualquier profeta que venga con una promesa es al pedo”. Miguel Benasayag y su último libro publicado "Contraofensiva. Actuar y resistir en la complejidad" La colonización algorítmica y el “buen funcionamiento” ¿Qué tipo de destrucción está en desarrollo? Benasayag comparte, con el pensamiento ecologista, que la explicación está en lo que se conoce como “Antropoceno”. Es el tiempo que vivimos ahora, donde los seres humanos han cambiado tanto el planeta desde la producción y la actividad económica que generaron una alta contaminación, el deterioro de los ecosistemas y del clima. Ahora bien, la degradación que advierte el autor abarca también a otras dimensiones de la existencia, con una deshumanización que afecta todas las relaciones sociales. “Para la ideología dominante -afirma Benasayag en su libro-, promocionada por los managers, los psicólogos y un variado elenco de coachs en desarrollo personal, el objetivo de cualquier individuo es lograr un buen funcionamiento. Y todo comportamiento que no vaya en esa dirección, la del funcionamiento normado, será visto como un error o una deficiencia.” El “buen funcionamiento” ya estaba presente en siglos pasados, pero a través de los principios humanistas del crecimiento económico, el progreso y justicia social. Ahora, el funcionamiento devino en un fin en sí mismo, en una pura técnica. Esta lógica alcanzó una escala mayor con el desembarco de las nuevas tecnologías de inteligencia artificial como el ChatGPT, que Benasayag define como “colonización algorítmica”. Con alguna semejanza al análisis crítico que hacen otros investigadores sobre el cambio tecnológico y la vida digital, como Eric Sadin, Byung-Chul Han o Evgeny Morozov, entre otros, Benasayag advierte sobre la masividad de la delegación de las facultades humanas en los sistemas informáticos y aplicaciones que funcionan con base en la máquina algorítmica. “La tecnología actual ha construido un mundo completamente nuevo, y nosotros no nos damos cuenta de que ya vivimos en una “nueva casa”. Nos hemos mudado sin darnos cuenta, y esta mudanza incluye cambios en nuestro propio cerebro. Mi trabajo en neurofisiología muestra que la utilización constante de dispositivos digitales genera transformaciones cerebrales, no solo psicológicas, sino estructurales”. "El GPS es práctico, pero estamos perdiendo algo esencial: la experiencia de errar, de encontrarnos con lo inesperado", comenta Benasayag (Imagen Ilustrativa Infobae) En esta forma de comprender, el investigador considera “no basta con exigir que haya un humano al lado de una máquina”. “Hay que entender cuál es la complementariedad entre ambos”, afirma, y completa: “Se trata de descolonizarnos de la máquina y, en cierto modo, colonizar la máquina”. Según el investigador, la dinámica tecnológica amenaza con disolver la unidad orgánica del ser humano como ser vivo. Las ideas centrales del epistemólogo franco-argentino sobre este tema están desarrolladas en sus libros El cerebro aumentado, el hombre disminuido (Paidós), La tiranía de los algoritmos (Textuel), ¿Funcionamos o existimos? Una respuesta a la colonización algorítmica (Prometeo) o La Singularidad de lo vivo (Prometeo). En este marco, según Benasayag, los proyectos políticos del presidente libertario Javier Milei, y del republicano Donald Trump, abrazan esta dinámica funcionalista de los procesos algorítmicos que son muy diferentes a los de la extrema derecha tradicional. “No es casualidad que sean negacionistas del cambio climático y del desastre ecológico. Detrás de ellos están Silicon Valley y Singularity University. Lo que dicen es alarmante. Enfrentan la crisis con dos opciones: o modificamos biológicamente al ser humano para que soporte los cambios que están ocurriendo, lo que implica, por ejemplo, desregular los ciclos biológicos para que el cuerpo humano pueda adaptarse. O bien, dejamos atrás lo biológico y avanzamos hacia una delegación masiva de los modos de vida a las máquinas”, apunta. “El problema es que este proyecto no es viable, no ya para el proletariado o los oprimidos, sino para la vida misma”, afirma Benasayag. Javier Milei y Donal Trump Rodolfo Kusch y el “estar siendo” El filósofo propone una forma alternativa de actuar basada en el concepto de “estar siendo,” desarrollado por el pensador argentino Rodolfo Kusch (1922-1979), que “es la posibilidad de explorar otros posibles”, en el que se reivindique lo humano ante la máquina. “Para explicarlo de manera sencilla, una máquina digital, cuando funciona bien, opera con una linealidad y eficacia estrictas -continúa-. Lo humano y la cultura, en cambio, exploran la diversidad, todos los posibles. La vida y la cultura no son económicas, son diversidad pura, y es justamente esa diversidad lo que permite la supervivencia. Si una variable desaparece, como en la evolución, las otras permiten la continuidad”. “El estar siendo es recuperar un presente que no es el presente instantáneo y fragmentado de la máquina, sino un presente espeso. Un presente donde el futuro es un imaginario no historicista. El futuro no es un mandato, y el pasado también está vivo en ese presente”, agrega Benasayag, por Skype. Rodolfo Kusch, el filósofo y antropólogo argentino que pensó el concepto "estar siendo" En esta propuesta, Miguel Benasayag apunta que “no se trata de rechazar la tecnología ni de caer en tecnofobia", sino “reivindicar la alteridad de lo humano frente a la máquina” y aprender a utilizar la tecnología de manera consciente. Pero esto solo se puede “discutir desde la práctica”. “Por eso digo que resistir es crear. Se trata de buscar, en las diversas actividades humanas —como la producción, la educación o la salud—, formas diferentes de ser feliz, formas distintas de desear. No podemos decirle a la gente: “No, ustedes no deberían querer consumir”. En cambio, debemos intentar construir una estética que haga más deseable la solidaridad y el compartir, que el consumir. Porque el consumo, inevitablemente, te lleva al extractivismo". Y ejemplificó: “Tengo un amigo aquí en Francia, José Bové, un gran dirigente campesino de izquierda. Se hizo conocido cuando, en su provincia, destruyeron un McDonald’s junto con otros campesinos como acto de protesta. Lo arrestaron por un tiempo. Yo le decía: “Mirá, José, destruir un McDonald’s lo sabemos hacer. Lo que no sabemos es crear un restaurante que sea más deseable que un McDonald’s”. Manifestantes protestan en las afueras de un restaurant de McDonald's restaurant, tras la muerte de dos empleados en Lima, Perú (REUTERS/Guadalupe Pardo) Del PRT-ERP a la persistencia de un militante A sus 17 años, Benasayag integró las filas del PRT-ERP. Superada esa etapa, su trayectoria de vida abarca una prolífica producción académica e interdisciplinaria, con más de 40 libros publicados. Actualmente, desarrolla un activismo social en Mangbetu, un colectivo que ocupa teatros y al que asisten jóvenes africanos indocumentados, entre otras experiencias de “laboratorio social”. Hay convicciones y sensibilidades del epistemólogo que permanecen, pero también rupturas con las viejas ideas de izquierda. “Lo que no cambió es el rechazo a la injusticia, el rechazo al orden establecido, donde los dueños de la moral y de la guita deciden todo. Los métodos cambiaron, pero el deseo y la orientación permanecen”, puntualiza. Con cierta ironía en el uso del concepto, la contraofensiva que propone Benasayag dista mucho de la metodología militarista que transitó en sus años de juventud, que proponía el camino de “tomar el poder”, para luego cambiar el mundo. “Esa hipótesis, que costó tanto sacrificio, está totalmente pinchada y errónea”, sostiene. Miguel Benasayag, tras exiliarse a París “Todas las revoluciones se transformaron en algo horrible, contrario a lo que se quería. Nadie quería los gulags, o los genocidios de los jemeres rojos. Pero esa era la consecuencia de una hipótesis que priorizaba el enfrentamiento, por sobre el cambio de vida. Por otro lado, hubo otra hipótesis, más silenciosa y ninguneada, que buscaba imaginar vidas diferentes y cambiarlas, donde el enfrentamiento no era lo central. Esa fue la del feminismo, las minorías sexuales, los derechos civiles de los negros o ciertos movimientos anticolonialistas”, sostiene el autor, inclinándose por la segunda opción. “En esta etapa histórica, el desafío es ver si es posible, sin imponer disciplina ni tener comisarios políticos, encontrar algo que sea más deseable que lo que el sistema propone. Alguien podría preguntar: ”¿Y eso cómo va a vencer al Fondo Monetario Internacional o al ejército estadounidense?“. La verdad: no lo va a hacer”, remarca, de manera incisiva. Y concluye: “Es como en medicina: cuando tenés a un paciente muy debilitado que necesita una cirugía urgente, antes de operarlo, primero hay que reconstruir sus tejidos, alimentarlo y fortalecerlo. Estamos en ese punto, pero no podemos darnos el lujo de caer en la estética de la deserción o del apocalipsis. Muchos amigos míos están en esa postura, y me parece que pensar así es colaborar con el sistema que queremos enfrentar”.

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